ESCÁNDALO DE PEDERASTIA EN LA IGLESIA

El juez considera probados los abusos de los curas de Granada

Pintada en la parroquia de San Juan María Vianney, donde daba misa el líder de los Romanones.

Pintada en la parroquia de San Juan María Vianney, donde daba misa el líder de los Romanones.

JULIA CAMACHO / SEVILLA

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El juzgado de Granada que investiga los abusos sexuales a menores cometidos supuestamente por varios miembros de la Iglesia vinculados al denominado clan de los Romanones da total credibilidad al testimonio de las víctimas. Así se desvela en el auto que ordena levantar el secreto de sumario y en el que se pide a las partes que tipifiquen los delitos que se cometieron y, sobre todo, cuáles habrían prescrito. Y es que, como ya advirtió en su momento el juez y la propia policía, el tiempo transcurrido, entre 7 y 11 años, podría impedir que se juzguen algunos hechos.

En función de su calificación, la prescripción de los delitos se sitúa entre los 5 y 10 años, de ahí que el juez quiera conocer qué hechos podría llevar a juicio. El auto imputa directamente a diez religiosos y dos laicos, entre ellos el profesor de Religión que fue arrestado en noviembre junto a tres de los curas que, supuestamente, encabezaban el clan de los Romanones en el entorno de la parroquia de San Juan María Vianney de la capital granadina. Todos ellos quedaron el libertad con cargos, y el considerado líder del grupo, el sacerdote de 60 años Román Martínez, tuvo que pagar 10.000 euros de fianza.

Aunque serán las partes quienes, en 10 días, deberán tipificar en primer lugar los hechos y apuntar el grado de autoría, participación necesaria, cooperación o encubrimiento, el juez entiende que los hechos pueden ser constitutivos de los delitos de exhibicionismo y agresión y abuso sexual, con las agravantes de prevalimiento o de superioridad moral.

En el auto se describe el calvario que sufrieron dos de las víctimas, tanto en la casa parroquial como en un chalé, y del que escaparon por poco otros dos jóvenes que han avalado las denuncias en calidad de testigos. Pese al relato, la defensa de los sacerdotes mantenía ayer su inocencia.

ENTRE LOS 14 Y LOS 17 AÑOS / La primera de las víctimas dijo haber sufrido abusos entre el 2004, cuando tenía 14 años, y el 2007, cuando contaba 17. Román le animó a compartir vida con el grupo religioso para fomentar la vocación que decía ver en él. Pero lo cierto es que por las noches llegaron los masajes, los tocamientos y las masturbaciones con otros curas.

«Román, en varias ocasiones, intentó introducirle el miembro viril en el ano» pero la víctima, «al sentir dolor, se apartaba de él», relata el auto. Pero como el cura le amenazaba con echarle del grupo y le hacía «sentirse mal, terminaba por acceder a todo lo que le proponía, a pesar de su expreso rechazo». Una coacción que se repitió con el otro denunciante.

El juez subraya además cómo el líder del grupo coaccionaba a la primera de las víctimas diciéndole: «Como soy tu padre, tienes que dejarte llevar». También le instaba «a vivir la sexualidad sin tapujos» y le decía que «es una sensación increíble que te toquen el punto G» mientras le masturbaba. Otras veces dejaba en evidencia a la víctima por no eyacular «cuando practicaban estas masturbaciones». Los curas además se exhibían desnudos en la piscina del chalé, practicaban orgías y visionaban películas pornográficas para hacerle entender que era «algo normal».

Pese a la gravedad de las acusaciones, la Iglesia de Granada no tomó cartas en el asunto hasta que lo exigió el Vaticano, que conoció lo ocurrido directamente de una de las víctimas, un joven que ahora tiene 24 años. Aun así, el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, solo tomó medidas contra los presuntos autores materiales, a los que suspendió ad divinis.

El levantamiento del secreto del sumario sorprendió ayer a Martínez de visita en Roma. Unas imágenes de la televisión del Vaticano le mostraban concelebrando una misa con el papa Francisco. Aunque se había apuntado a la posibilidad de que Martínez fuera llamado a capítulo y sustituido, el arzobispado relacionó ayer el viaje con las actividades diocesanas.