Gente corriente

Guillem Martín Brasó: «Conozco mis orígenes 27 generaciones atrás»

Tomó el relevo de su tío en la búsqueda de antepasados Brasó. Ha compuesto la radiografía familiar desde 1250.

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CARME ESCALES

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El recorrido por las partidas de nacimiento, bautismo y defunción y certificados de matrimonio de los ancestros de Guillem Martín Brasó, desde su madre hacia atrás, han congregado en un árbol genealógico a 27 generaciones con el mismo apellido, unas 1.300 personas de múltiples nacionalidades y un origen común. Esta es la historia de muchas historias con solo cinco letras en común.

¿De dónde provienen los Brasó?

¿Una de las teorías que descubrimos apunta que su origen pudo ser la población austro-húngara de Brasov, hoy en Rumanía. Durante la Cuarta Cruzada (1202-1204), oriundos de allí llevaron el apellido a otros destinos, como Catalunya, según un pergamino de 1284 que encontramos en La Garriga.

¿Un buen día, su tío empezó a indagar...

¿Sí, él, Miquel Brasó, era albañil, arquitecto, aparejador, delineante, arqueólogo e investigador. Estudió los orígenes urbanísticos y topónimos del antiguo pueblo de Gràcia, y la historia de Sant Medir. Y desde muy joven empezó a visitar archivos en busca de Brasó. A su muerte, en 1975, siguió esa labor su hermano Pedro. Yo les ayudaba a indexar sus pesquisas. Registros, impuestos, dispensas de familiares que solicitaban permiso a Roma para casarse... Lástima que durante la guerra civil se quemaron muchos archivos.

¿Y hasta hoy... ¿Han contactado con los descendientes de todos esos Brasó?

¿Hemos hecho varios encuentros, el primero en 1997, con 170 personas. Cada una llevaba en la solapa el nombre de cinco antecesores. Vinieron de Chile, Argentina, Inglaterra, Francia, Suiza y Andorra, y por videoconferencia conectamos con otros emigrados a Canadá y Estados Unidos.

¿Continúa buscando información?

¿Sí, internet facilita mucho el trabajo de actualización. Era una lástima que todo lo recopilado se perdiera. Me hace ilusión seguir hasta completar la cuarta generación que me sigue, y hacerlo con todos en los que, como en mi caso, se acabe el apellido.

¿Hay algunos Brasó más destacables?

¿Menos militares, hay un poco de todo, incluso un abad de Montserrat, un periodista uruguayo asesinado, una Brasó casada con un hijo de Rafael Casanova y un médico que emigró a Uruguay con su esposa y cinco hijos y allí enviudó y se volvió a casar y tuvo otros seis hijos. Los nacidos allí hoy están en Catalunya, y los cinco catalanes se quedaron en Uruguay. Hubo también un alcalde de Horta, donde logramos que dedicaran a los Brasó unos jardines allí donde hubo una masía de la familia (1732), al lado de donde yo, sin saberlo, vine a vivir.

¿Usted a qué se ha dedicado?

¿Empecé a los 14 años en una fábrica textil, en Gràcia. Después de la mili estudié Teoría Textil en la Escola Industrial y en autoestop viajé a Alemania. Estudié alemán y trabajé en restaurantes y en una fábrica textil antes de entrar en Agfa, donde en 1968 me ofrecieron un cargo en Catalunya. Soy escalador, 55 años miembro del Club Excursionista de Gràcia y editor de su boletín; colecciono placas de cava -más de 2.000- y ejemplares de El pequeño príncipe en diferentes lenguas -más de 100-. Estudié catalán ya jubilado porque hablaba castellano, alemán, francés, inglés, italiano y árabe, pero hacía faltas en mi lengua y ahora soy voluntari de la llengua.

¿Qué reporta a su vida tantísimo afán?

¿Hay quien cree que escalar una montaña es perder el tiempo, pero los montañeros sabemos que llegar a la cima llena tu interior. Igual pasa con todos los retos que te propones en la vida. Planteas un problema y lo resuelves, sabes que cada reto esconde la solución de un problema y una satisfacción. También las relaciones personales y la familia son retos a trabajar cada día. Mi esposa, Carme, y yo este año celebramos 50 años de casados, a punto de ver nacer a nuestra segunda nieta, Alexandra, el próximo nombre que anote en el árbol genealógico. A ella le podré contar que conozco mis orígenes 27 generaciones atrás.