LA ILUSIÓN MARINERA DE UN VECINO DE LA GARROTXA

El último viaje al paraíso

En el patio de su casa de Castellfollit, Pepe Soto, enfermo de un cáncer que no acaba de vencer, construye su sueño: un catamarán con el que piensa poner rumbo a Panamá.

El último viaje al paraíso de Pepe Soto

El último viaje al paraíso de Pepe Soto

XAVIER MORET

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Pepe Soto, un vecino de Castellfollit de la Roca de 60 años de edad, sueña con ir a Panamá en el catamarán que se está construyendo en el patio de su casa. Lleva 22 meses trabajando con sus propias manos en el barco, pero ha tenido que parar varias veces por culpa de lo que él llama el «tema», un cáncer que insiste en resistir al tratamiento y que ya se le ha reproducido tres veces.

«Si todo va bien, botaré el catamarán dentro de unas semanas en Roses», cuenta con la mirada llena de ilusión. «Allí lo adaptaré para la larga navegación. Lo probaré en aguas abiertas y, si no surgen problemas, en noviembre zarparé de las Canarias para atravesar el Atlántico hasta las islas de San Blas, en Panamá. Estuve allí hace unos años y sé que es el paraíso».

La última vez que Pepe Soto se sometió a tratamiento no resistió la quimioterapia y tuvieron que ingresarlo de urgencia. «Pensé que no valía la pena seguir de hospital en hospital», cuenta mientras repasa el barco. «Llevo un marcapasos y el cáncer no cede, pero me ilusiona ir a Panamá en este catamarán. Y pienso vivir esta aventura», afirma.

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COCINERO EN EL EMPORDÀ

Aunque nació en Santa Coloma de Gramenet, Pepe Soto ha trabajado de cocinero en distintos restaurantes del Empordà. Hace 25 años se instaló en Castellfollit, y está tan agradecido a lo bien que le han tratado los vecinos, que ha bautizado a su catamarán como Castellfollit.

«Invitaré a todo el pueblo a una botifarrada el día que venga una grúa a llevarse el catamarán hacia Roses», apunta. «Se lo merecen. Será complicado, pero una gran grúa lo sacará del patio por encima del tejado y un camión especial lo llevará a Roses».

Hubo un momento, hace unos meses, en que Pepe Soto pensó que no iba a poder cumplir su sueño. Vive solo y el dinero no le alcanzaba, pero su aparición en el programa de TV-3 'El foraster', el pasado 20 de enero, disparó la solidaridad. «Ha sido mucha la gente que me ha ayudado», cuenta con ojos llorosos. «Hicimos una campaña de micromecenazgo para reunir los 1.500 euros que necesitaba para terminar el barco, pero me han dado más de 12.000. Y algunas empresas se han ofrecido a ayudarme, ofreciéndome material gratis y el traslado del catamarán hasta el puerto».

16.000 EUROS

«La gente se ha portado de maravilla, pero ahora lo más complicado son los papeles», añade. «Fui al Salón Náutico y pregunté qué necesitaba. Me dijeron que un ingeniero me haría unos planos por 8.000 euros y que me cobraría 8.000 euros más por el seguimiento. ¡Pero si por este precio yo me hago tres barcos como éste! El otro día, por suerte, me escribió el decano de la facultad de Náutica y me dijo que me ayudaría con el papeleo. Espero poder ver pronto el catamarán en el agua».

Pepe Soto tiene experiencia marinera. En el año 2000 navegó con un pequeño velero hasta Marruecos. Pensaba cruzar el Atlántico con él, pero un accidente se lo impidió. Al final logró cruzarlo con el Licia, un velero italiano. En la isla de Cozumel (México) estuvo trabajando en un desguace de barcos e hizo de guía para turistas en veleros. «Desde los 20 años que sueño con hacerme un barco», precisa. «Ahora estoy a punto de conseguirlo. Los años me han enseñado a conocer bien los barcos, y por eso me he atrevido a construir un catamarán de fibra de vidrio de 9,6 x 5 metros».

MARES LEJANOS

«Para navegar, el Caribe es el paraíso», cuenta Pepe Soto mientras indica su situación en un mapa, junto a una hamaca en la que a veces se duerme soñando mares lejanos. «El Mediterráneo también es un buen mar, pero hay pocos lugares donde fondear y sale muy caro hacerlo en los puertos. En el Caribe, en cambio, fondeas donde quieres».

«San Blas es un paraíso», insiste con una gran sonrisa. «Cuando llegué hace años a estas islas, la primera noche no pude dormir. Era todo tan bello… Veía a los indios kunas navegando con sus cayucos cargados de cocos, las palmeras, el coral... Era maravilloso. ¡Piensa que en San Blas hay más de 300 islas con palmeras y playas de arena!».

Cuando le pregunto sobre qué opina el médico de su aventura, Pepe Soto tuerce el gesto. «Diga lo que diga, yo ya dije basta», murmura. «Cuando yo diga de marchar, zarparé hacia el paraíso. Navegaré solo, porque siempre he sido un solitario, pero la soledad no me asusta. El barco es la libertad. Lo que no me va es quedarme encerrado en casa».

El plan de Pepe Soto es estar unos meses navegando por las islas de San Blas y regresar antes del 1 de junio de 2017, cuando empieza la temporada de huracanes. «Quiero volver a Castellfollit», concluye. «Vivo aquí desde hace 25 años y este pueblo me ha dado mucho. La gente es maravillosa». 

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