Gente corriente

Alex Flaquer: «Yo aquí soy la puerta de entrada a otra cultura»

Sus tapas han tomado las riendas en un negocio centenario de Sant Antoni que un ciudadano de Bangladés adquirió.

«Yo aquí soy la puerta de entrada a otra cultura»_MEDIA_1

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CARME ESCALES

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De niño, Alex Flaquer disfrutaba preparando con su abuela buñuelos de bacalao y croquetas para la familia y, en verano, rosquillas para los vecinos de Llançà. Se divertía aprendiendo lo que hoy le permite disfrutar en la cocina de La Font de la Cervesa (Manso, 72), el bar al que solía ir a desconectar de su trabajo como segundo chef en un reconocido restaurante de la ciudad. Hasta que un día, en la barra de aquel bar de su barrio imaginó lo que él podría dar a probar allí. Dejó su empleo y decidió formar tándem con Sozib, un barcelonés nacido en Bangladés.

-Dos culturas y una misión...

-Sí, y eso no es fácil. Sozib, con su cultura de Bangladés, es el dueño, y yo con la mía soy el director. Para tirar adelante juntos el negocio tenemos que dialogar cada día, llegar a acuerdos continuamente, comprender las razones del otro y hacer entender las tuyas sobre cada cosa que se decide. La diferencia cultural puede distanciarnos, sí, pero la ilusión y el proyecto común nos acercan.

-Esta alianza profesional es un auténtico win win (beneficio mutuo). Usted tal vez soñaba con tener un restaurante y al dueño de uno le faltaba alguien como usted.

-Esto es la ilusión de mi vida. Claro que soñaba con tener mi propio restaurante, ser el encargado de cocina. Pasando de cocina en cocina he aprendido mucho y de cada lugar me llevo algo bueno, pero ahora tengo la oportunidad de explayarme mucho más. Y, además, en mi propio barrio.

-¿Qué ventajas tiene trabajar en el barrio, además de poder dormir un poco más?

-Es que aquí yo de pequeño iba a hacer compras para casa. Sé dónde ir a buscar el bacalao, las anchoas... Todo el mundo me conoce. Y en Sant Antoni todo es muy fácil. Hay muy buenos comercios. A mí solo me faltaba la oportunidad. Y me atreví a proponérselo al dueño. Él trabaja con su sobrino, Tanjil, y otro más de su familia, y ahora somos tres de Bangladés y tres de aquí.

-¿Era clave introducir a gente de aquí?

-Para mí, sí. Este es un bar centenario, lo había llevado una persona de aquí hasta hace nueve años. Sozib, Tanjil y los suyos son el presente, pero aquí hay también un pasado que arraiga el comercio y las relaciones con los del barrio. Por eso sugerí emplear a alguien de aquí. Y llené el comedor interior con fotos antiguas de Sant Antoni. Fue como hacer entrar el barrio en él. Y yo aquí, con mi catalán y mis tapas, soy ahora la puerta de entrada a otra cultura.

-¿Sus tapas arraigan aquí también?

-Claro, son pequeñas degustaciones de la cocina de la abuela: callos y cap i pota, buñuelos de bacalao, pulpo a la gallega, fricandó, galtes al forn y tripa, orella y morro. En los tres meses que llevo he hecho unas 70 diferentes. Cada día hay 25 en la barra.

-¿Qué balance hace de estos meses?

-Muy positivo. El negocio ha tomado otro ritmo. Hacemos muchos más menús, comida por encargo. Y los clientes, contentos, llaman a la puerta de la cocina para decirme las tapas que más les han gustado.

-Valió la pena dejar su anterior empleo.

-Creo que intentar aquello que tu corazón apunta siempre vale la pena. Mi padre me lo ha enseñado. Él es mi mejor amigo y consejero, me ha inculcado muchos valores, como «haz el bien y no mires a quién», y ahora lo he practicado. Desconfiamos de culturas que no son la nuestra por desconocimiento, y es cierto que hay choque, pero a veces una mirada puede más que la palabra. Si hay buen fondo en la persona, eso aflora de un modo internacional. Sozib y yo nos la jugamos cada día, pero también cada día aprendemos de la vida y de nosotros que, por ser de países diferentes, tenemos siempre algo diferente que aportar.

-¿Las órdenes de otros, en los restaurantes anteriores, fueron buena escuela?

-Eso y mi formación en la escuela de hostelería, mis abuelas y mi padre en la cocina y mi afición a la pesca submarina. Me gusta saber de dónde proceden los productos.