ENTREVISTA

Alba Flores: "Esta temporada huele a sangre'

La actriz habla de su papel en la serie 'Vis a vis', cuya tercera temporada emite el canal de pago Fox

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Juan Fernández

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En el reparto de papeles de 'Vis a vis', a Alba Flores (Madrid, 1986) le tocó una interna condenada por participar en varios robos a mano armada, un personaje central en la tercera temporada que este lunes, 11 de junio, finaliza en el canal de pago Fox (22.20 horas). Impulsiva y visceral, a Saray le va la acción, pero a su 'alter ego' al otro lado de la pantalla no le falta nervio ni pasión. Gesticula, da palmas, gasta bromas, ríe a carcajadas y te taladra con la mirada mientras te habla... A la nieta de Lola Flores, los genes la delatan.

-¿Le apetecía volver a 'Vis a vis' o prefería pasar página de este trabajo?

-Sí que me apetecía, mucho, pero no me lo esperaba, fue una verdadera sorpresa cuando me avisaron. Tras acabar la segunda temporada, circularon muchos bulos alrededor de la serie. Que si habían vendido los derechos, que si ahora la producción la llevaban otros… Hasta que no me vi entre estos barrotes, no me lo creí.

-¿Cómo fue el reencuentro con sus compañeras de celda?

-Volvimos con muchas ganas, vi a todo el mundo muy evolucionado, más maduro. No solo a las actrices, también a la parte técnica, a los que escriben el guion, a los de dirección. Esta serie es muy especial, y ahora lo es más.

-¿A qué cree que se debe?

-Creo que el factor encierro nos condiciona mucho. De pronto, te ves creando día tras día entre las mismas paredes y se produce algo raro que no se da en otros rodajes. Al final, acabas conociéndote mejor. Y lo curioso es que todas somos muy diferentes, y en esta temporada más, porque ha aumentado la diversidad. Pero, de forma natural, nos sale un resorte que nos lleva a decirnos las unas a las otras: no tengo ni idea de por qué haces esto, pero quiero que me lo cuentes.

-¿Qué novedades destaca de esta temporada?

-Las tramas son aún más duras, no dejamos títere con cabeza. Salvo algunas incorporaciones, somos las mismas compañeras de antes y seguimos encerradas en una cárcel, pero la prisión ha cambiado y el ambiente, también. Ahora el sistema penitenciario es más hostil y todo es más oscuro y violento. Es una violencia física y también implícita. En esta nueva temporada, el aire huele a sangre.

-¿Cómo se ha notado?

-Desde el primer capítulo. La temporada arrancó con nuestro traslado de prisión. En la primera secuencia se nos veía gastándonos bromas en el furgón, distraídas con nuestras movidas y, de repente, llegamos a un sitio desconocido en medio de la nada. Sentimos como si nos echasen encima un cubo de agua helada. En la cárcel anterior conocíamos el funcionamiento y sabíamos cómo sobrevivir. Aquí no.

-Sigue siendo una prisión.

-Sí, pero hay novedades importantes. En la nueva cárcel nos hemos encontrado con unas perracas, las chinas, que tienen montada una mafia con la que controlan todo lo que sucede entre estas paredes. Además, tenemos a una gobernanta que es peor que muchas presas.

-Los episodios han sido de 50 minutos, no 70 como antes. ¿Les afectó?

-El guion ahora era un taco de folios mucho más pequeño que antes y te lo terminabas en seguida. A la hora de rodarlo se notó bastante, porque las secuencias de relleno se han eliminado y ahora íbamos al grano, nos centramos en el conflicto. Esto le ha dado más ritmo a los capítulos, todo ha sido más rápido y directo.

-Con el nuevo formato, es probable que la serie viaje más fácilmente al extranjero. ¿Le ilusiona?

-Eso ya nos estaba pasando. Me sorprende la cantidad de gente que nos conoce en otros países. A mí me han parado fans de California diciéndome que son seguidoras de la serie. Y en Londres también me han preguntado si soy la paquistaní de 'Vis a vis', y les he dicho que no, que soy gitana. Me han llegado a escribir hasta fans de Azerbaiyán.

-La serie está protagonizada por mujeres. ¿En qué medida diría que sintoniza con el movimiento feminista al que asistimos últimamente?

-Ojalá sirva para denunciar algo muy 'heavy' que está pasando en las cárceles de mujeres, donde hay situaciones de violaciones y malos tratos muy duras. Es importante que la ficción cuente estas historias que nunca tienen visibilidad, porque esto afecta al imaginario de la gente y pone en el centro del debate lo que pasa en las prisiones, que es más grave que lo que denuncia la campaña del #Mee Too.