ANÁLISIS

Que no pierdan los papeles

XAVIER RIUS

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A 30 de junio de este año había en España 4.744.169 extranjeros con permiso de residencia. Cifra que disminuye por primera vez, con 47.063 extranjeros menos con papeles que seis meses antes. Ello confirma el fin de un ciclo que comenzó en 1996 con el inicio de un periodo de crecimiento económico. Y si hubo un error que se repitió hasta el 2005, fue no crear mecanismos de contratación en origen ágiles, lo que generó que llegaran inmigrantes mayoritariamente de modo irregular. Ahora no se ha reducido a cero la llegada de extranjeros, dado que siguen entrando por reagrupación familiar. Además, se siguen regularizando por arraigo aquellos extranjeros con años de permanencia que consiguen un contrato. Pero apenas llegan irregulares.

Esta disminución del número de extranjeros con papeles se debe a tres causas. Una, la marcha de decenas de miles, sobre todo hombres en paro, dado que las mujeres lo tienen más fácil para encontrar trabajo en sectores como el cuidado de ancianos. La segunda causa es la obtención de la nacionalidad española de unos 100.000 al año, los cuales no se marchan, sino que cambian su NIE por el DNI. La tercera es la pérdida de papeles de aquellos que, tras varios años trabajando, no han podido renovar su permiso al encontrarse en paro. Siguen aquí y acaban engrosando esa bolsa de cientos de miles de irregulares. Y si un día un empresario les ofrece trabajo, no podrán acceder al mismo legalmente a no ser que tras meses de papeleo consigan regularizarse por arraigo y obtengan partiendo de cero un permiso inicial.

Condiciones flexibles

Está por ver cómo encajará el reglamento de la ley de extranjería con la ley catalana de acogida. Pero si un acierto tiene el borrador del reglamento que piensa aprobar el Gobierno es que para evitar que los inmigrantes en paro queden en situación irregular, se flexibilizan las condiciones para la renovación. Así, aquellos que realicen cursos de formación o aquellos cuyas parejas tengan trabajo, podrán renovar su permiso. Creer que la mayoría de los extranjeros en paro, si quedan en situación irregular, se marcharán, es una falacia, dado que la situación en sus países es peor. Y dejarlos sin papeles es abocarlos a la economía sumergida. También parece acertado que se mantengan vigentes los derechos adquiridos de cara a la obtención de la nacionalidad y que se congele el tiempo de permiso vigente que les quede, para un eventual regreso a España, a aquellos que decidan retornar a sus países de origen sabiendo que, cuando la situación mejore, podrán volver y retomar el permiso vigente. Y es que por más que sea cierto que parte de los extranjeros en paro procedentes de la construcción lo tendrán difícil para encontrar empleo, es una evidencia demográfica que cuando escampe la crisis, dado el rechazo de la población autóctona a ocupar ciertos empleos, volverá a necesitarse mano de obra extranjera. Si fue un error hace años no planificar su llegada y vinieron sin papeles, sería absurdo abocarlos a la ilegalidad con la esperanza de que se marchen para, más adelante, traer a otros.