INTERVENCIÓN PIONERA

Una operación poco apta para niños

La cirugía de la epilepsia en menores no se había realizado con el paciente despierto por la dificultad de mantenerlo quieto durante horas

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Àngels Gallardo

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Dos hospitales españoles, el Sant Joan de Déu, de Esplugues, y el del Niño Jesús, en Madrid, realizan desde hace un decenio cirugía de la epilepsia en niños, de pocos meses a 18 años. El centro catalán asume cada año medio centenar de estas intervenciones.

Ninguna de estas intervenciones se había realizado hasta ahora con el pequeño paciente despierto -sí se hacen con adultos-, fundamentalmente, por la dificultad que implica mantener en absoluta quietud a un niño durante las cinco o seis horas que puede durar la compleja intervención.

Tampoco hasta ahora se disponía -solo lo tiene el Sant Joan de Déu- de un robot capaz de introducirse en el cerebro y depositar electrodos en zonas profundas, inaccesibles a los neurocirujanos, desde las que durante días o semanas emite valiosa información sobre el funcionamiento eléctrico de las neuronas. La niña Gara Castro los llevó puestos diez días, cinco meses antes de su intervención quirúrgica.  De esta forma, los neurólogos disponen de un mapa ajustado a la realidad sobre los focos en que se producen los fallos eléctricos que definen la epilepsia.

Suele empezar en la infancia

Las alteraciones motoras, cognitivas y sensoriales que caracterizan a esta enfermedad son reflejos funcionales de las áreas en que se están produciendo los cortocircuitos eléctricos entre grupos de neuronas. La epilepsia suele iniciarse en la infancia -la madre de Gara cree que la enfermedad que afectó a su hija fue consecuencia de una insuficiente maduración fetal en un punto del cerebro de la niña-. Se calcula que afecta a 20 de cada 100.000 niños o adolescentes. A 50 de cada 100.000 adultos.

Un 30% de ellos, no se benefician de los fármacos antiepilépticos comercializados y para un 20% de estos últimos la única solución aceptable es la cirugía, siempre que no implique irrumpir en áreas cerebrales que rigen órganos vitales. En ese caso, la teórica solución causaría un problema mayor.

En el caso de los niños, la zona cerebral en que se produce la epilepsia y la madurez personal del pequeño enfermo son determinantes para decidir si es razonable, o no, conducirlo al quirófano. “No existe una forma de epilepsia, sino decenas, y pocas veces la experiencia de un enfermo es válida para calibrar el pronóstico de otro paciente distinto”, afirma Jordi Rumià, responsable del equipo de neurocirujanos que intervino a Gara Castro en el Sant Joan de Déu. No siempre es posible eliminar por completo quirúrgicamente unos focos epilépticos de acceso cerebral complejo. Los neurólogos sostienen que un 65% de los operados dejan de sufrir crisis y el otro 35%, parcialmente.