EL FUTURO DE LA COMUNICACIÓN

Repensando el periodismo

Albert Sáez, durante la presentación, junto a la editora Laia Climent, Enric Hernàndez y Mònica Terribas.

Albert Sáez, durante la presentación, junto a la editora Laia Climent, Enric Hernàndez y Mònica Terribas.

CARMEN JANÉ / BARCELONA

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¿Qué futuro tiene el periodismo cuando existen las redes sociales, la publicidad huye de los medios y la legislación no es favorable a los intereses de las empresas que los sostienen? Este es el planteamiento de Albert Sáez, director adjunto de EL PERIÓDICO, en su libro 'El periodisme després de Twitter, Notes per repensar l'ofici', premio Joan Fuster de ensayo 2014 y que este martes fue presentado en la facultad de Comunicació Blanquerna, donde es profesor de periodismo desde hace años.

Un tema que, como señalaba Enric Hernàndez, director de este diario, durante el acto -que se convirtió en un debate entre profesionales de primer nivel- «va más allá de Twitter, porque es un análisis de la evolución histórica de la profesión y del papel de las empresas periodísticas y del propio profesional, que ha caído en ocasiones en la complacencia de quedarse en la información institucional en lugar de ser testimonio de los hechos».El mismo análisis compartía Mònica Terribas, profesora también de periodismo, directora de 'El Matí de Catalunya Ràdio' y exdirectora de TV-3, que cuestionó si tiene sentido seguir peleándose por la exclusiva «cuando las redes sociales hacen que deje de ser primicia en pocos minutos».

Aludiendo a una imagen que usa Sáez en su libro cuando compara la situación del periodismo actual con la de los sacerdotes que aún esperaban difundir la verdad cuando los luteranos (las redes sociales) proponían leer la Biblia directamente, Terribas reclamó «seguir manteniendo la comunión con los lectores» abundando en la «autocrítica» y manteniendo «una relación transparente con la comunidad» con la que, dijo, «ya no podemos competir en la alerta pero sí en la interpretación».El libro de Sáez aborda especialmente el papel de las empresas periodísticas y el modelo de negocio en que se han apoyado los medios de comunicación a lo largo del siglo XX y los pecados de autoconfianza, con promociones para apoyar la venta de diarios, aventuras de crear grupos multimedios o el poder de las centrales publicitarias y las entidades financieras. También demuestra que la crisis de los medios comenzó antes que la eclosión de internet, que cogió a los medios debilitados, y reclama el papel del periodista formado y experto como intérprete de esa realidad.

«Hacer buen periodismo es un buen negocio, Y los periodistas tenemos que pensar en el modelo de negocio antes que otros lo hagan, porque si no saldremos perdiendo e igual acabamos vendiendo sartenes», afirmó Hernàndez.

Noticia, no 'trending topic'

Josep Maria Carbonell, decano de la facultad de Comunicación, hizo un alegato en favor de seguir separando noticias y «trending topics», y recordó dos mantras de la profesión: que «el interés público es mucho más que el interés de los públicos» y que «la noticia es algo que en algún lugar alguien no quiere que se sepa. El resto es propaganda».Sáez, que justificó este ensayo a raíz de que un día una alumna le espetó que, aun siendo director de la Corporació Catalana de Ràdio i Televisió, «si no estás en Twitter no eres nadie», explicó su conversión digital cuando el director de EL PERIÓDICO cambió una portada a raíz de las críticas recibidas en esa red social, «que demostraban que no se entendía un subtítulo».

«La inmediatez obliga a los diarios a hacer una edición de más calidad, más reflexiva», dijo Hernàndez. «Si este es el último día del periodismo, ese pensamiento ha de hacer que hagamos mejor periodismo», remachó Sáez.