INDUSTRIA ECONÓMICA A DEBATE

Colau examinará con lupa el impacto de los cruceros

Pasajeros del 'Allure' van a la parada de taxis al término del crucero, un domingo.

Pasajeros del 'Allure' van a la parada de taxis al término del crucero, un domingo.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Dispuesto a escrutar con lupa a todo sector económico vinculado al turismo en Barcelona, el equipo de Ada Colau examinará a fondo el impacto de los cruceros en Barcelona, desde el uso del espacio público que hacen los cruceristas hasta el efecto contaminante de los barcos en el puerto. Los datos se debatirán en el Consell de Turisme i Ciutat que ha creado el nuevo gobierno municipal y en función de sus conclusiones se reunirán con los «agentes del sector para tomar las medidas necesarias».

Un sector donde por prudencia nadie se atreve públicamente a enfrentarse con el consistorio, pero que exhibe datos para rebatir algunas de las ideas preconcebidas por el ayuntamiento, como que los cruceristas nutren en buena medida las marabuntas de viajeros en la Rambla y el centro. Y es que aunque en el 2014 la ciudad registró 2,36 millones de estos viajeros, solo un 48% hicieron escalas de unas horas en la ciudad, lo que implica que concentren sus puntos de visita intensivamente. El resto empezaban y/o acababan ruta, pernoctando en la ciudad (y con ruta turística más extensiva), o bien venían o iban directamente al aeropuerto si ya conocían Barcelona. En el mes punta, agosto, los barcos inyectaron a la capital catalana casi 11.000 viajeros al día, lo que supone que cerca de la mitad se apearon por unas horas. Esos más de 5.000 visitantes efímeros son poco más de mil de media diarios en los meses de invierno. Y la gran mayoría de visitantes eligen por comodidad excursiones organizadas que les llevan desde el parque Güell a Montserrat. Es decir, una inyección pequeña para el centro de la ciudad en el marco de los 274.000 paseantes que surcan a diario la Rambla, según datos municipales.

Seis a la vez

No obstante, la concejala de Ciutat Vella, Gala Pin, ya avanzó a EL PERIÓDICO el pasado 5 de julio que en la reordenación de la Rambla habría que «negociar con el puerto qué pasa con los cruceros». Un anuncio que causa perplejidad en la comunidad portuaria, donde alegan que las planificaciones se hacen a dos y tres años vista, y siempre tratando de repartir las escalas al máximo, de modo que este verano habrá un máximo de seis a la vez. El día punta en viajeros será el 13 de septiembre, con cuatro barcos (incluidos dos de los mayores del mundo, que inician y acaban ruta cada domingo en la ciudad) y un total de 26.770 cruceristas, de los que la mayoría llegarán o irán hacia hoteles y aeropuertos.

Una jornada en el puerto a plena actividad constata las cifras, con gran trajín de autocares rumbo a variados destinos: desde una cata de cavas en Vilafranca del Penedès a una ruta modernista. Y de taxis, ya que muchos utilizan este medio para recorrer la ciudad de forma más ágil y por un precio fijo. Otra porción, pequeña, no tiene más ambición que recorrer el centro y es aquí cuando toman el bus directo que les saca del alejado Moll Adossat y los deposita a pie de la Rambla. Bastaría con cambiar la parada para frenar este flujo por el epicentro de la ciudad.

Navieras consultadas y empresas de servicios creen que el nuevo gobierno de la ciudad, como muchos ciudadanos, no conoce el sector más allá del volumen total, que ha hecho de Barcelona el primer puerto de Europa, con Roma pisándole los talones. Precisamente, el equipo de Colau quiere «analizar cuál es el retorno económico real de la actividad, cuánto dinero genera y como revierte en la ciudad», señalan. En su último informe, del 2013, Turismo de la ciudad lo cifró en 256 millones de euros, entre el gasto del turista que pernocta antes o después del viaje (121 euros al día) y el que pasa unas horas (61 euros), y el tripulante (21). Gastan sobre todo en tiendas y equipamientos culturales. Pero la misión municipal irá más allá: también pondrán la lupa en «la contaminación que generan en sus atraques el puerto, sobre todo en agua y aire y gestión de residuos» (ver página 3) e incluso en «los derechos laborales de los trabajadores» (regulados internacionalmente y la mayoría en navieras de sello norteamericano) y «en el tipo de visitas que hacen los cruceristas, su uso del espacio público y del comercio, y cómo afecta a la morfología de los barrios en que se concentra su paso», agregan fuentes municipales.

Tras debatir esos datos en el multisectorial Consell de Ciutat (integra a vecinos), le tocará turno al sector de escuchar las demandas del ayuntamiento, y ver si proceden.