San Fermín 2018

Con el chupinazo Pamplona pasa de la reivindicación a la fiesta

Ambiente durante el chupinazo en la plaza del Castillo

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Beatriz Pérez

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Pamplona ha amanecido de blanco y rojo este viernes 6 de julio, inicio de los Sanfermines, su fiesta más popular que cada año atrae a miles de visitantes de todo el mundo. Sin embargo, no fue hasta las 12 del mediodía cuando oficialmente ha comenzado la festividad con un chupinazo que este año ha estado protagonizado por representantes de Motxila 21, un grupo musical formado por 12 jóvenes con síndrome de Down y nueve voluntarios. La capital navarra ha lanzado así al mundo un mensaje en favor de la diversidad y la discapacidad.

"Pamplonesas, pamploneses, irundarrak, viva San Fermín, gora San Fermín", han sido las palabras pronunciadas por Ibai Ganuza y Leire Zabalza, los encargados de prender la mecha. En ese momento ha estallado la emoción en la plaza del ayuntamiento. Allí, desde horas antes comenzaron a congregarse miles de personas vestidas de blanco, haciendo caso omiso a los llamamientos a vestir de negro lanzados por las redes sociales en protesta por las agresiones sexistas, unas iniciativas rechazadas por los colectivos feministas y movimientos populares navarros.

Pamplona no quiere renunciar a la ideosincrasia de sus fiestas, pese a que justo en los Sanfermines de este 2018 se cumplan dos años del abuso sexual (según el juez, pues para mucha gente fue una violación) de 'La manada' y una década ya del asesinato de Nagore Laffage. Aunque el segundo acabó de un modo mucho más trágico que el primero, estos dos casos de violencia machista (que sucedieron ambos en la mañana del 7 de julio) siguen muy vivos en el corazón de la ciudadanía pamplonica en particular y española en general. Pero los homenajes a Nagore y la repulsa al caso de 'La manada' se produjeron días antes del Chupinazo. El mensaje lanzado es claro: los Sanfermines no son sinónimo de violencia machista.

Jóvenes en grupo

Irati, pamplonica de 16 años, lleva en su camiseta blanca una pegatina de una mano roja, el símbolo que desde hace años simboliza el rechazo a los abusos en los Sanfermines y que forma parte de la campaña municipal 'Pamplona libre de agresiones sexistas'. De hecho, muchas mujeres (y también algún hombre) acuden a las fiestas con este símbolo, presente en calles y edificios. "Yo participo en esta fiesta desde pequeña y nunca he tenido problemas", cuenta Irati. Pero, junto a ella, matiza su amiga Andrea, de 17: "Eso sí, siempre vamos en grupo, nunca solas. Y no debería ser así".

Durante estos años, Pamplona ha reiterado su rechazo rotundo hacia casos como el de 'La manada' o Nagore Laffage. Pero la ciudadanía lamenta que se asocien este tipo de agresiones a una fiesta de la que se siente orgullosa. Lo explica Raúl, de 32 años, que vive en el extranjero pero que cada año regresa a casa por San Fermín. "Mi familia y yo estamos totalmente en contra de estos casos machistas. Claro que hay luchar contra ello. Pero nos da pena que solo se hable de esto y se deje de ver lo bonito de estas fiestas". Este joven destaca el "buen ambiente" que hay cada año en Sanfermines y llama a no olvidarlo.

Pese a todo, los Sanfermines atraen a muchísima gente de fuera de Navarra. Es el caso del matrimonio formado por Cristina, de 52 años, y Miguel, de 51, quienes, procedentes de Málaga, han decidido venir este año por primera vez a las fiestas. Aprovecharon, cuentan, que estan de ruta por el norte de España. "A mí no me asustan casos como los de 'La manada'. Aunque mis hijas, sobre todo la pequeña, sí están un poco asustadas", relata Cristina.

La última decisión judicial de dejar a los cinco miembros de 'La manada' en libertad provisional ha hecho que este caso siga muy arraigado en las mentes de todo el mundo. "Pero te digo una cosa. Tenemos tres hijas jóvenes: si los Sanfermines nos dieran algún miedo, no hubiéramos venido", añade esta mujer malagueña. El Ayuntamiento de Pamplona ha desplegado tres protocolos especiales, además de otras medidas, para proteger a las mujeres de las agresiones sexistas.

Música y sangría

Música, gritos, buen humor y olor a sangría es lo que desprenden las calles de Pamplona este primer día de Sanfermines. La alegría de su población es indisimulada. Las autoridades e invitados reunidos este viernes en el ayuntamiento se han sumado igualmente a la fiesta, también de blanco, cantando y bailando en los balcones de la casa consistorial, donde todos al unísono y tras los vivas a San Fermín se han colocado los pañuelos rojos al cuello, símbolo evidente de que las fiestas han comenzado.

En la casa consistorial este año no ha ondeado la ikurriña debido a las resoluciones judiciales que anulan su colocación en los ayuntamientos navarros, pero sí se ha colocado un mástil vacío para, en palabras del alcalde, Joseba Asiron (EH Bildu), representar a las identidades que "todavía hoy no pueden verse reconocidas".

Sí se ha visto alguna ikurriña, junto con banderas de Navarra y otras enseñas, en la plaza, donde también ha habido pancartas en contra de la dispersión de los presos.