El bachillerato tendrá más lengua para paliar el déficit en redacción

Alumnos del instituto Vil·la Romana de La Garriga, en un pasillo del centro.

Alumnos del instituto Vil·la Romana de La Garriga, en un pasillo del centro.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Más filosofía, menos cultura científica, más asignaturas a distancia -a través del Institut Obert de Catalunya (IOC)- y más horas también de lenguas. Las orientaciones que la Conselleria d'Ensenyament ha enviado este verano a los institutos para que planifiquen las clases de bachillerato del próximo curso 2015-2016 se mueven en el resbaladizo terreno que separa el acatamiento de la legalidad vigente (la cuestionadísima LOMCE, que este septiembre llega a la secundaria) y la voluntad de que los cambios introducidos por esta reforma tengan, a la vez, el menor impacto posible para los alumnos.

Entre otras novedades del próximo año, Ensenyament ha ordenado que los estudiantes de primero de bachillerato -uno de los tres cursos afectados el próximo curso por la 'ley Wert'', junto con primero y tercero de ESO- reciban una hora semanal más de lenguas, «con el objetivo de reforzar aspectos prácticos en torno a la expresión escrita y la literatura», según recoge el documento enviado a los directores el pasado 23 de julio.

Queda a discreción de cada instituto decidir cómo y quién imparte esos refuerzos en redacción, una habilidad en la que los estudiantes catalanes presentan serias lagunas, según se ha ido viendo en las pruebas de competencias básicas de los últimos años. Ensenyament también deja al criterio de cada centro la distribución de esa hora extra de clase. La única condición que pone la 'conselleria' de Irene Rigau es que se reparta de «forma equitativa» entre la lengua castellana y la catalana.

«Hay quien, por ejemplo, ha decidido programar media hora semanal de cada materia y hay quien ha optado por que una semana haya más catalán y, a la siguiente, más castellano», explican fuentes sindicales del profesorado. Hay incluso quienes han interpretado que la distribución equitativa de la que habla la Generalitat puede referirse a una cuestión cualitativa, «por lo que se plantean dedicar la hora extra de lengua al idioma que los alumnos lleven más flojo», agrega un director de un centro de Barcelona.

DESCONCIERTO

El problema es que a tres semanas del inicio de curso, los docentes no saben muy bien cómo aplicar estas orientaciones. «Hemos mantenido varias reuniones con la 'conselleria', es cierto, pero la organización planteada tiene algo de galimatías», se lamenta otro director, en este caso del área del Vallès. «Nos preocupan especialmente los alumnos de este curso, porque serán los primeros que se enfrenten a la reválida de bachillerato, aunque esta no tenga aún efectos académicos, y además, según las instrucciones enviadas por Ensenyament, tendrán que hacer también la selectividad, que seguirá siendo la que determine su acceso a la universidad», advierte este docente.

Como ya hizo el año pasado cuando la reforma educativa del Gobierno del PP se iba a implantar en las aulas de primaria, las instrucciones para el bachillerato cumplen el propósito de Rigau de no ser 'ni para ti, ni para mí'. La Generalitat acepta las tres modalidades impuestas por la LOMCE: el científico-tecnológico, el humanístico y social y el artístico, y acepta que este último pierda sus itinerarios de Artes Plásticas y Artes Escénicas, antes diferenciados.

ESTRUCTURA SIMILAR

El primer curso de esta etapa mantiene prácticamente la misma estructura de horarios y asignaturas que en años anteriores, con modificaciones menores como el cambio de rango de la materia de Ciencias del Mundo Contemporáneo (o Cultura Científica, según la denominación de la 'ley Wert'). Esta perderá el próximo curso su anterior categoría de obligatoria y pasará a ser optativa, al mismo nivel que la Religión, la Psicología, la Electrotécnica o las Técnicas de Expresión Graficoplástica.

Desaparece la optativa de Tecnología de la Información y la Comunicación, que sí está prevista por la LOMCE, porque la competencia digital, argumenta Ensenyament, debe de ser transversal y su adquisición tiene que trabajarse a través de todas las asignaturas, no en una clase concreta.