Albert Ferré: "En el verdadero viaje se puede parar y retroceder"

Ya de pequeño, Albert Ferré hacía virguerías con sus mecanos. Prendía una cerilla y calentaba soldaditos de plástico para doblegar sus miembros a su gusto. Sus manos aún guardan el rastro de alguna quemadura de materia derretida por su afición a tunear juguetes. En clase, las manualidades eran su tarea favorita. Hasta hoy, su mente indaga sin parar soluciones prácticas a necesidades variopintas que hacen la vida fácil a bordo de su Volkswagen, una invitación al placer de viajar disfrutando del camino, sin que nada falte. Lo que no existe, él lo inventa.

-Su Camper es como el bolso de Mary Poppins, mágicamente cabe todo.

-Sí, pero no es magia, sino eficiencia. Todo lo necesario debe ser plegable, sencillo, extraíble y ampliable, y si tiene más de un uso, mejor, para optimizar al máximo. Las complicaciones no caben en la furgoneta.

-¿De qué dispone su hotel con ruedas?

-Tiene capacidad para que duerman cuatro personas y un toldo de lona para ampliar el espacio en el exterior, muy útil si llueve.

-¿Tiene lavabo?

-Sí, tiene wáter químico, ducha plegable, que yo mismo ideé, cocina de gas, nevera con compresor, fregadero y calentador de 65 litros de agua, aprovechando el calor residual del motor. Ese fue un invento casero, no mío, sino de un canario. Su alias en el foro de Campers en www.furgovw.org es Gofio, que ha dado nombre al calentador.

-En el foro comparten soluciones los campistas. ¿Usted qué ha inventado? 

-Además de la ducha plegable, he ideado un truco para conservar las gomas de los limpiaparabrisas. Con una anilla elástica elevo la parte central, y así se evita que queden expuestas al sol y se sequen aplastadas al cristal. Y con un trozo de tubo de PVC he hecho un contenedor para colocar latas en la nevera de manera que, aunque solo haya una, no se mueva. También he adaptado a la Camper un detector de proximidad a partir del sensor que incorporan los vehículos actuales, que avisan de la distancia respecto a obstáculos con la marcha atrás, para dormir más tranquilos. Más que inventar, me inspiro en lo que ya existe y desarrollo aplicaciones nuevas, prácticas, en un espacio de unos seis metros cuadrados.

-¿Qué es lo que nunca falta en su furgo?

-La fabada Litoral es como la rueda de repuesto: cuando se gasta, la reponemos. Tampoco falta nunca café, ensaladilla rusa deshidratada, tapones para los oídos, paraguas y botas de montaña, botiquín y el traje de neopreno. ¡Ah, y orden! La furgo es una escuela de coordinación y orden extremo, todo está milimetrado, y por eso cada elemento debe volver siempre a su lugar.

-¿Desde cuándo es campista?

-Con tres meses, mis padres ya me llevaban de cámping. Toda mi vida he hecho vacaciones así, con moto y tienda de campaña, y desde hace 20 años con esta Camper. Invertí cuatro años en dejarla como yo quería, fue como fabricarme una casa.

-Vacaciones sin reserva previa.

-Sí, y con libertad total. Con la furgoneta hemos recorrido casi toda Europa. El viaje en avión o en tren no es un viaje, sino un traslado. En el verdadero viaje se puede parar y retroceder, el camino es lo interesante, sobre todo por el contacto con la naturaleza, ese es el gran valor de este modo de viaje. Lástima que en España haya tantas restricciones para acampar. Algunas guías de campistas en Europa desaconsejan venir. Aquí solo dejan pernoctar en parcelas acotadas por setos, pero esta casa monovolumen está hecha para volar.

-En el próximo Salón Internacional Caravaning -del 4 al 12 de octubre en el recinto Gran Via de Barcelona- usted realizará un taller de bricolaje. ¿Qué enseñará en él?

-Convertiré un trozo de PVC en una papelera y mostraré cómo he fabricado el sistema que hace que los limpias duren más.