José Ignacio Wert «Los préstamos podrían ser una fórmula para pagar el máster»

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / MADRID

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Tras tres años dirigiendo con mano de hierro el Ministerio de Educación, José Ignacio Wert (Madrid, 1950), el ministro más provocador -y también el peor valorado- del Gobierno, afronta el tramo final del mandato reconociendo que le van a quedar «tareas pendientes». Y no será porque no le haya puesto empeño a eso de sacar adelante leyes contra viento y marea. Tras la polémica LOMCE, Wert ha encendido ahora los ánimos de la comunidad universitaria con un decreto que permitirá que los grados duren tres años, y no cuatro como ahora. Según el ministro, la gente no ha entendido la reforma que impulsa.

-Hay cosas que en las que ha habido algún error de interpretación... Por ejemplo, ¿qué significa que los rectores han pedido una moratoria al Gobierno para implantar los grados de 180 créditos? ¡Pero si el decreto no impone ningún ritmo, ni ningún plazo! El decreto dice que cada universidad decida si quiere grados de tres años y qué prisa tiene. Por eso, no tiene sentido pedir una moratoria al Gobierno. La moratoria se la tienen que pedir a sí mismos.

-Pero no fue solo eso, los rectores hablaron también de oportunidad política, de no mezclar la reforma con las elecciones.

-Hay cosas que por mis propias limitaciones no alcanzo a entender. Y no entiendo la relación entre este decreto y los procesos electorales... Luego, otra de las imputaciones que nos han hecho es que no se ha dialogado suficientemente. Pero es que de este tema llevamos dos años hablando.

-También dicen que la modificación de los grados y los másteres... 

- No, no. Y perdone que la interrumpa, los másteres no se tocan. No hay nuevos másteres. Los másteres ya tienen, desde el 2007, una estructura flexible, de uno o dos años. Lo único que cambia es la exigencia de que los universitarios que vayan a alcanzar el doctorado tengan cursados, entre grado y máster, un mínimo de 240 créditos, es decir cuatro años.

-Bueno, pues digamos entonces que esta renovación no llega acompañada de un nuevo sistema de becas que garantice el acceso a los másteres de las personas con menos recursos.

-Es que yo creo que sobre eso tampoco hay información buena. Hoy, la cobertura de becas de grado y la de becas de máster es muy similar, es decir, en proporción, se dan las mismas becas para estudiantes de grado y para los de máster.

-Permita que insista: la nota de acceso a una beca de máster es hoy de un mínimo de 7.

-Pero es que, ahora mismo, la nota media con la que los estudiantes españoles concluyen sus estudios de grado es ya de 7,26. Suficiente para beca. Además, para cursar másteres habilitantes, que son los que dan acceso al ejercicio de profesiones reguladas, la nota es de 6,5. Otra cuestión es que se mejore la tasa de transición, el porcentaje de alumnos que acaban un grado y pasan al máster. Si excluimos los habilitantes, esta tasa de transición al máster está entre el 20% y el 30%. ¿Eso irá cambiando? Dependerá del mercado de trabajo y de la sedimentación que tenga en la percepción de los estudiantes el hecho de cursar un máster.

-¿Es eso lo que busca la reforma?

-La adaptación que se hizo de Bolonia no solo adolece de las dificultades de transitabilidad. Lo que se hizo en muchos casos fue comprimir las anteriores carreras de cinco años en cuatro años. Por eso, hay muchos que ahora piensan: «Pues si ya fue difícil pasar de cinco a cuatro, qué difícil será pasar de cuatro a tres». Pero esa no es la cuestión, no se trata de embutir cinco años en tres. La cuestión es que los grados de tres años tengan otra configuración, que tengan un nivel suficiente de concreción, que proporcionen una formación suficiente para encontrar un primer empleo.

-Bueno, quien quiera adquirir más especialización, tendrá que hacer un máster, claro.

-Pero ese modelo acabará obligando a los estudiantes a ir a máster.

-Sí, ¿y eso no devaluará los grados?

-A ver, hay que diferenciar entre todo esto. Dejemos al margen las profesiones reguladas, las que ya ahora precisan de un máster habilitante. ¿Qué pasa con las demás? Pues en otros países se accede al máster, muchas veces, después de haber adquirido cierta experiencia profesional. Algunas universidades incluso la exigen. Yo creo que con el paso de los años va a será cada vez más frecuente que el estudiante con un grado tenga un primer trabajo, y que pasado un tiempo en ese primer trabajo, haga un máster. Eso abrirá la puerta a más másteres a distancia o a tiempo parcial.

-¿Cómo ve la propuesta catalana de que el primer curso de máster tenga el mismo precio que uno de grado? ¿Podría aplicarse en toda España?

-Podría ser (silencio). Podría aplicarse en toda España, pero más allá de las universidades, el primer interlocutor en este tema han de ser la comunidades autónomas, que son las que determinan los precios. El problema es que las horquillas de precios son ahora aproximativas, porque no conocemos el coste efectivo de estudiar en la universidad, porque casi ninguna universidad lleva una contabilidad analítica. De todas maneras, tenga en cuenta que entra dentro de lo lógico que los másteres sean algo más caros que los grados, porque hay menos estudiantes matriculados y porque se precisa de un profesorado más especializado. Hay distintas fórmulas para financiar eso y una de ellas podría ser la que ya se aplica en Catalunya con unas ayudas en gradación a partir de la renta del estudiante.

-¿Es ya el escenario para introducir los préstamos universitarios?-Siempre hemos dicho que los préstamos no hay que verlos como un sustitutivo de las becas, que son una herramienta de equidad en la educación no obligatoria. Este sistema se ha de mantener e, incluso, en la medida en que la restricción fiscal se vaya suavizando, las becas se han de aumentar. Aunque ahora tenemos la mayor dotación de becas de la historia... En todo caso, los más interesantes son los créditos contingentes, los que se aplican en el Reino Unido, en que la obligación de devolver el importe se produce cuando el estudiante alcanza un determinado nivel de ingresos. Pero creo, en todo caso, que los créditos universitarios podrían ser una manera de mejorar la tasa de acceso al máster.