ANTE LA LLEGADA DEL FRÍO

Un millón de euros para que 125 personas no duerman en la calle

La oenegé barcelonesa Arrels ha puesto en marcha una ambiciosa campaña de recogida de fondos para facilitar un alojamiento estable y acompañamiento profesional a personas que llevan años sin un techo

LA 'ZAPATERÍA' DE ARRELS. Una voluntaria, en el cuarto donde la entidad barcelonesa guarda calzado para entregar a personas que duermen en la calle.

LA 'ZAPATERÍA' DE ARRELS. Una voluntaria, en el cuarto donde la entidad barcelonesa guarda calzado para entregar a personas que duermen en la calle.

ROSA MARI SANZ / BARCELONA

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José Antonio, Miquel, Manuel y Gema ya no pasan el miedo que les hacía estar muchas noches alerta, ni sienten el desprecio ajeno, ni el frío, el calor, el hambre, el hastío que les había llegado a quitar por momentos, por muchos momentos, las ganas de seguir ahí. Ahora tienen donde asearse, donde comer, donde dormir. Y alicientes, como continuar hacia adelante. Tienen un techo y saben que no lo perderán. Han dejado de malvivir en la calle con el apoyo de la oenegé Arrels. Son cuatro de los protagonistas de la campaña viral que ha puesto en marcha esta entidad barcelonesa para recaudar un millón de euros, lo que cuesta el alojamiento con el apoyo de profesionales para 125 personas durante un año. O sea, a 22 euros diarios, frente a los 60 que como mínimo supone una plaza nocturna en un albergue, compara Ferran Busquets, director de la entidad.

«Necesitamos una inyección económica. Si queremos que nadie duerma en la calle, solo con las administraciones no lo lograremos. Es muy duro, pero es así», dice tajante Busquets sobre el porqué de la campaña 1 millón de gracias. Arrels funciona con un 60% de ingresos privados, fundamentales, apunta, para trabajar con independencia. «Tenemos derecho al dinero público porque es de los ciudadanos, pero las subvenciones son un arma política», añade. Por eso, ante la poca decisión que parece haber fuera de las entidades para actuar de forma tajante contra el sinhogarismo, Arrels se lanza a pedir ayuda con el objetivo de aumentar la labor que lleva haciendo desde 1987, tiempo durante el cual ha atendido a 9.500 personas. La meta es que todo el mundo tenga un techo (#nadiedurmiendoenlacalle / #ningudormintalcarrer).

VECINOS, EMPRESAS Y ESCUELAS

Lo hace dirigiéndose a ciudadanos, empresas, escuelas… «Queremos que nos utilicen. Si alguien ve a una persona durmiendo en la calle y no sabe qué hacer que nos utilice, que nos haga una aportación económica, que sea voluntario, que organice micromecenazgos, o que haga pedagogía para sensibilizar a los demás sobre esta problemática... Lo que queremos es que apuesten por la causa, no por Arrels», explica. Y lamenta que el drama de los desahucios haya relegado, a su parecer, a aquellos que ni han padecido la crisis porque ya no tenían nada más que perder. «La fuerza de los movimientos sociales en favor de la vivienda es de aplaudir con fuerza, pero los nuestros siguen siendo los últimos. Si no priorizamos no llegaremos nunca», comenta sobre la falta de una política decisiva en ese campo desde el Govern y desde el Ayuntamiento de Barcelona.

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«Hemos de ver a una persona que duerme en la calle como un igual. Se merecen, como cualquiera de nosotros, vivir en un piso. ¿Por qué se han de conformar con dormir en una pensión o un albergue? Si no quieres esa vida para ti no la desees para otro», afirma. Por no hablar, continúa, de las dificultades que tienen en la capital catalana las personas sin hogar para acceder a un comedor social, ya que los desplazamientos en transporte público son costosos y deben colarse; la problemática para ducharse por la falta de oferta; para cambiarse de ropa o para recibir una carta. En Arrels, donde existen estos servicios, han abierto desde hace un año también por las mañanas las instalaciones del Raval para ampliar una oferta que cuentan con numerosos usuarios.

OPORTUNIDAD

«Hay mucha gente que piensa que las personas que duermen en la calle no quieren nada, no quieren ayuda. Es cierto que algunos la rechazan porque ya no confían en nada ni en nadie. Pero no hay gente que no quiera nada, es que no sabemos darles lo que quieren o lo que necesitan. Siempre hay algo, hemos de probar y no dejar de intentarlo», asegura el director de la entidad, confiado en que lograrán su objetivo, un millón de euros. Por lo pronto, preparan una recogida extraordinaria a pie de calle. Voluntarios de la entidad saldrán con vasos de plástico a pedir dinero para ayudar a que 125 personas tengan la oportunidad de tener una vida.