La voz de Barcelona

La ciudad atesora desde los años 70 una larga tradición de manifestaciones multitudinarias

MANIFESTACION diada 11 setembre via lliure meridiana

MANIFESTACION diada 11 setembre via lliure meridiana / periodico

JUANCHO DUMALL

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El 1 de febrero de 1976, dos meses y medio después de la muerte de Franco, varios miles de personas salieron a la calle en Barcelona convocadas por la Federació d’Associacions de Veïns para exigir la amnistía de los presos políticos de la dictadura. La manifestación fue prohibida, lo que no impidió que fuera un insólito éxito de participación.

El despliegue de los tristemente famosos 'grises' –mandados por Manuel Fraga como ministro del Interior– y sus cargas no solo no disolvieron la marcha, sino que propiciaron unas extraordinarias fotografías que se convirtieron en símbolo de la lucha pacífica por la democracia. El domingo siguiente, día 8, una nueva manifestación, esta vez convocada por la Assemblea de Catalunya, redobló el éxito de la anterior y dejó atónito al Gobierno de Arias Navarro.

Barcelona dio en aquellos dos domingos testimonio de ciudad dispuesta a defender las libertades en  la calle. Fueron las primeras movilizaciones de una larga serie que se prolongó durante el periodo democrático. Si Barcelona ha sido muchas veces el epicentro de los seísmos reivindicativos es porque existe una sociedad politizada e informada con larga tradición progresista y con un punto rebelde. Estos son unos cuantos hitos de su historia.  

El 15 de marzo del 2003 se produjo lo que EL PERIÓDICO calificó al día siguiente en la portada como "la mayor manifestación de la historia". Ese día, millones de personas se movilizaron en muchas ciudades del mundo contra la inminente invasión de Irak. Barcelona estuvo, con Roma y Madrid, entre las ciudades donde las marchas fueron gigantescas. Alrededor de 1.300.000 personas, según el Ayuntamiento, colapsaron el paseo de Gràcia, la Gran Via y las calles adyacentes hasta la plaza de Tetuán. Los concentrados tardaron horas en regresar a sus casas, pero no se registró ni un incidente.

"DIALOGUEN"

"Ustedes que pueden dialoguen, por favor", clamó Gemma Nierga en el paseo de Gràcia la tarde del 23 de noviembre del 2000. Los destinatarios de sus palabras eran los políticos que ocupaban la cabecera de la impresionante marcha de protesta por el asesinato de Ernest Lluch, ocurrido tres días antes. Pero si AznarIbarretxeZapateroPujol y Clos pudieron oír aquella arenga de la periodista, miles y miles de barceloneses no tuvieron esa posibilidad, sencillamente porque los accesos a la avenida se colapsaron. Se habló de 900.000 manifestantes.

Unos años antes, en julio de 1997, Barcelona registró también una colosal concentración. Como en casi todas las ciudades de España, la gente se echó a la calle para intentar salvar la vida de Miguel Ángel Blanco, secuestrado por ETA. No fue posible, pero nunca antes el clamor contra el terrorismo había sido tan enorme.

El 16 de marzo del 2002, medio millón de personas desafiaron al extraordinario despliegue policial por la celebración de la cumbre europea. Hubo controles extraordinarios en la frontera y fragatas, dos F-18, varios cazas y vehículos con misiles antiaéreos controlaban la ciudad. No hizo falta. La manifestación registró algunos pequeños altercados, pero su desarrollo fue pacífico.

En los últimos años, una fecha, el 11 de septiembre, está indisolublemente vinculada a grandes manifestaciones en Catalunya. La capital ha sido escenario de todas ellas. La Guardia Urbana habló de un millón y medio de participantes en la del 2012 (con el lema Catalunya, nou estat d’Europa); 1.600.000 en toda la comunidad en el 2013 (Via Catalana); 1.800.000 en la V formada por la Diagonal y la Gran Via en el 2014; 1.400.000 en el 2015 (Via libre a la República Catalana, en la Meridiana) y 540.000 en la Diada más descentralizada del 2016.

EL MITO DEL MILLÓN

Las nuevas herramientas técnicas para medir la participación en las manifestaciones cuestionan muchas de las cifras anteriores. Por ejemplo, se pone en duda que fueran un millon de catalanes los que se manifestaran en la ya lejana Diada de 1977. No cabe, ni mucho menos, tanta gente en el paseo de Gràcia. Pero en torno a ese millón se construyó un mito nacional. La vocación de Barcelona por dejar oír su voz desborda, en cualquier caso, las guerras de cifras. Los catalanes han tomado las calles de Barcelona en momentos críticos. Ahora lo vuelven a hacer.