Gente corriente

Pablo Juan Aliaga: "Campo, cocina y ropa siguen pidiendo cuerda"

Ha regentado 50 años la cordelería Los Quince, un comercio del barcelonés barrio del Guinardó en el que solo venden cuerda.

«Campo, cocina y ropa siguen pidiendo cuerda»_MEDIA_1

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CARME ESCALES

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Pablo Juan Aliaga «Juan es mi primer apellido» -precisa- llegó a Barcelona con poco más de 20 años. Vino ya casado con Consuelo, desde El Toro (Castellón de la Plana), donde nació en 1932. Vino a trabajar a la fábrica Macosa (luego GEC-Alstom), donde fabricaba piezas para construir trenes. Pero a los siete años de estar allí, siguiendo el ejemplo de un tío de su esposa que tenía un comercio de cuerda en Valencia, él y su cuñado decidieron abrir una cordelería en Barcelona.

—¿Les pareció fácil?

—No sabíamos nada, pero queríamos trabajar para nosotros mismos. Encontramos este local con vivienda junto al paseo de Maragall, por donde pasaba el tranvía, y el tío de mi esposa vino a instruirnos un poco.

—¿Qué es lo que hay que dominar en el oficio de cordelero?

—Sobre todo, las clases de cuerda que se fabrican. Hay que saber distinguir el cáñamo del esparto, la pita, el sisal, el algodón, el plástico, y ahora las hay también de poliester, polietileno y rafia. Pero, para este y para cualquier negocio, lo que hay que dominar sobre todo son las ganas de trabajar.

—¿Recuerda a los primeros clientes que entraban a por cuerda, hace más de 50 años?

—Bueno, es que si hubiéramos tenido que vivir de la venta al detalle, no estaríamos aquí, no podríamos comer. Nosotros hemos vendido siempre más que nada al por mayor. Yo cogía mi maleta con las muestras de diferentes tipos y grosores de cuerda y me iba por los pueblos de Catalunya y Aragón. El tío de mi esposa nos enseñó quiénes podían ser nuestros clientes, qué tiendas vendían cuerda al detalle o podían necesitarla para fabricar lo que ellos hacían, por ejemplo las espardenyeries como la de la calle de Avinyó, en Barcelona, que son buenos clientes. También visitaba ferreterías y alpargaterías de Zaragoza, Huesca, Barbastro, Monzón, Graus, Tortosa, Vinaròs, Benicarló, Amposta...

—¿Volvía siempre contento?

—Sí, el que se mueve, siempre hace algo.

—A través de sus clientes sabían a quiénes se les acaba vendiendo cuerda. ¿Quién compra más cuerda?

-Ui.. en aquellos años mucha más gente que hoy. La cuerda se necesitaba para todo, cuando no había bolsas de plástico, se ataban los fardos con cuerda, también los paquetes para enviar por correo, los niños saltaban a cuerda en el patio del colegio y en la calle. La Casa de las Mantas era un gran cliente porque entregaban las mantas con cuerda. Y una vez vinieron de El Tricicle a comprar cuerda para un espectáculo. Sí, para el cine y el teatro alguna vez también hemos vendido, pero hoy, la cuerda se usa sobre todo para tender la ropa, para atar el tall rodó y en el campo, para liar balas de paja o manojos de verduras, los payeses todavía utilizan mucho la cuerda. Sí, campo, cocina y ropa siguen pidiendo cuerda. 

-Y hoy también los escaladores, ¿no?

-No, porque la cuerda que ellos usan tiene que estar homologada y nosotros no la vendemos. La suelen comprar en tiendas donde se pueden aprovisionar de todos los complementos necesarios para escalar, como los arneses... Quienes sí hemos notado que compran más cuerda ahora, en concreto el cordón de algodón, son las tiendas de manualidades, porque entre muchas de las labores que se están volviendo a hacer, se está haciendo mucho macramé.

-¿Quién fabrica la cuerda que venden?

—En Alicante y Murcia hay aún algunos grandes fabricantes, sobre todo de esparto, porque tienen sol y la tierra allí es árida.

—Cuando se entra en esta tienda es como si el tiempo se hubiera detenido en ella, ¿todo está igual que cuando la abrió?

-Igual. Solo que hace mucho tiempo que no vivimos ya en la vivienda contigua, y ahora son mis hijos Consuelo y Pablo quienes tiran ya de la cuerda del negocio.