La crisis agrava la situación de los alcohólicos y aumenta su estigma

DESTILADOS. La potente industria alcoholera no deja de ampliar su oferta.

DESTILADOS. La potente industria alcoholera no deja de ampliar su oferta.

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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felipe A., de 47 años, vecino de Sabadell y que acude semanalmente a una terapia en grupo de personas alcohólicas, tenía un camión con el que ejercía de transportista hasta que, en el 2007, un amigo le convenció de que la auténtica prosperidad le llegaría si enfocaba su vida hacia la construcción inmobiliaria. Vendió el camión y adquirió otro vehículo, caro, provisto de una hormigonera capaz de elaborar y distribuir toneladas de hormigón por las decenas de obras que sembraban Catalunya.h El crédito bancario que suscribió fue tan descomunal como su inmediato hundimiento. Su vida y su autoestima quedaron a la intemperie y él no fue consciente del calibre que adquiría su costumbre diaria de vivir «empujado» por un trago de alcohol.

Recayó en una dependencia alcohólica que creía superada, al tiempo que lo marginaron los amigos y se fueron extinguiendo los escasos empresarios que le llamaban de tarde en tarde ofreciéndole una obra en la que depositar hormigón. Su experiencia -profesionalmente no ha vuelto a levantar cabeza, aunque su salud sale adelante- no es rara ni minoritaria. «La población general ha reducido algo el consumo de bebidas alcohólicas desde que hay crisis económica, pero quien ya tenía problemas con el alcohol ha empeorado notablemente», asegura el doctor Antoni Gual, director de la unidad de dependencia alcohólica del Hospital Clínic y asesor sobre esta adicción en la Conselleria de Salut.

«Ante una reducción de plantilla, han sido los primeros en caer, porque las empresas siempre saben quién sufre esta adicción y también porque al alcohólico le cuesta percibir que peligra su trabajo -añade Gual-. Los alcohólicos se han hecho más dependientes de la bebida. Simultáneamente, los servicios sociales han reducido o eliminado las ayudas a estos enfermos, y los ciudadanos se han vuelto menos comprensivos con ellos».

De forma general, los alcohólicos han aumentado sus dosis diarias de bebida -un bric de vino cuesta un euro- y han caído en un círculo de creciente rechazo social. «El estigma contra el alcohólico ha empeorado ostensiblemente», resume Gual. «Hay más consumo compulsivo y con alcohol de peor calidad», afirma el doctor Carlos Roncero, responsable del centro de atención y seguimiento de adicciones del Hospital del Vall d'Hebron, que gestiona la historia clínica de 3.000 pacientes alcohólicos, 1.500 de ellos activos.

El grupo de terapia al que desde hace dos años acude Felipe A. reúne a personas de 18 a 69 años. «La mayoría, no trabaja -explica-. Queremos salir adelante, somos gente normal». Dicen los médicos que ha cambiado el perfil epidemiológico del bebedor. «Ahora atendemos a muchos jóvenes que han dejado los estudios -describe Roncero-. La sociedad huye de ellos. No se les considera enfermos».

Ese cambio de actitud ciudadana, en otro tiempo algo más tolerante con los bebedores enfermos, puede estar vinculado con la actual época de penuria, analiza Gual. «Al ciudadano le apetece considerar que un consumo moderado de vino y cerveza es bueno, incluso para la salud, y margina con fuerza a quien cuestiona esa posición. La sociedad es bastante manipulable», dice el médico.

Un factor que explica esta situación, coinciden, es la intervención o «presión» de la industria alcoholera. «Se da la bienvenida a estudios científicos sesgados, que dicen que un consumo determinado de alcohol protege la salud cardiovascular», critica Gual. «Se oculta que el alcohol es un gran carcinogénico, que debería ser tratado como cualquier inductor del cáncer -añade-. Está demostrada la relación directa entre consumo alcohólico y aparición de cáncer de mama, laringe, faringe e hígado». Gual niega que el alcohol proteja la salud cardiovascular.

De forma creciente, el alcohol tiende a ser la única sustancia adictiva consumida, también por razones económicas. «Quien tomaba alcohol y otras drogas, ahora solo bebe vino de mala calidad o destilados baratos que lesionan la mucosa gástrica», dice Roncero. No existen cifras fiables de enfermos alcohólicos en Catalunya o el resto de España, asegura Gual. La Generalitat dispone de datos sobre el consumo de alcohol, pero no el número de enfermos. Estudios del Ministerio de Sanidad indican que en España existen 300.000 alcohólicos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en 11 millones los ciudadanos de la UE que sufren dependencia alcohólica.