EL DRAMA DE LA URALITA

España reconoce a menos del 10% de los enfermos por amianto

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Beatriz Pérez

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Dependiendo de cuál sea su edad, la palabra 'amianto' puede sonarle en mayor o menor medida. El amianto (o asbesto) es uno de los componentes del fibrocemento, un material de construcción comercializado preferentemente por la empresa Uralita SA, por eso ha sido conocido con este nombre. ¿Le suenan los tejados de uralita? Eso es el amianto y si su casa ha sido levantada antes del año 2000, probablemente contenga este material en cubiertas o tuberías, pues ha sido usado, de manera masiva y durante décadas, como aislante del calor y del fuego en edificios.

El amianto está prohibido en toda la UE desde el 2000. Se ha demostrado que las fibras sueltas de amianto que llegan a los pulmones pueden causar enfermedades graves, como cáncer de pulmón, mesotelioma (tumor de pleura cuya única causa conocida es el amianto) o asbestosis (un tipo de fibrosis pulmonar). No se alarme: aunque actualmente muchas construcciones contienen amianto, solo aquellos materiales muy degradados pueden suponer un peligro real para la salud. Países como Francia obligan a certificar si la vivienda que se va a vender o alquilar tiene o no asbesto.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el amianto es el responsable cada año de más de 100.000 muertes en todo el mundo. Víctimas como extrabajadores de los centros industriales donde se manipulaba este material cancerígeno sin ningún tipo de protección, pero también familiares suyos que estuvieron en contacto con las fibras (por ejemplo, mujeres que lavaban la ropa de trabajo del marido) e, incluso, vecinos que vivían cerca de un foco de producción.

La zona cero del amianto

La zona cero del amianto en toda España se encuentra en Cerdanyola del Vallès (Barcelona). Ahí estuvo, desde 1910 y hasta 1997, la fábrica de Uralita. Por eso Cerdanyola ha sido elegida este año como lugar de acogida del encuentro internacional de víctimas del amianto, que se celebra de jueves a sábado y está organizado por la Associació de Víctimes per l'Amiant de Catalunya (AVAAC) y por la cooperativa de abogados Col·lectiu Ronda.

"En 1925, Uralita tenía 325 trabajadores en plantilla. Cinco años después, más del doble. Mucha gente vino a Cerdanyola a trabajar en esta fábrica", señaló el alcalde del municipio, Carles Escolà, este jueves en la recepción institucional del evento. Las cifras dan una idea del crecimiento de esta multinacional que hace años cambió de nombre y actualmente se llama Corporación Empresarial de Material de Construcción (Coemac).

"Se sabía desde 1940 que el amianto era dañino y en 1947 se reconoció la enfermedad de la uralita. ¿Por qué se siguió utilizando? Porque era un material muy barato y muy bueno. Y no hay que olvidar que la empresa sigue activa, ganando millones y millones", dijo por su parte Raquel Lafuente, abogada del Col·lectiu Ronda. Esta cooperativa trabaja desde hace más de 30 años en la defensa de los derechos de las personas afectadas por la exposición al amianto y denunciando la falta de medidas efectivas de protección.

Los focos de contaminación

Localidades como Cerdanyola, Ripollet o Castelldefels han sido importantes focos de contaminación no solo para trabajadores de Uralita, sino también para familiares y vecinos. Las enfermedades relacionadas con el amianto tardan entre 20 y 30 años en desarrollarse, por eso siguen apareciendo nuevos casos de pacientes pese a que el amianto está prohibido en España desde el 2002 (en el 2000, cuando se prohibió en el resto de Europa, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, pidió una moratoria).

Hoy por hoy, el amianto solo está prohibido en 50 países (entre ellos Estados Unidos y Canadá). En zonas como India, Brasil o el norte de África se sigue utilizando. La OMS advierte de que cada año se comercializan unos 2,5 millones de toneladas de amianto en todo el mundo. Hay 125 millones de trabajadores expuestos al día.

Una de las problemáticas más grandes de la enfermedad del amianto es la infradiagnosis en el ámbito de la Administración, que no reconoce a esta como una enfermedad laboral. Según algunas fuentes, se estima que en España solo se están reconociendo menos del 10% de todos los casos que hay. En Suecia se diagnostica esta enfermedad un 200% más en nuestro país.

Solución: la vía judicial

Esta falta de reconocimiento lleva a muchos afectados por el amianto en España a verse obligados a recurrir a la vía judicial para obtener las prestaciones que les corresponden. Una de las sentencias más importantes de los últimos años fue la del Tribunal Supremo en el 2012, cuando este unificó doctrina y resolvió que Uralita incumplió la normativa desde los 40.

También los últimos 12 meses ha habido avances: dos sentencias establecieron que la empresa debe indemnizar a unos 40 familiares y vecinos del entorno de la fábrica de Cerdanyola. Son sentencias pioneras porque admiten el impacto sobre la salud del asbesto en personas que no tuvieron una relación laboral directa, lo que se identifica como afectados pasivos ambientales.

Aun así, queda mucho por lo que luchar. El neumólogo Josep Tarrés, que lleva 30 años atendiendo a enfermos, pide la creación de un registro de expuestos y afectados por este cancerígeno ("Hay que crear un diagnóstico precoz, al mesotelioma llegamos tarde", asegura), un censo de espacios con amianto y apoyar la campaña mundial 'Amianto Cero'.