Antorchas ancestrales

Las fallas del Pirineo preservan el ritual de invocar buenas cosechas

Los 'Fallaires' llegan a La Pobla de Segur.

Los 'Fallaires' llegan a La Pobla de Segur. / periodico

CARME ESCALES / BARCELONA

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Con un toque distintivo en cada población, sobre los rituales de la fiesta y la manera de preparar las fallas, aros o 'brandons', que son los diferentes tipos de antorchas utilizadas, las fiestas del fuego en el Pirineo y Prepirineo declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad se celebran desde tiempos inmemoriales. “La ritualización del sol en forma de fuego que baja de la montaña hasta los pueblos, como símbolo de riqueza para el campo y la payesía, forma parte de la memoria histórica del Pirineo, que el reconocimiento de la UNESCO ayuda todavía más a preservar”, afirma Ferran Rella, presidente del Consell Cultural de les Valls d’Àneu.

Esta entidad fue precursora de la declaración de Patrimoni Nacional de las fallas de Isil, que esta población del Pallars Sobirà obtuvo en 1991. “Aquí se han hecho toda la vida. Son símbolo de nuestra identidad y es un orgullo para nosotros haberlas sabido conservar de generación en generación. Hemos sido, además, un precedente para que otros pueblos del Pirineo donde se habían dejado de celebrar durante algunos años, como Alins, las hayan querido recuperar”, explica Bernat Comas, vecino de Isil, de 33 años, y dueño de uno de los dos únicos bares de la población, La Tona.

Hasta Isil llegó, en 1957, el historiador y fotógrafo Pere Català Roca, hermano del célebre fotógrafo Francesc Català Roca. “Fue un espectador de lujo. Sus instantáneas inmortalizaron la bajada de antorchas en un espléndido reportaje fotográfico, con toda riqueza de matices”, relata Rella. Él es autor del libro 'Aquesta nit encenem falles', de 1987, que plasma la historia de la preciada herencia pirenaica, como lo hace también la exposición 'Les festes del foc als Pirineus', que se podrá visitar del 23 de junio al 3 de julio en el Ecomuseu de Esterri d’Àneu.

SENTIMIENTO ARRAIGADO

La fuerza que ha irrumpido en los pueblos de tradición 'fallaire' del Pirineo no significa solo un revulsivo para su economía, también despierta el interés por ahondar más en las raíces de la fiesta. “En Arties preparan una película sobre la noche de Sant Joan que, a su vez, promocionará el Vall d’Aran”, anunció la consejera de Turisme, Comerç i Consum del Conselh Generau d’Aran, Anna Díaz. “La gente está muy animada, eufórica y emocionada, y en muchos pueblos buscan documentos antiguos sobre su historia, para recuperar también sus fallas, porque se cree que se habían hecho en buena parte del Pirineo. Con danzas, ofrendas y oraciones, con las que los vecinos pedían buen tiempo para sus cosechas”, argumenta Díaz. Las danzas de Isil fueron recuperadas de la mano del festival Dansàneu, que se celebrará en las Valls d’Àneu del 21 al 26 de junio, coincidiendo con la bajada de fallas en el Pallars.

EN EL ADN

De abuelos a nietos, de padres a hijos, la tradición de ir a buscar los troncos al bosque, en otoño, dejarlos secar durante el invierno y empezar a preparar las fallas cuando se acerca el solsticio de verano es algo que en los pueblos 'fallaires' lleva su gente en la sangre. “Las corres desde los cuatro años, en compañía de tus padres o abuelos. Y la falla va creciendo contigo. Es algo que sentimos como una tradición muy nuestra y, como los 'castells' y las 'patums', hay que vivir las fallas para saber lo que son”, apunta desde el Vall de Boí Carme Aixalà, 'fallaire' de toda la vida y propietaria de los apartamentos Alta Muntanya de Barruera.

“Es un cúmulo de sensaciones que no se pueden describir”, expresa desde el Vall de Boí María José Erta, una vecina de Vilaller de 47 años que, cuando tenía 23, envió una espontánea carta al director de un diario local describiendo su sentimiento fallero. Hoy Erta preside la Associació de Pobles Fallaires del Pirineu de Catalunya y Aragón (17 y 9 poblaciones respectivamente), que ya preparan un calendario internacional que recoja la tradición y especificidades aros, brandones y fallas de todos los municipios pirenaicos, “vamos todos a una en la preservación de este patrimonio y tradición”, concluye  Erta.