Análisis

Ceguera ante un desafío colectivo

El problema no está en los adolescentes, sino en la falta de políticas de juventud, de inserción laboral y de previsión de futuro

ÀLEX CASTILLO

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En general se puede decir que los padres y las madres conocemos bien a nuestros hijos. Esto no quiere decir que acertemos siempre. La relación entre generaciones ha sido complicada siempre. Tenemos textos de la Grecia clásica donde ya había referencias a conflictos intergeneracionales. La sociedad ha cambiado mucho y la tecnología aún más mientras que las personas de ahora somos muy similares a las de generaciones pretéritas. La adolescencia tiene mala prensa. De hecho, los padres hemos sido todos adolescentes y por tanto conocemos de primera mano este periodo de la vida. Por eso sorprende oír comentarios y opiniones catastrofistas sobre la adolescencia y sobre la dificultad de ser padres y madres en el 2015. Algunas de las personas que tienen una visión tan negativa de los adolescentes en el momento actual han asistido de jóvenes a conciertos punk rodeados de humos tóxicos y de sustancias prohibidas. Ahora bien, que sus hijos y en especial hijas tengan un teléfono móvil y tratos por las redes sociales con desconocidos les inquieta enormemente.

Es cierto que muchos problemas que se nos plantean a la hora de ejercer nuestra paternidad son nuevos. Por ejemplo, somos la primera generación que tenemos que decidir a qué edad pueden tener un móvil nuestros hijos. También es cierto que los núcleos familiares son más diversos, en general más pequeños y hay poco tiempo en común para compartir. Los cambios sociales juegan en contra nuestra. Las largas jornadas laborales y la falta de conciliación entre vida familiar y vida laboral son un elemento que dificulta el contacto frecuente entre padres e hijos. Debemos tratar de mantener ese contacto y esa relación frecuente con las estrategias de siempre: diálogo, proximidad afectiva, confianza..., y además tenemos que adaptarnos a los tiempos: tratar de saber cuáles son sus intereses digitales, hacernos amigos suyos en las redes, compartir ideas, documentos y lo que les pueda interesar.

El conocimiento sobre los hijos no es un conocimiento con fines científicos, va ligado a acompañarlos mejor en su proceso vital y a saber en qué momentos hay que soltar la cuerda, porque lo que es una obviedad es que de la misma manera que los pajaritos se van del nido, los hijos también. Y si no lo hacen realmente es un problema. Quizá el gran drama de la juventud actual es la falta de expectativas laborales que permitan esa emancipación real.

La sociedad debe ser consciente de la magnitud del problema con un 50% de paro juvenil, con una emigración de la población joven mejor preparada y es aquí donde tenemos que tratar de incidir padres, madres, administraciones diversas y sociedad en general. Si descuidamos las expectativas de futuro de la juventud estamos condenando nuestra sociedad a su autoliquidación. La catástrofe no está en la adolescencia y los adolescentes, sino en la falta de políticas de juventudde inserción laboral de previsión de futuro. Esta ceguera es la causante del drama que tenemos ahora mismo frente a nuestras narices, aunque algunos prefieran no mirarlo.