Gente corriente

Licia Verde: «¿Eres chica y dudas si hacer ciencia? ¡A por ello!»

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GEMMA TRAMULLAS

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Una voz soñolienta responde al otro lado del teléfono. Es primera hora de la mañana en Boston (EEUU), donde la astrofísica y cosmóloga Licia Verde está apurando un año sabático [la foto está hecha en la universidad de Harvard]. Investigadora ICREA en el Institut de Ciències del Cosmos (IEEC-UB), es la primera mujer vinculada a una universidad catalana que aparece en la lista de los 100 científicos españoles más citados en internet, según la lista del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Concretamente, ocupa el puesto 87º. Su testimonio como mujer que ha escalado hasta la élite científica se complementará mañana en esta misma página con el de una brillante joven que acaba de matricularse en Física y Matemáticas.

Una astrofísica en una galaxia de hombres. Es de las pocas mujeres en las listas de investigadores más citados en internet.

-¿Solo 6 mujeres de 100 investigadores? Parece una lista más propia de los tiempos de Hipatia de Alejandría (la filósofa y científica del siglo IV) que del siglo XXI. [Ríe] Esto no solo pasa en la ciencia, sino en todas las posiciones donde haya poder. Se llama techo de cristal. Cuando entras en la universidad hay muchas mujeres, pero a medida que avanzas en los niveles de doctorado, investigación posdoctoral y profesorado académico fijo es como una leaky pipeline [cañería que gotea].

-¡Qué buena metáfora! ¿Y por qué usted no ha goteado? Ni idea. Precisamente acabo de hablar sobre eso en una reunión de Zonta International, una organización dedicada a promover el avance de las mujeres en todos los campos. En mi intervención dije que me parecía un error presentar modelos de científicas perfectas. Sería mejor hablar de las dificultades que han tenido que superar y de los momentos en que creían que se salían de la tubería. Se aprende más sabiendo lo que no funciona que lo que funciona.

-¿Usted siempre fue de ciencias? Es más complicado. Nací en Venecia y a los 5 años me regalaron un libro sobre el cielo que tenía un capítulo sobre cosmología que me encantó. En el instituto me gustaba la física, pero no era buena en matemáticas y escogí humanidades. Hasta que me harté de traducir griego y latín. En un verano me leí todos los libros de física y matemáticas y me matrículé en la facultad de Física. El primer año parecía que me había pasado un camión por encima.

-¿Qué le decían cuando explicaba que quería ser física? La gente se sorprendía. Era normal ver mujeres en Medicina, pero en Física no.

-¿Con qué dificultades topó? Tenía una beca de Zonta para hacer el doctorado, pero con eso no podía mantenerme. Al final conseguí otra beca similar para mujeres y después una de la Unión Europea. Las becas y los premios actúan como una mensaje que dice: «¡Tú puedes!».

- La maternidad es un factor clave. Tengo gemelas de 4 años. Las tuve con 40 años, cuando ya tenía una plaza fija. Si hubieran nacido antes, quizá lo hubiera dejado. A ciertos niveles se exige estar disponible para trabajar 20 horas al día y cuando tienes hijos eso no es posible. A mí me han preguntado en una entrevista de trabajo si quería tener hijos, cosa que no se puede hacer y que no le preguntarían a un hombre.

-La desigualdad persiste, pese a las medidas para evitar el goteo de mujeres. Al principio hubo una mejora, pero la situación se ha estancado. Algo que obedece a múltiples causas y no tengo la solución. Participo en el programa 1.000 girls, 1.000 futures asesorando a mujeres jóvenes y siempre les digo lo mismo: «¿Eres chica y dudas si hacer ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas? ¡A por ello! No pienses en las dificultades, ¡pruébalo!».

-¿Tiene algún referente científico? No, pero me he comprado un superordenador y lo he llamado Hipatia [Ríe].