Gente corriente

Christophe Farnarier: "Filmo con el deseo de hacer perdurar una vida"

Director y realizador de cine. Su cámara espía y documenta el ciclo coral de personas, animales y naturaleza en el Pirineo.

«Filmo con el deseo de hacer perdurar una vida»_MEDIA_1

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CARME ESCALES

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El tiempo, aquello que a todos se nos escapa continuamente, este marsellés que hoy cumple 51 años lo captura. Cámara en mano, Christophe Farnarier ha transferido a la pantalla el instante que respiran al unísono el payés, su ganado y el entorno natural que los guía y acompaña en las montañas pirenaicas. El reconocimiento internacional en diversos festivales de los documentales El somni (2008) y La primavera (2012), que Farnarier ha filmado y dirigido, acentúa el valor antropológico de una vida rural ya escasa.

-¿Era su propósito rescatar esa vida?

-Sí, el acto de filmar no es inocente o casual. Hay un deseo de hacer perdurar las cosas, intentar atrapar el tiempo, transmitir las luces y el aliento de la vida. Filmo con el deseo de hacer perdurar una vida, la vida de los payeses, que son un pilar de nuestra sociedad. La cámara es una ventana abierta al mundo. Vivo en un entorno rural -junto a Banyoles- y me parece muy interesante retratarlo.

-¿Qué hace interesante el mundo rural?

-En él está la esencia de la vida. En el mundo campesino no se hacen carreras hacia el poder, se va transmitiendo un modo de vida que viene de lejos, que no se ha roto. Hoy, cuando nuestra sociedad se encuentra invadida por otras culturas, la vida rural auténtica y sus ciclos naturales siguen ahí, intactos.

-¿Qué explican El somni y La primavera?

SEnDEl somni es el retrato de un pastor trashumante, Joan, alias Pipa, en su último viaje con las ovejas, en el Ripollès. La primavera muestra la vida en una masía, en Ogassa, donde viven Carme y su familia.

-¿Qué ha aprendido y qué podemos aprender de esos personajes y esa vida?

—Muchísimas cosas. El Pipa y Carme, y sus familias, son maestros, profesores de la vida real, transmiten sabiduría y cultura popular, yo admiro su dignidad. En medio de tanta corrupción generalizada que nos envuelve, ambos personajes me permiten tener fe en el ser humano y en un mundo mejor, más humilde, más justo y equilibrado, más sostenible; en definitiva, más libre.

-Con su trabajo ha dado protagonismo a personas totalmente anónimas, cuya vida usted convierte en arte. ¿Cómo lo hace?

-Yo conecto la cámara en ese mundo que me interesa retratar, sin interferir en la vida de sus protagonistas. Y en cada gesto de su cotidianidad, en cada acción doméstica, componen una coreografía para mí sublime. El arte es el trazo que dejan todos esos gestos, las manos, los ojos, la voz...

-En definitiva, su arte es una invitación a abrir los ojos, a observar y reflexionar.

-Exacto. Es una pena que el séptimo arte se vea reducido a un puro divertimento y desconexión a través de sus imágenes. Como expresión, como medio de comunicación, el cine documental es muy válido. En este sentido, el cine catalán está exportando ya una marca propia a través de la que se exprimen muchas opiniones y Televisió de Catalunya lo fomenta en gran medida. En mi opinión, el documental catalán tiene libertad para tomar la palabra y el gesto y proyectarlos al espectador para que este, si lo desea, conteste, y vale mucho la pena mantenerlo como un arte útil y esencial.

-¿Prepara nuevas incursiones en el ámbito rural?

-Sí, pronto volveré al Pirineo a rodar The lost man, un largometraje de ficción basado en la historia real de un hombre que vivió 14 años escondido en un bosque.

-Su enfoque humanista  del cine, ¿qué más le ha llevado a filmar?

-He trabajado con inmigrantes de Gambia (Vivim), mujeres argelinas (Feminin pluriel), enfermos de sida (Love kills), músicos (Paris on speed), entre otros temas.

-¿Dónde se pueden ver sus trabajos?

-La información sobre las proyecciones está en Facebook/ChristopheFarnarier.