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Gran Muralla: ¿La peor restauración de la historia?

Gran Muralla

Gran Muralla / periodico

ADRIÁN FONCILLAS / PEKÍN

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La Gran Muralla degradada a carretera rural. Siglos de historia sepultados con grosero cemento. El mayor icono nacional alisado para patinadores. China está tan indignada como estupefacta desde que emergieron esta semana las fotografías de un tramo de 700 metros de la fortificació, última prueba de que algunos restauradores son más peligrosos que los vándalos. Aquel Ecce homo aragonés ya tiene un rival digno.

El atentado fue perpetrado dos años atrás en el condado de Suizhong (frontera de las septentrionales provincias de Hebei y Liaoning), pero ha sido ahora cuando ha salido a luz. El gobierno, preocupado por el peligro que suponían las piedras sueltas, extendió una uniforme capa de cemento sobre la construcción.

Los turistas caminan con mayor seguridad y sosiego ahora, sin esos extenuantes escalones de otros tramos, pero el cambio no ha convencido a nadie a pesar de los esfuerzos de los responsables. Argumentaron que la reforma fue aprobada por el inminente peligro de derrumbe de la muralla y que la belleza tampoco es prioritaria en los trabajos dentales de urgencia.

PROTESTAS EN LAS REDES SOCIALES

Después, ante la polémica desatada, aflojaron su defensa y accedieron a investigar si hubo problemas “en las fases de diseño y ejecución”, según el ‘Diario de Juventud de Pekín’. Un lugareño que participó en las obras justifica en la prensa local que el “pavimento liso” facilita las excursiones siempre que no llueve o nieve, mientras que Ding Hui, jefe provincial de la Oficina de Antigüedades, reconoce que la reforma “no es ideal” ni "bonita”.

La prensa y las redes sociales han sido menos condescendientes con el despropósito cometido. “¿Queda algún rastro de la salvaje y bella Gran Muralla? Es sólo una construcción entre las colinas”, asegura un editorial de un diario local.

El tema ha sido 'trending topic' en Weibo, el sustituto en China del censurado Twitter. “¿Es eso restauración? No, es destrucción”. “Esta reliquia cultural carece ahora de ningún valor”. “Convertir la Gran Muralla en una carretera, ¿Por qué nuestros ancestros no pensaron en eso?”. “Suerte que la Venus de Milo no está en China porque alguien le habría agregado ya un brazo”. “Esos chicos deberían ser invitados a trabajar ahora en la Ciudad Prohibida”, puede leerse en algunos comentarios.

CIRCUITO DE CARRERAS

Las autoridades locales, probablemente sin saberlo, han ejecutado aquel plan que alumbró el gobierno nacionalista en 1931 para alisar la Gran Muralla con el fin de convertirla en un gran circuito de carreras de coches. Ahora pretendían proteger a los turistas y se han quedado sin visitantes.

La propietaria de un hotel cercano ha desvelado a la revista ‘Tme’ que las visitas se han desplomado. Muchos de los que acudían eran amantes de la fotografía o estudiantes de arte que buscaban los serpeantes tramos de piedra en un entorno salvaje. El cemento ha arruinado el encuadre.

CAMPAÑA DE CROWDFUNDING

Las fotografías han aparecido sólo días después de que la Fundación para la Conservación del Patrimonio Cultural de China lanzara una campaña de ‘crowdfunding’ para restaurar los tramos dañados. Suizhong ya es una firme candidata.

Esa parte de la fortificación empezó a levantarse en 1381 para proteger a los emperadores de la Dinastía Ming de los nómadas de las estepas. La Gran Muralla es un conjunto de segmentos levantados durante siglos, desde la dinastía Qing (siglo III antes de Cristo) hasta la forma actual que le dio la dinastía Ming (siglo XIV-XVII).

Los expertos calculan que su longitud es de entre 9.000 y 21.000 kilómetros, en función de sus estimaciones sobre los tramos desaparecidos. En algunas zonas son apenas montículos arenosos. Sólo un 10 % de la muralla está bien conservada, especialmente en los segmentos cercanos a la capital y otras grandes ciudades.

Una tercera parte ya ha desaparecido y muchas partes de lo que queda en pie amenazan ruina. La muralla sufre las consecuencias del turismo de masas, el vandalismo, los campesinos que roban las piedras para levantar sus casas, la falta de medios o interés de los gobiernos locales para protegerla y, ahora también, de los nefastos arreglos de algunos restauradores.