Gente corriente

Maria Teresa Gaudí: "Gaudí construía calidez por su plenitud interior"

Es uno de los pocos familiares directos de Gaudí aún vivos. Su bisabuelo era hermano del padre de Antoni Gaudí i Cornet.

«Gaudí construía calidez por su plenitud interior»_MEDIA_1

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CARME ESCALES

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Lluís Garcia Reig era todavía un adolescente cuando un verano, en su Alcoi natal, le explicó a su padre que había conocido a una descendiente del arquitecto Antoni Gaudí. El padre le contó entonces que él y sus hermanas lloraron el día que supieron de la muerte de aquel «hombre bueno». Garcia Reig es hoy secretario de los Amics de Gaudí de Reus, entidad cuya vicepresidencia ocupa su esposa, Maria Teresa Gaudí de Bérez (Reus, 1946), bisnieta de un tío de Gaudí. La pareja se casó en la Sagrada Família.

-Un día especial en un lugar en el que ¿cómo se siente por su vínculo con su artífice?

-Me impone admiración lo acogedor que es un espacio tan enorme. Las catedrales pueden ser preciosas arquitectónicamente, pero a veces son frías, y eso no pasa en la Sagrada Família. Creo que mucha gente lo siente así. Nosotros nos casamos en la cripta el 16 de julio de 1973 e hicimos las fotos en una de las torres. Nunca había estado tan serena.

-¿No se emocionó?

-No, ese día estás pendiente de que todo salga bien. Sí lloré el 16 de julio pero de 30 años después. Unos días antes, mossèn Lluís Bonet nos había animado a asistir ese día a misa y, sin avisarnos, dijo al público: «Hoy tenemos aquí a dos buenos cristianos, ella descendiente de Gaudí...», y nos volvió a casar.

-En la cripta, junto a la tumba de Gaudí. ¿A quién conoció que lo hubiera tratado?

-Mi padre, una padrineta -la hermana de su padre- y un tío. Me explicaban que desde Reus iban a a visitarlo a la Sagrada Família. Mi padre tendría 8 años y mis tíos 10 o 12, y Gaudí, aunque no le gustaba demasiado que le distrajeran de su trabajo, les enseñaba lo que hacía y les daba avellanas que llevaba en los bolsillos. Las torres les impresionaban tanto que las miraban boquiabiertos, y Gaudí les decía: «No badeu, que sembla que baixeu de l'hort». Mi padre llegaba a casa y le decía a su padre que no le gustaba que el oncle Gaudí les dijera aquello. Aún guardo una cinta de casete en la que grabé a mi tía contándolo.

-¿En su casa tenían claro dónde nació?

-Bueno, es que en todas las inscripciones -bautismo, colegios y testamento- él y su padre hicieron constar que nació en Reus.

-¿Usted a qué se ha dedicado?

-Soy psicóloga infantil, ahora jubilada.

-¿Cómo describiría psicológicamente a su pariente Antoni Gaudí?

-Tenía una inteligencia privilegiada, era una persona equilibrada y muy serena. De haberlo conocido, hubiéramos podido tener en él a un buen amigo. Trataba igual al señor Güell, el mecenas que le dio carta blanca, que al último ayudante de la fila. Era plenamente íntegro, efectivo en su trabajo, austero, sencillo y humilde. Por muy arquitecto que fuera, no le importaba salir a pedir caridad para construir el templo.

-También fue valiente para declararse a una mujer que no le correspondió.

-Sí, dicen que era de Mataró. Y eso que Gaudí tenía ojos azules y buena planta. Hay quien ve en mis ojos cierto parecido.

-En Mataró fue donde Gaudí levantó su primera obra, para muchos desconocida.

-Yo entré por primera vez hace un mes, cuando se firmó la Declaració de Mataró, el manifiesto que aúna a dueños y gestores de la obra de Gaudí para preservar su legado. Quedé impresionada por la Nau Gaudí -acoge la Col·lecció Bassat de arte contemporáneo y ahora celebra 130 años de su construcción-. De nuevo la sencillez hecha grandiosidad. Gaudí construía calidez por su plenitud interior.

-Tal vez el amor que no pudo entregar a su enamorada lo depositó en su obra.

-Puede ser, él vivía para su obra, incluso dormía en la Sagrada Família. No tengo la impresión de que fuese un solitario, aunque su vida interior debió ser plena.