El sondeo del GESOP

Los catalanes, divididos a partes iguales ante la independencia

JOSE RICO
BARCELONA

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Con toda probabilidad, la manifestación de hoy le pondrá foto a una composición de lugar que se ha apoderado en pocos años delmapa identitario catalán, con los estudios de opinión como único testigo. Hace solo cinco años, en octubre del 2007, la idea deromper con España atraía al 34% de los catalanes. Pese a que el contexto ya justificaba en aquel momento elcabreo catalán y, de hecho, dos meses después tuvo lugar la masiva manifestación de protesta por el déficit de infraestructuras y las sucesivas averías en las Rodalies de Barcelona, la independencia aún era algo hostil para el 44% de los ciudadanos. Bamboleado por los agravios y laincomprensión del resto de España, el independentismo ha ganado músculo y se mueve yaen los albores de la mayoría. Pero los temores y las incertidumbres hacen que su suelo todavía no sea sólido.

Un estudio elaborado por el Gabinet d'Estudis Socials i Opinió Pública (GESOP) para EL PERIÓDICO refleja queel 46,4% de los catalanes votarían en un hipotéticoreferendo de independencia. ¿Suficiente para ser mayoría? Por extraño que parezca, la respuesta esdepende. Un 22% tiene claro que elegiría la papeleta delno.Pero una cuarta parte de la ciudadanía, el 25,7%, no se decanta ahora mismo por ninguna de las dos opciones y se refugiaría en el voto en blanco o la abstención. Y es el peso de los indecisos el que podría impedir a los independentistas descorchar cava. La encuesta ha provocado unintenso debate en la red.

La estimación de voto, lo que se conoce comola cocina, deja la balanza prácticamente equilibrada, en situación deempate técnico. El 49,5% de los catalanes apoyarían un Estado catalán y un 48% lo rechazarían. La explicación del GESOP es que el grueso de ciudadanos que dudan hoy entre ely elnoapostarían al final por mantener los lazos con España. Varias respuestas permiten llegar a esta conclusión. Cuando a los ciudadanos se les pone en la tesitura de tener que votar mañana mismo, y no a medio o largo plazo, se incrementa tanto el porcentaje de favorables a la independencia como, especialmente, el de detractores. El 51,8% votaríacon total seguridad o probablemente si el referendo se celebrase mañana. El 32,5% se inclinaría por el no. Es decir, mientras los partidarios del Estado propio crecen cinco puntos, los opositores suman 10 puntos más.

VOTO OSCILANTE / Otra dato clave: entre quienes no se posicionan ni a favor ni en contra de la independencia, dominan los que votaríannoo se abstendrían si el referendo tuviese lugar mañana. El 46,6% de los indecisos mantendrían su indecisión en tal caso, pero un 34,5% rechazaría la ruptura, frente a un 18,8% que la avalaría. Al igual que hace el Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) de la Generalitat, el GESOP ha preguntado a los catalanes por su modelo territorial preferido, con resultados muy similares respecto al último sondeo oficial del Govern. El Estado independiente es la opción mayoritaria (34,1%), pero son más quienes se inclinan por quedarse en España, entre los que defienden el statu quo autonómico (27%) y los que abogan por que Catalunya sea un Estado en una España federal (26,1%).

Los últimos estudios del CEO demuestran que, si bien la crisis y el déficit de financiación impelen a abrazar la independencia como solución, los lazos con España constituyen el principal freno para que el secesionismo avance a nivel sociológico. De ahí que, a preguntas del GESOP, el 44,8% de catalanes aseguren que solicitarían la doble nacionalidad en caso de que Catalunya se independice. Pero un porcentaje similar, el 41,1%, querría tener únicamente la nacionalidad catalana. Y apenas un 9% se quedaría solo con la nacionalidad española.

QUERER O CREER / Los deseos, en ocasiones, chocan con la realidad. Casi un 60% de los catalanes cree que Catalunya no acabará siendo independiente, frente a un 31,3% que sí confía en ello. De este último tercio de los entrevistados, el optimismo desborda a un 6%, que otea la ruptura con España en un plazo máximo de cinco años. Un 9% prefiere fijar ese horizonte bastante más lejos, a no menos de 20 años vista. El fuerte carácter volátil del independentismo, basculante según la coyuntura, obliga a la prudencia. Todo puede cambiar con una manifestación. O con un pacto fiscal.