Así se combate el fuego en el bosque

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tallafoc / JORDI RIBOT PUNTÍ / ICONNA

GUILLEM SÀNCHEZ / BARCELONA

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Lo primero que ocurre cuando arde el bosque es que todas las carreteras afectadas se cortan y que se desalojan las casas que puedan cruzarse en el camino de las llamas. Estas medidas de seguridad tampoco permiten que nadie se quede allí para observar de cerca cómo se comporta el fuego y cómo lo combaten los bomberos. Merecería la pena ver ambas cosas. Porque en un gran incendio forestal los árboles rugen, los animales huyen y el humo oscurece el cielo en pleno día. Y porque, junto a una de las fuerzas de la naturaleza destructivas y bellas, lo que hacen los bomberos es algo tan optimista como intentar ordenar el caos.

COLUMNA DE HUMO

Todo suele empezar con una llamada de teléfono que termina en la Sala Central de Bellaterra. Tal vez de un conductor que ha visto una columna de humo cerca de la carretera y ha llamado al 112 o ha enviado un aviso con geolocalización a través de la aplicación my112. El aviso, si se produce en los meses más calurosos del verano, en zonas de vegetación seca y durante un episodio de vientos, obliga a movilizar con gran rapidez una gran cantidad de medios para ser “contundentes” desde el comienzo, asegura Sebastià Massagué, responsable de la división de Grupos Operativos Especiales de los Bombers de la Generalitat.

El responsable del dispositivo dirige desde el helicóptero de mando que sobrevuela el incendio. Se establece un centro de mando avanzado y un punto de tránsito. El primero funciona como base de operaciones simplificada y se ubica en una zona segura que disponga de buena cobertura (como el campo de fútbol de un municipio cercano). El segundo es el lugar desde el que se indican las rutas que deben seguir todos los camiones que se incorporan a la emergencia. 

Los primeros en llegar al fuego son los vehículos procedentes de los parques de los alrededores. En cada camión acostumbran a viajar dos o tres bomberos profesionales y tres o cuatro auxiliares forestales. Los primeros son los encargados de empuñar “la lanza” (la punta de la manguera) y echar agua sobre las llamas. Los segundos, peones contratados exclusivamente para colaborar en la extinción de fuegos vegetales entre el 15 de junio y el 15 de septiembre, son los que cargan las mangueras, las despliegan y las conectan para permitir el avance de la línia de agua. Los bomberos persiguen el incendio a pie y, en función de la orografía del terreno, lo hacen a una velocidad de entre 6 kilómetros por hora. La envergadura de los camiones a menudo hace que las líneas empiecen a conectarse lejos del incendio. 

RODEAR AL FUEGO

Lo primero que tiene que hacer el máximo responsable de un dispositivo de extinción es “tratar de prever cómo se desplazará el fuego”, explica Massagué. No es sencillo. El principal enemigo siempre es el viento, que empuja las llamas y no se mantiene estable a lo largo del día. Puede crecer, suavizarse o cambiar de dirección. Esto último es muy peligroso porque un giro imprevisto podría atrapar a los bomberos. Pero entran en juego más factores: la llegada de la noche o el empeoramiento de las condiciones climatológicas, que impedirá que vuelen los medios aéreos, la presencia de montañas, que hará que las llamas se encaramen por la pendiente, las carreteras, que podrían ser una barrera de contención, o el estado de la vegetación, que hará que la combustión sea lenta o que, por el contrario, arda en pocos segundos.   

Tras valorar todas estas variables, se busca la mejor estrategia para atacar el fuego. Catalunya cuenta con el Grupo de Actuaciones Forestales (GRAF), una unidad de élite en la extinción forestal, que puede resulta vital en grandes incendios. Los GRAF los conocen mejor que nadie y son capaces de combatirlos con sus propias armas. Haciendo quemas controladas que dejen sin combustible vegetal un punto al que se dirige el frente de las llamas o lanzando contra este un contrafuego que lo debilite al dejarlo sin oxígeno. 

TIRAR MANGUERA

Los hidroaviones y los helicópteros bombarderos lanzan las descargas sobre el frente -las llamas más virulentas-. Los medios aéreos dan tiempo así tiempo a los terrestres para que rodeen el fuego. La parte más dura del dispositivo finaliza cuando toda la superficie del incendio está encerrada dentro del anillo de agua que han ido formando los auxiliares al conectar las mangueras. Lo que queda a partir de entonces consiste en "rematar" los focos que aún arden dentro del perímetro. Cuando el incendio exhale su último aliento, se dará por extinguido