El barrio

«¡No le peguen más!»

Protesta  8Vecinos del Raval esperan a la concejala de Ciutat Vella, anoche, ante el local donde se iba a reunir el consejo del barrio.

Protesta 8Vecinos del Raval esperan a la concejala de Ciutat Vella, anoche, ante el local donde se iba a reunir el consejo del barrio.

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / TONI SUST
BARCELONA

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Hubo un momento durante la violenta detención de  Juan Andrés Benítez en el que la tensión se trasladó a un lugar insospechado: los balcones de la calle de la Aurora. En ese instante, entre la alarma y la incredulidad vecinal, algunos mossos exigían a los residentes que presenciaban la intervención policial desde balcones y ventanas que regresaran al interior de sus hogares. La principal preocupación, según algunos testigos, era que nadie tomara imágenes del polémico arresto.

«Los mossos miraban a su alrededor y, cuando vieron que había gente con el móvil en la mano, les gritaban: ¡No se puede grabar!», relata Isaac Marín, que presenció buena parte del altercado. Ese control y rastreo del entorno queda reflejado en la actitud de uno de los agentes que inmoviliza a la víctima y que alza la cabeza para inspeccionar el entorno, según se aprecia en el vídeo disponible en la web de EL PERIÓDICO y como también recoge el atestado de la Policía Nacional. Según explica este vecino, acto seguido se dirigieron a la portería número 15 de esa calle mientras miraban hacia arriba y gritaban: «¡Abre la puerta, abre la puerta!». 

D. F., inquilino de este portal, confirma la versión y detalla que varios mossos exigían desde la calle la apertura del portal. Instantes después entraron y se personaron ante el domicilio de una de las residentes. «Pude escuchar cómo le decían que no se podía grabar la cara de la policía, que tomar imágenes era ilegal y que tampoco estaba permitido mostrar esos vídeos en Youtube», añade. Y confirma que cuando acudió a preocuparse por la chica la encontró afectada por una actuación en la que se sintió «amenazada». 

Quejas desde los balcones

Una de las testigos que declaró ante la jueza ya había revelado la presencia de agentes de la policía catalana en las escaleras de los bloques colindantes al lugar del suceso. Y otros vecinos, como Gladis y como Samiullah, que vive justo encima de donde Benítez fue reducido, confirman el extremo y también que los agentes exigían que «nadie se quedara en sus ventanas». 

Las órdenes de los mossos llegaban después de que muchos vecinos reaccionaran ante el «clima de violencia» que estaban presenciando, recuerda Pauline Bermúdez. Esta chica explica que muchas personas desde sus balcones pedían a la policía que «dejaran tranquilo» al arrestado. «¡No le peguen más!», gritaban algunos. Incluso se llegaron a oír gritos de «asesinos». «Pero ellos [los mossos] solo insistían a la gente en que se metieran en casa», resume Juan Pablo Santos. Este joven afirma que, dos semanas después del incidente, la indignación en el barrio no cesa.

Escrache a la edil

Eso se evidenció con el escrache organizado ayer por la tarde contra la concejala de Ciutat Vella, Mercè Homs, que iba a presidir el consejo del barrio. La edila aún no había dicho ni mu del caso Benítez. Intentó actuar con normalidad, entre gritos. Ofreció públicamente su pésame a los próximos a Benítez y pidió un minuto de silencio. Los que protestaban no daban crédito a aquello. De pie quedaron ella y otros representantes del consistorio mientras unas 150 personas gritaban «¡Asesinos!». El minuto duró unos 35 segundos.

Homs estuvo a punto de suspender, pero aguantó y tuvo que escuchar quejas por la muerte de Benítez, por la brutalidad policial en el distrito, por el trato a las prostitutas, por recientes redadas en bares gay. Constantemente increpada, no pudo ceñirse a un orden del día más relajado. Pero aguantó.

No está tan claro que aguante el barrio, a tenor de las quejas. «Hay crispación en el distrito. La gente está harta de la presión que supone la promoción de un turismo desmedido. Todo esto es insostenible». Así habla Maria Mas, integrante de la Xarxa Veïnal de Ciutat Vella, que denuncia «asedio policial» en el distrito. El presidente de la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona, Lluís Rabell, considera que en la comisaría de Mossos de Raval hay un problema «enquistado», un determinado colectivo de agentes, «media docena», con los que, dice Rabell, «se ha tenido una excsiva tolerancia. Tenemos un problema».

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