Radiografía del sistema educativo

El país de los repetidores

Examen de inglés, ayer, en el instituto Poeta Maragall de Barcelona.

Examen de inglés, ayer, en el instituto Poeta Maragall de Barcelona.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA
ANTONIO M. YAGÜE / MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En plena semana de exámenes de septiembre, la segunda oportunidad que los institutos brindan a los alumnos para que traten de enmendar lospatinazossufridos durante el curso y puedan pasar así al siguiente nivel, pedagogos y docentes discuten sobre las bondades e inconvenientes de estas pruebas extraordinarias, que se celebran en Catalunya por segundo año consecutivo. Las discrepancias entre los expertos desaparecen, en cambio, cuando se debate sobre si hay que mantener o no las repeticiones de curso como medida para combatir el fracaso escolar, un mecanismo que se podría acentuar aún más con la implantación de las reválidas previstas en la ley orgánica de mejora de la calidad educativa (LOMCE) del ministro José Ignacio Wert, de las que se desconoce si implicarán, en caso de suspenso, la repetición de curso.

Pese a que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), responsable de los célebres informes PISA sobre competencias básicas, rechaza la práctica de la repetición de curso como sistema, España destaca por su elevado número de repetidores, a pesar de que el Gobierno mantiene que lo más frecuente es que los alumnos promocionen automáticamente de curso, tal y como establece la normativa vigente, la LOE, que fija la repetición de nivel para quienes tengan más de dos materias suspendidas.

EN LAS ANTÍPODAS DE FINLANDIA / La realidad dice que a los 15 años, en el tramo final de la ESO, el 35% de los jóvenes españoles han permanecido al menos un año más en alguno de los 10 cursos de los que consta la enseñanza obligatoria, frente al 13% de media de los países miembros. En Catalunya, en cambio, los datos más recientes disponibles indican que en el curso 2009-2010 unos 25.000 de los 274.000 matriculados ese año en la ESO (el 9,1%) repetían curso.

En global, España es, según las estadísticas de la Unión Europea, el segundo país -tras Luxemburgo- con mayor tasa de alumnos de secundaria repetidores, mientras ocupa una triste posición, año tras año, en las pruebas PISA. Finlandia, que lidera los resultados en la encuesta, solo tiene una tasa del 0,5% en estudiantes repetidores en secundaria.

Pese a lo dicho por la OCDE, la Comisión de Educación de la UE evita mojarse al respecto y considera, de entrada, que repetir curso no es ni bueno, ni malo. Es, dice, una cuestión cultural o una tradición de cada sistema educativo, insiste un informe de la Agencia Ejecutiva en el Ámbito Educativo (Eacea). «En los países con tasas más altas prevalece la idea de que repetir un curso es beneficioso para el aprendizaje del alumno», agrega la Eacea un organismo dependiente de la comisión.

CON APOYO DE LOS PADRES / Esa creencia, afirma el estudio en sus conclusiones, «se apoya en la opinión de los profesionales de la educación, en la comunidad escolar y de los propios padres». «Los cambios en la normativa sobre repetición de curso no son suficientes para cambiar esta creencia; habría que sustituirla por un enfoque alternativo sobre cómo tratar las dificultades de aprendizaje de los alumnos», sostiene.

«La repetición de curso no deja de ser, en cierto modo, una manera de hacer que los chicos tropiecen dos veces con la misma piedra. Los problemas de un estudiante que termina el curso con dificultades graves difícilmente se solucionarán haciéndole pasar por lo mismo otra vez», advierte Maria Vinuesa, miembro de la junta rectora del Grup de Mestres Rosa Sensat. «Cuando a un estudiante le cuesta aprender, hay que analizar qué le está pasando más allá de lo estrictamente académico, hay que estar atento a su estado emocional y a su grado de madurez», agrega Vinuesa.

Y una vez descubierto qué le ocurre al alumno, «una vez detectado el problema, hay que ofrecerle, primero, una atención lo más individualizada posible, y, segundo, orientarle hacia estudios en los que se sienta mejor o hacia los que pueda desarrollar mejor sus habilidades y competencias», señala Màrius Martínez, profesor de Pedagogía Aplicada en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). «Como todo en la vida, la decisión debe tomarse en función de cada alumno, pero hay que tener cuidado porque repetir puede ser como descontarle a un chico un año de vida», sentencia el exdecano de la facultad de Ciències de l'Educació.

LAS REVÁLIDAS DE WERT / «Lo que es evidente es que las reválidas y las pruebas externas que tanto gustan a algunos políticos no van a ser ninguna solución. Al contrario: al pasar a todos los estudiantes por el mismo rasero, sin contar con sus particularidades, el problema se va a agudizar todavía más», considera Martínez. Según ha argumentado el ministro Wert cada vez que le ha tocado defender la LOMCE, el objetivo de la normativa es «mejorar la eficiencia del sistema educativo». La eficiencia. Actualmente, alega Wert, hay ya «un 40% de los chicos de 15 años que han repetido al menos un curso y eso tiene una incidencia económica inmensa». Tal es así, que «en la fase obligatoria hay medio millón de repetidores que cuestan 2.500 millones de euros» a las arcas públicas.

Más preocupada por los resultados de las pruebas de competencias y por completar el despliegue de su programa en contra del fracaso escolar, laconsellerade Ensenyament, Irene Rigau, se ha mostrado siempre contraria a la repetición de curso. «La mitad de los repetidores siguen sin haber adquirido las competencias básicas al final de sexto curso», denuncia Rigau, que constata que «los alumnos que arrastran bolas de hierro atadas al pie, no avanzan».