La conspiranoia y los intereses económicos dan alas a la Xylella en Italia

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MICHELE CATANZARO / BARCELONA

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Cuando unos investigadores de la región olivarera de Apulia, en el sur de Italia, detectaron que los olivos de la zona estaban afectados por la Xylella (una bacteria odiada en América por secar toda clase de plantas) no se esperaban lo que les iba a caer encima. 

La primera observación de la plaga en Europa dio paso a un psicodrama, con activistas encadenados a olivos milenarios, fiscales persiguiendo a científicos y la bacteria campando a sus anchas, ante el fracaso de dos intentos consecutivos de contención. El precedente italiano demuestra lo controvertida que puede ser la Xylella en regiones fuertemente dependiente del olivo.

En el 2013, un equipo de investigadores de Apulia descubrió que el síndrome de decaimiento rápido del olivo que afectaba a la región se debía a la 'Xylella fastidiosa pauca'. "El primer foco estaba cerca de un vivero, que había importado de Holanda una planta de café que venía de Costa Rica. Los análisis genéticos han confirmado esta ruta", explica Lisa Signorile, divulgadora científica y doctora en genética de poblaciones por el Imperial College de Londres, que ha seguido el caso en detalle. Los investigadores implicados no conceden entrevistas, debido al juicio en el cual están imputados. En el momento de la detección, la enfermedad ya estaba difundida más allá de ese foco inicial.

Desde entonces, la zona afectada se ha extendido a 540.000 hectáreas, según informa Silvio Schito, director del servicio fitosanitario de Apulia. "En la región hay un monocultivo de olivos: la enfermedad ha encontrado un huesped favorable y ha corrido como la pólvora", afirma Giorgio Morelli, científico del italiano Consejo para la Investigación en Agricultura y Economía Agrícola (CREA). Sin embargo, la difusión explosiva no se debe solo a razones biológicas. "Dos planes de contención han naufragado: cuando llegaban las excavadoras, la gente denunciaba la intevención ante la justicia y las autoridades las paraban", explica Signorile.

"Enseguida se difundió la conspiranoia. Algunos decían que la Xylella había llegado con unas plantas experimentales en un congreso científico. Otros que la Monsanto había hecho experimentos en Apulia", explica Signorile. Algunos agricultores y organizaciones ambientalistas negaban que hubiera Xylella, o que fuera responsable de la desecación de los olivos. Estas hipótesis han sido tumbadas sistemáticamente por las agencias de seguridad alimentaria.

No obstante, en diciembre del 2015, la fiscalía de Lecce abrió una investigación contra cinco científicos a los que acusaba, entre otras cosas, de introducir la plaga en Italia. "El sumario es contradictorio: a veces da a entender que la bacteria podría no estar presente, a veces cita nueve variedades distintas", explica Signorile. No obstante, la imputación conllevó el bloqueo de las medidas de contención.

Además de los motivos culturales y la afectación a plantas milenarias, Signorile cita motivaciones económicas. "La Unión Europea subvenciona la mera posesión de plantas antiguas, aunque no sean productivas. La erradicación representa una pérdida", explica. Morelli apunta también a conflictos entre investigadores locales, algunos de los cuales cuestionaron el trabajo del equipo descubridor.

En mayo del 2016, la Corte Europea de Justicia avaló los programas de contención. Desde entonces, se ha creado una zona en la cual se practica la erradicación. "La zona afectada tiene 10 millones de olivos, pero más al norte hay 50 millones", explica Morelli. Aún hay mucho en juego.