LA DIFÍCIL TAREA DE ELEGIR ESTUDIOS

Aprender a decidir

Estudiantes y orientadores en el nuevo servicio de guía del Saló de l'Ensenyament, ayer.

Estudiantes y orientadores en el nuevo servicio de guía del Saló de l'Ensenyament, ayer.

M. J. I.
BARCELONA

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Tienen tanta información que acaban perdidos. ¿Cómo elegir carrera? ¿Qué hay que tener en cuenta? ¿Qué facultad es la mejor? ¿Vale la pena ir a una universidad lejos de casa o es mejor quedarse cerca? ¿Cómo voy a pagarla? Los estudiantes de instituto «se enamoran de una profesión, muchas veces sin analizarla, sin reflexionar sobre cuestiones también importantes, sin valorar qué posibilidades laborales ofrece... Por eso es necesaria la orientación, para ayudarles a ver más allá», explica Olga Valls, responsable del área de orientación de Educaweb, una empresa especializada en servicios educativos, que estos días realiza visitas guiadas a los jóvenes que acuden al Saló de l'Ensenyament, en el recinto de Montjuïc de Fira Barcelona.

Maria, Judith y Mar, alumnas del instituto Damià Campeny de Mataró (Maresme), siguen atentas las explicaciones de la orientadora. Estudian primer curso de bachillerato y, salvo la tercera, las otras dos tienen bastante claro qué quieren hacer: Medicina para Maria y Psicología para Judith. «El mayor impedimento va a ser la nota», admite la primera. La segunda está algo más tranquila en ese aspecto. Mar tampoco parece, por ahora, demasiado inquieta por su futuro. «Vengo a escuchar, a ver qué me explican. De momento estoy en bachillerato científico», explica la joven.

Valls expone cuestiones -algunas básicas, otras ya más complejas- que las chicas ni se habían planteado antes de visitar el salón. «Vale la pena informarse, por ejemplo, sobre qué tipo de prácticas se realizan en la facultad que finalmente escojáis y es también importante que sepáis cuánto cuesta finalmente la carrera en ese centro o si esta se puede estudiar en algún otro sitio», indica.

Una de las claves de la orientación, prosigue Valls, es que los chicos entiendan que «el objetivo no ha de ser la universidad. El objetivo ha de ser la formación a lo largo de la vida, su inserción en el mundo laboral». Y ahora, con la amplísima oferta de títulos (de grado y de máster, luego) que ofrecen las universidades, «la verdad es que no es labor sencilla», reconoce la orientadora.

A la espera de las notas que les abran las puertas de la carrera elegida (o se las cierren, ya se verá), los estudiantes que terminan el bachillerato tienen por delante tres meses complicados. «Es un proceso, de todos modos, que también les ayuda a madurar: aprenden a tomar sus propias decisiones, a planificar, a reflexionar, a pedir ayuda y a elegir sus referentes», subraya Valls. Aprenden, en suma, a decidir, «aunque luego se equivoquen».

Y aunque las presiones familiares son a veces importantes, por las expectativas que los padres pueden haber generado a sus hijos, la principal guía debería llegar del tutor, que es, a priori, quien mejor conocer la trayectoria del alumno. «En los últimos años ha habido un cambio de chip entre los profesores de secundaria y en los institutos, que ya empiezan a dar valor a la orientación, pero es cierto que los recortes que han sufrido han hecho que los avances fueran limitados», lamenta Valls.

Cuanto antes, mejor

Hay que conocer muy bien al alumno para saber cómo ayudarle y es clave empezar cuanto antes. «Una de las prácticas más reconocidas por los sistemas de orientación más avanzados, los de los países nórdicos, es la individualización en el trato y seguimiento del alumno», recoge el estudio Diagnóstico y propuestas para la orientación educativa de 12 a 16 años de los profesores Màrius Martínez Laura Arnau de la UAB. Este sistema consiste «en mantener contactos regulares con el alumno en el centro y con la familia a través de tutorías y entrevistas individualizadas».

En muchos de los países donde se presta especial dedicación a la orientación educativa «los exalumnos son protagonistas y referentes», añaden los investigadores. Esta práctica, que no supone ningún coste para los institutos, tiene escasa implantación en Catalunya. También es muy frágil la relación de las escuelas con las empresas, comercios y profesionales de su entorno.