Negocio en el dedo

Las aplicaciones móviles no hacen dinero con el pago por uso, sino con la publicidad, la venta de datos y las recomendaciones

Unos adolescentes con sus móviles, en Barcelona.

Unos adolescentes con sus móviles, en Barcelona.

C. J.
BARCELONA

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Las apps suelen utilizar la identificación del usuario a través del número de serie del teléfono (IMEI o UDID), la localización y el rastreo de compras dentro de la aplicación para medir el comportamiento de sus clientes, y la agenda de contactos para ampliar el mailing. Según la consultora estadounidense Appauthority, esta información va a parar a redes de anuncios en el 71% de casos de apps para Android y en el 32% de apps para iPhone e iPad; a publicaciones en redes sociales en el 73% de las apps para Android y el 61% de iPhone; y a informes internos de fallos de la aplicación (56% Android, 48% iPhone).

En principio, la información que se recolecta para publicidad es anónima. «Las cookies también existen para móviles. En principio, saben hasta qué marca de cerveza prefieres, si tienes hijos o si padeces sobrepeso, pero no saben tu nombre», afirma Santiago Bagué, jefe del servicio Appytest del centro tecnológico BDigital. Menos Google, que puede cruzar tus datos personales gracias a la cookie universal.

Muchos actores

Este acceso a datos de los usuarios los gestiona en primer lugar el propietario del sistema operativo del teléfono: Google (Android), Apple (iPhone), Microsoft (Windows Phone), Blackberry o Mozilla. Después las apps que se instalen sobre ellas. Y luego, con quienes ellas los compartan, como redes publicitarias. Todo, sin problema, pero siempre que se advierta al usuario y este consienta.

Tim Cook, el consejero delegado de Apple, anunció recientemente en una carta pública, a propósito de la actualización del sistema operativo móvil de la compañía, que Apple no tenía como negocio conseguir datos de los usuarios para venderles publicidad sino «vender grandes productos». Cook admitía que solo habían creado una una plataforma publicitaria, iAd, «para que algunos creadores de aplicaciones pudieran rentabilizar su producto», pero que no tomaban datos de «salud, de Siri, de mensajes, historial de llamadas, contactos o correo». La funcionalidad de recibir anuncios personalizados viene activada por defecto en el iPhone y es el usuario quien puede desactivarla.

El mensaje se interpretaba como una toma de distancia respecto a Google, que sí basa su negocio en los datos que obtiene del usuario, pero también como una cura en salud por la cantidad de datos que comienza a acumular el iPhone, incluida la huella dactilar y los datos de pago. Un filón que los analistas se muestran escépticos de que no sea aprovechado.

Para los pequeños desarrolladores, en cambio, el negocio es otro. «Lo que más dinero vale en estos momentos es cómo captar usuarios a coste cero, y el dinero se hace con las recomendaciones. Es decir, si tu tienes una app que identifica música, cobras de poner un enlace a la tienda que vende la canción. Eso en España es casi nada, porque la gente no compra, pero en otros mercados es mucho dinero. También poniendo publicidad cruzada de otros juegos dentro de un juego», explica Juan Capeans, jefe de márketing de inQBarna.