iniciativa feminista

'Disparos' al machista

IGNASI FORTUNY / BARCELONA

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La fotografía es una herramienta de poder, decía la escritora estadounidense Susan Sontag. Esta afirmación animó a G. y B., dos jóvenes residentes en Barcelona que prefieren permanecer en el anonimato, a contratacar al machismo cotidiano, también llamado micromachismo. Ellas retratan con sus teléfonos a los "machirulos, machitrolls", así llaman a los "acosadores callejeros", que las hacen sentir "incómodas" cuando van por las calles de la ciudad. "La cámara es nuestra arma". Por acoso entienden los 'piropos' ("no existen los 'piropos' buenos", remarcan), los silbidos y las miradas lascivas. "Cualquier cosa que me esté 'objetizando", simplifica G. "Existe la agresión verbal y la visual-simbólica", expone esta fotógrafa barcelonesa.

G. y B. han impulsado recientemente una iniciativa que busca denunciar a los 'cat callers' (expresión inglesa para referirse a los asediadores callejeros) a partir de la fotografía en “versión moderna”, a través de Instagram. Una vez sufren acoso por parte de algún individuo en la vía pública, estas se enfrentan a él retratándolo con la cámara del móvil y suben la imagen a la red social, donde han creado una cuenta (@cat_callers_r_trash) y un 'hashtag' (#catcallersrtrash) para ello. "Nos apropiamos de su imagen. Es una respuesta justa, cárnica. Tú me 'objetizas' a mí, pues yo lo hago contigo", defienden. "Buscamos que se sientan incómodos, que sientan que lo que han hecho no está bien", explica B., filóloga inglesa. Esta práctica las hace "sentir poderosas". "Vamos por la calle con una actitud diferente, como si fuéramos armadas. 'Disparamos', igual que con una pistola",  añaden. 

Esta manera de denunciar al machismo callejero está presente en otros lugares del mundo de formas similares. Un buen ejemplo de esto son Las Morras, un grupo de jóvenes mexicanas que se dieron a conocer a partir de un vídeo en el que demostraban el acoso en las calles de Ciudad de México. Y en Barcelona hace años que funciona el proyecto HollabackHollaback, una página que aglutina episodios de acoso callejero y los geolocaliza. "La forma de subvertirse es actuar con este tipo de iniciativas", exponen G. y B. Por su parte, el Ayuntamiento de Barcelona ha señalado a este diario su "preocupación y su voluntad clara" de combatir todas las formas de violencia machista.

LAS CIFRAS DEL ACOSO

Algunos informes permiten dar visibilidad al acoso sexual a las mujeres en números. La última encuesta de Factores de Riesgo en Estudiantes de Secundaria, elaborada por la Agencia de Salud Pública de Barcelona, apunta que el 26,4% de las adolescentes barcelonesas han sufrido alguna vez acoso sexual. Un porcentaje que crece si se amplía la mirada del estudio. Más de la mitad de las mujeres europeas han sido acosadas sexualmente en algún momento de su vida, según el Eurobarómetro publicado en noviembre del 2016. En este informe de la Comisión Europea también se detallaba que siete de cada 10 europeos creen que esta actitud hacia la mujer es "común" en su país.

La legalidad vigente en España para proteger estos casos es "suave", define Lorena Garrido, investigadora del Grup Antígona de la Universitat Autònoma de Barcelona. En el 2015 entró en vigor un nuevo artículo en el Código Penal que da armas jurídicas para combatir el 'stalking', el "acoso ilegítimo". De todos modos, este artículo dice que el asedio debe ser "reiterado, por lo tanto no encajaría con el 'piropo' callejero", explica Garrido.

Sin embargo, la profesora expone que la normativa internacional sí que se ha movido en este sentido. El artículo 40 del Convenio del Consejo Europeo sobre la lucha contra violencia machista (Estambul, 2011) señala que el acoso es delito. Concretamente, define que “toda forma de comportamiento no deseado, verbal, no verbal o físico, de carácter sexual, que tenga por objeto o resultado violar la dignidad de una persona, en particular cuando dicho comportamiento cree un ambiente intimidatorio, hostil, degradante, humillante u ofensivo, sea castigado con sanciones penales u otro tipo de sanciones legales". También remarca que "las Partes -entre las que está España- adoptarán las medidas legislativas o de otro tipo necesarias" para castigarlo. "Por lo tanto, tendríamos que adecuar esto a nuestras leyes", sentencia Garrido. Según la investigadora, esto podría tener un "impacto simbólico con el que se podría intentar un cambio de comportamiento general". "Siempre deberían ser penas y sanciones proporcionales", añade. La investigadora también apunta que "en términos prácticos no hay personal jurídico formado en estos temas". Cabe destacar que, según el citado Eurobarómetro, más del 40% de los preguntados creen que los "comentarios sexualmente sugerentes o ‘bromas’ a una mujer en la calle" no deben ser castigados por la ley.

UNA PRÁCTICA "OSADA"

G. y B. se quejan de estar desamparadas legalmente, lo que contraponen con la defensa que podrían ejercer los retratados por su iniciativa. Sandra Vilajoana, profesora de Derecho de la Comunicación en la UOC y la Facultat de Comunicació Blanquerna URL, explica que desde un punto de vista jurídico es "bastante osado difundir imágenes de terceros, perfectamente identificables, sin su consentimiento". Vilajoana expone que esta práctica podría vulnerar el derecho fundamental a la imagen y el derecho al honor del fotografiado. La experta en derecho de la comunicación considera que "se deben encontrar vías para solucionar este problema, pero siempre minimizando el riesgo de vulnerar el derecho de terceros".