Análisis
Becas y rendimiento, ¿en qué contexto?
Xavier Bonal
Profesor de Sociología de la UAB.
XAVIER BONAL
La controversia en torno al incremento de la nota para acceder a las becas de enseñanza superior pone sobre la mesa el debate sobre la relación entre la equidad y la financiación de la universidad. Considerar legítimo o no el hecho de asociar las becas al rendimiento es un debate que puede resultar estéril si no se tienen en cuenta aspectos como los cambios recientes en los precios públicos de la enseñanza superior, la democratización del acceso a la universidad o la situación de España en este terreno respecto a los países de la OCDE.
Desde posiciones liberales y conservadoras hemos oído repetidamente el argumento que sostiene que la financiación de la educación superior es regresiva (pagan más por ella los que menos tienen y se benefician los que más tienen) y que esta debería ser razón suficiente para alterar las proporciones público-privadas del gasto. El argumento se completa subrayando la necesidad de mejorar el sistema de becas (y los sistemas de crédito a los estudiantes), de modo que ningún alumno pueda verse excluido del acceso o la continuidad en sus estudios. Mayor financiación privada y un gasto público más focalizado en aquellos que lo necesitan es el argumento «progresista» esgrimido por los liberal-conservadores.
El argumento funciona y es efectivamente progresista siempre que seamos capaces de asegurar que nadie quede excluido por razones económicas, y que las condiciones que permitan cursar los estudios sean también equitativas.
No es el caso de España en absoluto. Las razones son diversas. Por una parte, el sistema de becas español se caracteriza por niveles bajos de cobertura e intensidad. Es decir, pocas becas que reparten poco dinero. El aumento significativo en el precio de las matrículas de hace un año no se ha compensado con un mayor número de becas o con un mayor gasto público en este capítulo. Trabajos recientes nos indican además que el acceso o no a una beca en enseñanza secundaria postobligatoria puede resultar clave para asegurar la continuidad en los estudios o el acceso a la enseñanza superior. Por otra parte, las últimas décadas se han caracterizado en España por una mayor democratización del acceso a la universidad, con mayor participación de los grupos sociales más desfavorecidos y una tendencia a la reducción de la regresividad del gasto público. Aumentar la presión sobre el gasto privado por la vía de un mayor copago afecta al acceso y a las condiciones de escolarización de los que menos tienen, hasta el punto de interrumpir el proceso de democratización del acceso a la universidad (ni mucho menos completado).
Es cierto, como ha señalado la propia OCDE, que en varios países se están llevando a cabo reformas que van en la dirección de aumentar el gasto privado y de exigir mayores niveles de rendimiento académico como requisito de acceso a la beca. Pero todos ellos hacen más esfuerzo público en educación y cuentan con sistemas de becas más desarrollados. Aumentar la nota de acceso a la beca excluirá a muchos y mermará un sistema de becas ya de por sí precario. Ponga el debate en contexto, señorWert.
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