tú y yo somos tres

Boris quiere morir en la piscina

Ferran Monegal

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Acaba de estrenarJuan José Millásen Canal+ un espacio de entrevistas tituladoEl último día del resto de mi vida. ¡Ah! Es el placer de conversar sin nadie que interrumpa. Sin delirantes criaturas que salgan de pronto a hacer un número, una gracia, un disparate, una espuma, un posturismo lo más cafre posible. O sea, este programa es una estimable rareza en el panorama televisivo. El único golpe escenográfico es que la conversación transcurre sentados a la mesa, armados con palillos, degustando unas delicias delsushi oriental, y regándolo todo con el cava que brotaba de una botellita. El primer invitado fueBoris Izaguirre. ¡Ah! Fue una conversación de altura. Nos agrada en casa esteBorisque se esfuerza por enseñar el prisma poliédrico de su notable cultura, y no su micropene que es lo que enseñaba todas las noches enCrónicas marcianasaños atrás y con lo que se hizo famosísimo. ArrancóMillás, por ejemplo, preguntándole por su homosexualidad. O sea, la metafísica del sexo deIzaguirre. Fue interesantísimo. Alejado de toda frivolidad, ajeno a todo gaseoso posturismo, construyó un impecable discurso de su descubrimiento de sí mismo, a los 10 años, cuando leyó un titular de prensa que decía:«Crímen homosexual: ha muerto Pasolini». Contó que se acercó entonces a su padre y le dijo: «Papá, sé lo que es un crimen, pero, ¿qué es un homosexual?».Y a partir de entonces comenzó a entender por qué le gustaban los niños de su clase, y no las niñas. ¡Ah! Magistral dibujo: origen, ética y estética de la homosexualidad de sí mismo. Hubo un momento particularmente disfrutable. Fue cuandoMilláshizo una pausa, agarró un palillo, le miró fijamente, y preguntó:«Dime, ¿cómo te imaginas tu muerte?». YBorisrespondió:«Debajo de una piscina. Me han dicho que ahogarte es la peor de todas las muertes, pero morir en la piscina es una muerte muy cinematográfica». Y mientras paladeaba con delectación esa interesante mezcla de necrología y sushi, nos pusieron imágenes de aquella película deGeorge Cukor,Nace una estrella, aquel instante terrible en que mientrasJudy Garlandcanta una canción y hace una tortilla,James Masoncamina por la playa, se desnuda, se sumerge lentamente en el océano, y se extingue. ¡Ah! DisfrutabaBoris. Se enternecía. Exclamó:«Me gusta pero quizá es un poco cursi. Prefiero la muerte en la piscina». ¡Ah!, Ingenua y deliciosa utopía la deBoris: ¡pretender elegir la forma de morir!