El precio del caos

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GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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¿Cuánto cuesta dejar tiradas a miles de personas en el andén? La ley castigará a los responsables del robo de cable que ha sembrado el caos en la línea R8 de Rodalies por un simple delito de hurto. “Pero nadie calculará el daño que realmente han causado”, lamenta un jefe de los Mossos d’Esquadra.

Tampoco habrá ninguna hoja de agravios que anote el estrés infligido a los viajeros, las reuniones de negocios canceladas o las clases perdidas de los estudiantes.

En Estados Unidos sí existe tradición en destinar esfuerzos a averiguar el impacto real de los crímenes. En el año 2007, por ejemplo, se calculó que los 23 millones de delitos perpetrados por sus delincuentes provocaron a sus víctimas un coste de 15.000 millones de dólares. Pero la estimación no se detenía aquí y proyectaba que para la Administración pública los gastos invertidos en políticas de seguridad, justicia y de reparación ascendían a 179.000 millones. Unos 200.000 millones de euros.

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Para Daniel Montolio, investigador del Institut d’Economia de Barcelona (IEB) de la Universitat de Barcelona (UB), el caso de los robos de cable de tren es paradigmático. Este experto en economía del crimen detalla que la actividad de los delincuentes no solo se mide por el valor de lo robado sino también por todo aquello que toca invertir para impedírselo y por todo aquello que los ciudadanos dejan de hacer cuando esto no se logra. Si la sensación de inseguridad vence en un vecindario, su actividad comercial lo nota, razona. 

DE UNO A TRES AÑOS DE CÁRCEL

Cuando unos ladrones cortan un cable de cobre están cometiendo un delito de hurto. Si el valor de lo sustraído supera los 400 euros, el delito deja de ser leve. Aun así, la sanción impuesta, cuando en la comisión del delito no intervienen ni la violencia ni la intimidación contra las víctimas, como sí sucede en los robos, suele ser muy baja.

Con la reforma del Código Penal, que entró en vigor el 1 de julio de este año, se podrá dictar un castigo de entre 1 y 3 años de cárcel cuando el hurto sea de cableado de suministro eléctrico “destinado a la prestación de servicios de interés general” y cause “un quebranto grave a los mismos”.  

UN 19% MENOS DE ROBOS DE COBRE

Las denuncias por robo de cobre han descendido un 19% durante el 2015 en relación con el 2014, según datos de los Mossos d’Esquadra. Desde el repunte registrado entre el 2011 y el 2013, cuando las sustracciones de este material en líneas telefónicas, casas en obras o redes de transporte ferroviario se dispararon, han experimentado “un descenso”.

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Cerrando el zoom sobre el sector ferroviario, los datos del registro policial también muestran que han disminuido un 15%.

Los Mossos relacionan este decremento con la activación de un plan operativo específico del metal, diseñado básicamente para luchar contra los ladrones de cobre. Jordi Jané, 'conseller' de Interior, aclaró tras el sabotaje contra la línea de AVE que paralizó hace dos meses el servicio de este tren durante cuatro horas, que se invierten 14.000 horas al mes en patrullaje preventivo de las instalaciones ferroviarias.

La presión policial se centra en vigilar las chatarrerías que compran el cobre sustraído. Por razones lógicas: incentivan estos golpes y son mucho más fáciles de controlar. Colocar agentes a lo largo de todo el trazado ferroviario catalán “es materialmente imposible”, reconoce un mando de la policía de la Generalitat.

LADRONES LOCALES

Los ladrones que roban cobre acostumbran a desplazarse en furgoneta y actúan en zonas próximas a su residencia. Lo venden en chatarrerías que pagan en efectivo. El cobre no pierde valor al fundirse. Y, además, una vez fundido resulta imposible de rastrear porque desaparecen los códigos marcados en estos cables. Su valor en el mercado oscila entre los 6 y 7 euros por kilo. Una potencia económica como China necesita cobre y se calcula que un tercio de la demanda de este material proviene del gigante asiático.