DE TITULARIDAD PÚBLICA

Familiares denuncian falta de comida en la residencia de ancianos Bon Pastor

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Beatriz Pérez

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En la residencia asistida para gente mayor del Bon Pastor, de titularidad pública, un total de 12 ancianos se quedaron sin comer el segundo plato del menú del mediodía el 22 de septiembre. No había para todo el mundo y una docena de residentes tuvo que conformarse con jamón dulce y queso. Pero el cabreo descomunal de los familiares estalló dos días después, en la Mercè, cuando el cocinero del centro preparó para comer un triturado de cebolla y patata hervida porque no tenía ni carne ni pescado. Hasta 28 familias denunciaron lo ocurrido.

Según los familiares, la comida suele ser escasa y de baja calidad en esta residencia perteneciente en un 60% a la Generalitat y en un 40% al Ayuntamiento de Barcelona. "Nuestros abuelos han llegado a estar cinco días seguidos comiendo huevos. Algún día, pizza quemada. Lo que nunca nos había pasado es que no hubiese comida. El día de la Mercè fue la gota que colmó el vaso", explica Toñi, representante de las familias. "Para nosotros esto es maltrato, no hace falta pegar a una persona para maltratarla", sostiene con firmeza.

Teresa va a menudo a la residencia Bon Pastor a visitar a su primo, de 81 años. "A veces come rodajas de bacalao pequeñas y llenas de espinas. Pescado reseco...". Se queja igual Beatriz, cuyo padre, de 91 años, es también residente. "Estoy indignada porque, entre otras cosas, los platos del menú no son los que después les dan. Por ejemplo, el menú dice que hay lentejas estofadas y a la hora de la verdad le dan fécula de patata".

Falta de material y personal

En la residencia asistida para gente mayor del Bon Pastor hay 92 residentes y 28 ancianos más que son usuarios de su centro de día. Según el relato de los familiares, los problemas no se limitan solo a la comida. "En una ocasión se estropeó la secadora, no había toallas y, después de duchar a los abuelos, los secaron con sábanas. A veces falta material", asegura Toñi. La "falta de personal" por "bajas que no se cubren", dicen las familias, contribuyen a que el servicio sea mejorable, sobre todo los fines de semana. 

Fuentes de la Conselleria de Treball, Afers Socials i Famílies reconocen que el servicio de cocina no fue el adecuado en la residencia del Bon Pastor durante la Mercè, hecho por el cual se contrató a una cocinera nueva. "A raíz de eso hay una persona cada día que vela por que se utilicen los ingredientes correctos durante la elaboración", afirman.

Además, la 'conselleria' explica que desde finales de septiembre las familias pueden participar en las comisiones de menús de cada mes y que el departamento realizó una inspección el pasado día 2 de octubre para asegurarse del buen funcionamiento. En cuanto a las ratios de trabajadores, estas "son las fijadas en la cartera de servicios sociales", esgrime. Este diario ha tratado de ponerse en contacto con la directora de la residencia Bon Pastor, pero ha declinado hacer declaraciones.

Problemas de atrás

Los problemas en esta residencia de ancianos comenzaron hace dos años, como explicó entonces EL PERIÓDICO, cuando los familiares de este centro y de cuatro más (Mossèn Vidal i Aunós, Bertran i Oriola, Alchemika y El Molí, todos de titularidad pública) denunciaron el deterioro de las instalaciones y la falta de personal con motivo de la entrada de una nueva gestora del centro: la UTE formada por Ingesan-Asproseat y la compañía OHL. Ahí empezaron los problemas en esta residencia.

La aplicación del artículo 155 de la Constitución en Catalunya retrasó la entrada de una nueva gestora y por fin, el pasado 1 de julio, con carácter de emergencia, entró una nueva empresa de manera temporal, la Fundación Salud y Comunidad, la cual, para disgusto de las familias, está actualmente concursando para quedarse cinco años más. La situación, lejos de mejorar, ha alcanzado un punto crítico. Lo explica también Raúl, cuya madre, con un alzhéimer avanzado, es usuaria del centro de día de la residencia Bon Pastor.

"Mi madre toma todas las comidas, menos la cena. Y el problema es que las personas como ella, con un grado 3 de discapacidad, no se pueden quejar", denuncia Raúl. "Yo me doy cuenta de que al llegar a casa por las noches tiene más hambre de lo normal". Los constantes cambios de personal, explica, fomentan el descontrol al desconocer la dinámica del centro. Otro ejemplo: "A mi madre en la residencia la duchan una vez a la semana. Alguna vez le han puesto la misma ropa que llevaba, incluso la ropa interior usada", cuenta Raúl.

Por todo esto, el 6 de octubre, las familias hicieron una manifestación de protesta a las puertas de la residencia. Más de 30 presentarán próximamente una denuncia conjunta en la Fiscalía.