El 'smartphone', peligro número 1 en la carretera

Un conductor habla por el móvil mientras circula por una calle de Barcelona.

Un conductor habla por el móvil mientras circula por una calle de Barcelona.

MANUEL VILASERÓ / MADRID

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Con el alcohol y la velocidad bajo control tras años de intensas campañas, los smartphones y sus infinitas utilidades se están convirtiendo en la nueva pesadilla de las autoridades del tráfico. El potencial de estos aparatos para distraer a los conductores es cada vez más alto y su impacto empieza a reflejarse en las estadísticas. Desde el 2013 el porcentaje de accidentes con víctimas causados por los despistes ha subido seis puntos en Catalunya, superando el primer trimestre del 2015 a cualquier otro de los factores y despertando la alarma del Servei Català de Trànsit. Su directora, Eugènia Domènec, quiere emprender una ofensiva similar a la que logró reducir la ingesta de alcohol. Al si bebes no conduzcas habrá que añadir el olvídate del móvil al volante.

Cuando se generalizaron los móviles, las autoridades tardaron en regular su uso en los vehículos. La distracción que suponían se llevó por delante muchas vidas, pero cuando se autorizó solo el manos libres la situación mejoró. Hasta que en una meteórica metamorfosis, los móviles se han convertido en un apéndice más de muchas personas con consecuencias fatales en la conducción. «Se nos ha colado sin que nos demos cuenta y hay que pararlo», reconoce la máxima autoridad del tráfico en Catalunya.

EL IMPREVISTO / «Es una atracción fatal. Oyes el ruidito de la notificación y se te va la vista sin pensar, como un instinto. Basta ir por la calle para darse cuenta», reflexiona Domènec. Aunque la estadística aún no permite desglosar qué porcentaje de incidencia tiene el móvil en el conjunto de los accidentes por distracción, a   su despacho llegan los atestados e informes donde se puede comprobar que el auge de los despistes viene sobre todo de la nueva tecnología.

Durante esos pocos segundos que se aparta la vista de la carretera, la gran mayoría de ocasiones no pasa nada «pero basta con que se dé una sola situación imprevista para que desencadene una tragedia. La gente debe ser muy consciente de ello», destaca Cristina Català, coordinadora de proyectos de la Fundación para la Seguridad Vial (Fesvial).

Antes del auge de los móviles inteligentes, además de la llamada podía entrar como mucho algún SMS, pero ahora el universo de posibles emisiones se ha disparado. Twitter, la páginas de ligoteo, la economía colaborativa, aplicaciones para miles de cosas, el correo electrónico y, en el lugar más destacado, el whatsapp, con la guinda del goteo interminable de sus grupos. No es solo que se aparte la vista para leer el mensaje. Algunos conductores escriben también mensajes mientras siguen al volante. Los smartphones se pueden también usar de navegador, pero son un enorme factor de distracción si no se cuelgan en el salpicadero, programando el recorrido antes de partir y funcionando por voz.

La AAA Foundation for Traffic Safety llevó a cabo el pasado marzo en Estados Unidos un instructivo experimento. Colocó cámaras durante meses en vehículos de jóvenes menores de 20 años. El resultado fue una colección de vídeos donde «los adolescentes se pierden una y otra vez en sus dispositivos para volver de golpe a la realidad cuando chocan contra otro coche o salen de la carretera».

1.700 ACCIDENTES GRABADOS / Las cámaras fueron testimonio de 1.700 accidentes, algunos de ellos graves. La conclusión es que el smartphone es una gran peligro para los más jóvenes y la fundación llega a recomendar incluso la prohibición a los jóvenes de llevar móviles en el coche.

De vez en cuando en España salen también voces que proponen el veto total del móvil, incluido el manos libres. Un estudio demostró que durante el primer minuto de conversación el conductor deja de percibir el 40% de las señales de tráfico pero de momento no hay perspectivas de cambios legislativos.

Al igual que ocurre con el alcohol, la víctimas del uso adictivo del móvil no son solo los conductores. Los atropellos de peatones que cruzan sin mirar, pendientes de la pantalla y con la mano haciendo sombra para tapar el sol, son cada vez más frecuentes.

Tampoco es fácil sancionar a los conductores. Si en el alcohol y la velocidad ya hay mecanismos muy engrasados para cazar a los infractores, para el móvil hay que tirar sobre todo de la observación de los agentes de tráfico aunque la introducción de los helicópteros ha comportado un gran avance. Desde que empezaron a patrullar por el aire han grabado centenares de vídeos como los que pueden verse en la web de este diario.

Con estos instrumentos, Trànsit intenta poner coto al fenómeno. Si en el 2012 abrió 5.557 expedientes por esta infracción, solo durante los primeros seis meses del 2015 ya lleva más, exactamente 6.424.