Un verano sin nadie en casa

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MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Son los niños de la llave, porque van al colegio con una en un bolsillo, en la mochila o colgada del cuello con una cinta, para no perderla. Tienen entre seis y 13 años (muchas veces son grupos de hermanos) y, si son ya responsables de las llaves de casa es porque, cuando terminan las clases, no hay nadie para abrirles la puerta. Así que pasan las tardes de lunes a viernes solos y, dentro de pocas semanas, cuando empiecen las vacaciones de verano, pasarán también los días enteros en soledad. “Son hijos de familias trabajadoras pobres, pero no lo suficientemente pobres como para tener derecho a actividades sociales gratuitas”, señala Pepa Domingo, coordinadora de los Programas de Infancia en España de la oenegé Educo.

Con la crisis y la precarización del empleo, la cifra de niños de la llave en España ha pasado de los aproximadamente 350.000 menores que había en el 2009 a los alrededor de 580.000 que hay en la actualidad. Un 65% más. 

Educo ha encuestado a familias que se encuentran en esta situación, ha hablado con asociaciones de barrio que se dedican a detectar y a atender a estos chavales, ha entrevistado a especialistas, ha cruzado toda esa información con datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) y ha elaborado el informe 'Nativos de la crisis: los niños de la llave', en el que alerta de las preocupantes circunstancias en que viven esos menores. “Y ahora, con el verano a la vuelta de la esquina, las cosas se pueden aún agravar más, porque es una época en la que los adultos de esas familias aprovechan para coger algún trabajo temporal extra”, indica Domingo. 

PASAN DE IR AL COLE POR LA TARDE

Que un niño, pequeño o ya adolescente, pase tantas horas solo en casa genera dos tipos de situaciones, explica la técnica de Educo. “O son niños solitarios, que se encierran en casa, que comen mal, que navegan todo el día por internet sin control y que se enganchan a la tele, o son niños que mantienen actitudes disruptivas con los adultos, aunque solo sea para llamar la atención”, detalla. En ambos casos, esa soledad tiene efectos negativos sobre su rendimiento escolar. Por ejemplo, prosigue, “son estudiantes con unas altas tasas de absentismo, porque después de ir a comer a casa al mediodía, ya no vuelven al colegio por la tarde, aprovechando que no hay nadie en casa que les obligue”.

En Catalunya, estos niños de la llave han proliferado desde que en el curso 2012-2013 se implantó la jornada intensiva en la ESO, una medida a la que hoy se acogen el 94% de los institutos públicos. Fruto de ello, las entidades sociales han empezado a detectar a cada vez más chavales de 12, de 13 años, que comen tarde (a partir de las tres) “la mayoría solos en casa sin supervisión adulta, porque solo un 13% de las madres y pocos padres han llegado a casa a esas horas", constata Ismael Palacín, director de la fundación Jaume Bofill.

NO ES POR NEGLIGENCIA DE LOS PADRES

No necesariamente se produce una situación de negligencia por parte de los padres, sino que existe una imposibilidad de conciliar la atención adecuada de los hijos con los horarios muy dilatados de trabajo”, advierte Francesc Centeno, que trabaja en programas municipales dirigidos a la infancia y la adolescencia en L’Hospitalet de Llobregat. Esta ciudad es, justamente, una de las pocas de España en que funciona, desde hace ya unos años, un proyecto socioeducativo pensado en exclusiva para estos menores, el Projecte Clau de la Fundació Ítaca

"Los colegios también confirman que no se trata de padres despegados o desinteresados", agrega Pepa Domingo. "Tanto maestros como directores de centros educativos coinciden en que los progenitores de estos niños de la llave son personas implicadas y preocupadas por sus hijos -aclara-. Lo que ocurre es que tienen jornadas laborales muy largas y carecen de una red de apoyo familiar que pueda echarles una mano en el cuidado de los niños".

Estas familias forman parte del 58% de españoles con hijos de 3 a 16 años que no pueden hacer vacaciones ni una semana al año. Así las cosas, a los problemas de soledad que sufren estos menores, se suma, en estas épocas del año, un sentimiento de desarraigo e inferioridad. "Ellos no hablan de lo que van a hacer en verano, porque no van a hacer nada... Hay algunos que, por no sentirse mal, se inventan una historia", afirma la responsable de Infancia de Educo, que ha puesto en marcha una campaña para recaudar fondos con los que pagarles beca para que puedan ir, al menos, de colonias.