Gente corriente

Mari Quiñonero: "¿Por qué tener una vida perra ha de ser peyorativo?"

El arte sirve a esta ilustradora de moneda de cambio para salvar la vida de galgos abandonados

«¿Por qué tener una vida perra ha de ser peyorativo?»_MEDIA_1

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JUAN FERNÁNDEZ

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La elegancia de los galgos solo es comparable a la tragedia que suele perseguirles. Sobre todo a los que son usados de correveidile en cacerías y acaban abandonados o ahorcados. En lo que va de 2016, al menos 13 de ellos se han librado de ese terrible destino gracias a lasmuyperras.com, la plataforma on line que ha creado la ilustradora Mari Quiñonero (Murcia, 1979) en compañía de su amiga Rebeca Khamlichipintora, usando la belleza como reclamo. Si no te conmueve el maltrato, que al menos lo haga el arte.

-¿Qué hace una artista rescatando galgos abandonados? Todo empieza con una llamada. Una noche de enero, un familiar de Rebeca nos avisa de que hay un galgo asustado y extraviado en un pueblo de Toledo. Las dos amamos los animales y tenemos varios galgos viviendo en nuestras casas, así nos fuimos para allá con un paquete de salchichas y una galga de Rebeca para atraerlo. El pobre estaba hecho polvo, se notaba que lo habían machacado. Pero conseguimos calmarlo y rescatarlo. Camino de la protectora, nos vinimos arriba y nos dijimos: tenemos que hacer algo.

-Y crearon Lasmuyperras. Ahí llegamos tras darle algunas vueltas. Conocemos el mundo de los galgos y sabemos que la única forma de salvar a un ejemplar abandonado es encontrarle sitio en alguna protectora, que suelen andar mal de espacio y presupuesto. La solución pasaba por conseguir fondos para los albergues donde pueden cuidarlos mientras alguien los adopta. Nuestra red de contactos está llena de artistas, así que pensamos: ¿y si les invitamos a colaborar donando algunas de sus obras?

-¿Qué ocurrió después? Que el tema se nos fue de las manos. La idea inicial era muy modesta, limitada a algunos creadores amigos nuestros, pero enseguida aparecieron montones de diseñadores, marcas y autores dispuestos a colaborar con sus obras. Que figuras como Elvira Lindo, Muñoz Molina, Diostuitero o Màxim Huerta decidieran colaborar con nosotras nos dio mucha difusión. Así hemos conseguido recaudar 6.000 euros y rescatar 13 galgos en seis meses.

-¿Cómo funciona el invento? En Lasmuyperras.com ponemos en contacto a creadores que ofrecen altruistamente sus obras y personas que hacen donativos y reciben esas creaciones a modo de recompensa. En octubre volveremos con nuevas creaciones. También se pueden hacer aportaciones en plan crowdfunding, y tenemos a la venta las fotos que hace nuestro amigo Ale Megale a mi galgo Manolo posando con las piezas. Son preciosas.

-Precisamente, llama la atención el tratamiento estético con el que abordan algo tan trágico como el maltrato animal. No queríamos hablar de lo mal que lo pasan los galgos, y le aseguro que tenemos historias para hacer llorar a medio país. Rescatando perros hemos descubierto una España profunda abominable, la de los cazadores que usan a galgos en sus monterías, que es para echarse a temblar. Pero preferimos entrar por otro lado.

-¿Por eso eligieron ese nombre? Inicialmente pensamos llamarnos 'Laslocasdelcoño', porque hay que estar loca para meterse en este lío, pero por suerte nos lo quitaron de la cabeza. Lasmuyperras busca dignificar la existencia de estos animales. El lenguaje es muy importante y a menudo somos presos de él. ¿Por qué tener una vida perra ha de ser peyorativo? Son animales fieles, nobles, generosos, llenos de buenas cualidades. Nos declaramos muy perras.

-¿Qué fue de aquel primer galgo que rescataron? Le pusimos de nombre Francisco y hoy vive felizmente con una familia en Holanda, a la que también hace muy feliz. Pero le podría contar la historia de mi Manolo, que tenía un miedo atroz a los hombres cuando lo rescaté y hoy es un miembro más de la familia, junto a Hugo, mi otro galgo, que nació y creció sin trauma alguno, y Carmencita, a la que encontré abandonada en Murcia. La vida perra puede ser una alegría continua. Es cuestión de darles una oportunidad.