EL PROCEDIMIENTO

"Sal de esta criatura"

El ritual incorpora un sinfin de oraciones, letanías e imprecaciones al demonio

sacerdote católico

sacerdote católico / Franco Origlia / Getty Images

Rossend Domènech

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“No permitas que este tu hijo/a sea poseído por el poder de la mentira, ni que tu siervo redimido por la sangre de Cristo sea mantenido en la esclavitud del diablo”. Así reza el punto central del rito del exorcismo, en su versión llamada 'mayor'. Se trata de un rito bastante largo, de caracter público, ante la presencia de los más allegados al desafortunado, que empieza con un sinfin de oraciones, letanías, imposición de las manos, insuflación de aliento en la cara del endemoniado y termina, tras la fórmula central citada, con un cántico a la Virgen María.

Sin embargo, existe otra versión sobre el paso clave, que se conoce como, “exorcismo imperativo”. Es el que las películas sobre el tema suelen recrear, porque resulta más espectacular. Aun así, al lado de lo poco que reveló Gabriele Amorth, muerto en 2016, considerado el mayor exorcista del último siglo, William Friedkin, director de 'El exorcista', era un aprendiz, al igual que Roman Polanski en 'La semilla del diablo' o Maurice Pialat en 'Bajo el sol de Satán', basada en la novela de Georges Bernanos. El 'Infierno' del esotérico Dan Brown es un cuento de hadas frente a lo poco que en vida relató sobre sus andanzas en torno al Ángel Maligno, al que se enfrentaba hasta “cinco o seis veces al día”, según dijo, o a una docena cuando era más joven.

Si el exorcismo que se practica es de orden imperativo, el exorcista dice: “Te ordeno Satanás, sal de (nombre del endemoniado/a), siervo de Dios... Te ordeno, Satanás, príncipe de este mundo, que reconozcas el poder de Jesucristo... Vete de esta criatura... Te ordeno, Satanás, sal de este criatura, vete, vete en el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo”. Durante el dramático momento, el exorcista puede pedir el nombre al diablo que posee la persona.

El conjunto del rito comienza con una oración en silencio. Tras la oración se bendice el agua y, si se usa, la sal, que después se mezclan. A continuación se reza la litanía de los santos que se invocan para la ocasión: 31 en el rito conocido.

Los diálogos de Gabriele Amorth con el diablo

Mientras sucede todo esto y cuanto sigue, el endemoniado puede no estar esperando resignadamente que Satanás se vaya de su cuerpo. Contaba Amorth: “Un día estaba exorcizando a un poseído. A través de su voz, Satanás me hablaba. Me escupía encima insultos, blasfemias, acusaciones y amenazas. Sin embargo, en un cierto punto me dijo, 'cura, vete, dejame'.  'Vete tú', le respondí". Y así seguía el diálogo relatado por Amorth: "'Por favor, vete. Contra ti no puedo hacer nada'. 'En nombre de Cristo, dime porque no me puedes hacer nada'. 'Porque estás demasiado protegido por tu Señora (la Vírgen). Tu Señora te rodea con su manto y no puedo alcalzarte'".

Explica Luciano, licenciado en Letras, exbibliotecario en la abadía de Casamari, al sur de Roma: "Una mañana, don Ildebrando (el exorcista) vino a pedirnos ayuda, nos lanzamos los cuatro que estábamos en una sala donde había una chica: yo resistí 10 minutos después de verla levantarse del suelo y saltar de una mesa a otra. Los que se quedaron me contaron después que cuando la joven les agarraba, sentían que los huesos estaban a punto de romperse". "¿Cómo te explicas ciertas cosas?", sigue preguntándose.

"Huid, espíritus del mal"

Tras la recitación del Credo católico y la renovación de las promesas bautismales, el exorcista enarbola la cruz, diciendo “He aquí la cruz, huid espíritus del mal”. Es la escena que no falta nunca en las películas sobre el tema, comprendida la última de la serie, 'Outcast', de Neflix, a pesar de que está expresamente prohibido que durante el rito estén presentes los medios. Tampoco falta la insuflación del aliento del exorcista en la cara del poseído. “Aleja, Señor, con el aliento de la boca los espíritus malignos...”

La fórmula usada actualmente fue regulada por la Congregación de la Doctrina de la Fe en 1985, sobre la base de la primera, elaborada por el papa Leon XIII, de dos siglos atrás, sucesivamente actualizada. Las crónicas fiables cuentan que Juan Pablo II realizó al menos tres exorcismos durante su papado y las menos fiables, aunque ambiguas, que Francisco ha realizado uno, de una manera muy discreta, en plena plaza de san Pedro.