Una patrulla de vecinos ataca un centro de menores en el Bages

Vecinos de El Calvet, ayer,  en una reunión sobre el ataque a  L'Estrep.

Vecinos de El Calvet, ayer, en una reunión sobre el ataque a L'Estrep.

FERRAN COSCULLUELA
SANT SALVADOR DE GUARDIOLA

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Sant Salvador de Guardiola (Bages) es una olla a presión desde el pasado lunes, cuando unos 60 vecinos irrumpieron en las instalaciones del centro de acogida de menores L'Estrep y se enfrentaron a los jóvenes, en una trifulca en el patio de acceso que acabó en insultos, pedradas y gritos xenófobos.

Los vecinos aseguran que fueron a protestar por la ola de robos que sufren y que, según ellos, perpetran los usuarios de la casa de acogida. Los responsables del centro niegan las acusaciones y afirman que lo que ocurre es que un grupo de extremistas están «instrumentalizando» el enfado de los vecinos para alimentar actos racistas.

Tras el altercado, los Mossos detuvieron a tres de los vecinos que participaron en el ataque y los acusaron de desórdenes públicos (ayer el juez los dejó en libertad con cargos) y aumentaron la vigilancia. Pero eso no evitó que, el martes, individuos no identificados rompieran los vidrios de una furgoneta de L'Estrep en la que iban un educador y un menor.

El conflicto ha encendido las alarmas en el Ayuntamiento de Sant Salvador y en la Direcció General d'Atenció a la Infància i l'Adolescència (DGAIA), de quien depende el centro. El pasado martes convocaron una reunión entre los responsables de L'Estrep, el alcalde y los vecinos.  La próxima semana hay previsto un nuevo encuentro porque los ánimos siguen sin calmarse. Ayer por la tarde, medio centenar de vecinos de la urbanización El Calvet se concentraron para recoger firmas y solicitar que se desplieguen más medidas de seguridad en la zona.

«¡MOROS, MOROS!» / Emma Torres, directora de L'Estrep, afirma que el enfrentamiento se ha ido larvando desde el pasado verano cuando, a causa de una ola de robos en las urbanizaciones de Sant Salvador, los vecinos decidieron crear patrullas para ahuyentar a los cacos. El lunes robaron de nuevo en una casa de El Calvet y, cuando un educador y unos chicos del centro regresaban a la casa de acogida, un grupo de vecinos los persiguió porque aseguraba que los jóvenes habían intentado entrar en uno de los chalets. «Sobre las nueve de la noche llegaron unos 15 coches y un grupo de unos 60 vecinos empezó a increpar a los chicos desde el patio del centro. «'¡Moros, moros, iros a vuestro país!, gritaban. Había gente que levantaba la mano al estilo fascista. 'No queremos hablar, queremos matarlos', chillaban, mientras empuñaban palos y navajas», dice Torres.

Varios jóvenes del centro respondieron a los improperios lanzando piedras y los vecinos también acabaron haciendo lo propio. Finalmente, llegaron los Mossos y consiguieron poner fin al altercado. En L'Estrep hay unos 40 jóvenes, la mitad de ellos de origen marroquí, pero la directora de la casa de acogida asegura que de los 1.300 menores que han pasado por el centro en los últimos 20 años solo una minoría, «que se podría contar con los dedos de una mano», han sido objeto de una denuncia.

ENFRENTAMIENTO / La versión de los vecinos es diferente. Luis Zajara, portavoz de las patrullas de vigilancia y uno de los tres detenidos por los Mossos, sostiene  que fueron al centro a hablar tras ver que dos menores de L'Estrep que habían entrado en una casa para robar eran recogidos por un educador en una furgoneta. «Fuimos a pedir explicaciones, pero un educador me empujó y allí empezó todo. No íbamos armados, aunque yo llevaba unos palos de kalis [arma de artes marciales] porque salía de entrenar», relata.

Joan Hurtado, presidente de la Asociación de Vecinos de El Calvet, niega que tras la protesta haya un móvil xenófobo. «Se fue a hablar, no a agredir, pero al final hubo batalla campal porque los vecinos respondieron a la provocación», cuenta. «No es un tema racista, ni de banderas, ni de creencias políticas, es un problema de delincuencia, porque desde septiembre del año pasado la inseguridad es muy elevada», insiste. Pero esa percepción no es compartida por todos los vecinos de Sant Salvador, Mila López, que lleva 30 años viviendo al lado de L'Estrep, afirma que a ella nunca le han robado. «Hay desconocimiento y una falta de integración del centro en la vida del pueblo», apuntaba ayer después de hablar con los educadores acompañada de dos concejales de la CUP y Despertem (Podemos).

El alcalde, Albert Miranda (CiU), pide prudencia hasta que la policía y el juez aclaren lo sucedido. El alcalde acudió a L'Estrep el lunes, cuando se enteró de los incidentes, pero al llegar ya estaban allí los Mossos y solo quedaban unos 30 vecinos. Afirma que no vio ningún arma y que desconocía que hubiera patrullas vecinales en el pueblo.

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