TRÁGICO REGRESO DE LAS FALLAS

"Todo eran gritos y llantos. Ha sido horrible"

Unos mossos ayudan a uno de los heridos en el accidente a acceder al Hotel Corona tras recibir el alta hospitalaria.

Unos mossos ayudan a uno de los heridos en el accidente a acceder al Hotel Corona tras recibir el alta hospitalaria. / periodico

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / TORTOSA

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Imposible saber dónde acababa esa mirada, si es que tenía fin. Lo que se puede dar por seguro es que llegaba mucho más allá de los límites del Hospital Verge de la Cinta de Tortosa, atravesando los muros del servicio de urgencias donde le han atendido como una de las víctimas del dramático accidente de bus que ha sufrido un vehículo repleto de estudiantes universitarios como él. Quizás sus ojos seguían fijados en el gris asfalto, incapaces de borrar de la retina el tramo maldito de un viaje con final imprevisto. O tal vez miraba mucho más allá, hasta su país de origen, deseando poder pasar ese mal trago cerca de casa, para poder hablar a la cara de sus familiares y decirles que todo estaba bien, que la mala fortuna no se había cruzado del todo en su camino.

Esa ha sido una de las mayores preocupaciones de este joven, que pide con cortesía que no se publique su auténtico nombre, ni siquiera su nacionalidad. “Mis padres pueden leer prensa de aquí en internet y es fácil que me identifiquen por el nombre o el lugar de donde vengo. Lo último que quiero es que lo pasen mal. Con que me lleve yo el susto ya es más que suficiente”, asegura. Explica que tiene 22 años y es estudiante de Administración de Empresas, en la Universitat de Barcelona, adonde llegó en septiembre para completar su experiencia de Erasmus hasta julio.

HERIDAS Y MAGULLADURAS

Viste en manga corta lo que horas antes era una camiseta azul que tapaba completamente sus brazos. También sus tejanos están rasgados, aunque esta vez nada tiene que ver con las tendencias de moda, si no con los impactos encajados, como revelan las copiosas manchas de sangre que salpican su indumentaria. Mira su brazo izquierdo vendado y los apósitos que tapan sus magulladuras cuando se le pregunta por el accidente. “Parece que hubo un giro muy fuerte y a partir de ahí todo fue rodar y caer. La gente gritaba y lloraba, nos sentíamos perdidos porque todo estaba oscuro. Ha sido horrible”, explica.

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En cuanto ha podido, ha contactado a través del móvil con su hermano, que sabía de su salida a Valencia, pero le ha pedido que no se lo comente a sus padres a no ser que estos se lleguen a enterar. Poco le ha podido explicar, conmocionado aún por un siniestro del que, además, le ha cogido durmiendo. “Casi nadie iba despierto porque no habíamos descansado desde que saliéramos la madrugada del sábado de Barcelona”, destaca.

FATALIDAD

También habían pasado durmiendo el viaje de retorno Giorgia Marco, dos jóvenes italianos de Erasmus que viajaron hasta Valencia para disfrutar de una jornada de Fallas. Allí coincidieron con Michelangelo, un compatriota estudiante de Medicina que tuvo la fatalidad de que le tocara el traslado de regreso en el autobús siniestrado. Exprimieron su viaje a la capital levantina al máximo, empalmando la madrugada del viernes con el día y la noche del sábado.

 “Estuvimos juntos hasta las dos y media de la madrugada, porque nuestro bus salió puntual a eso de las tres; parece ser que el convoy de cuatro o cinco vehículos en el que iba él se retrasó un poco”, explica Marco, tras aportar a un mosso toda la información de que dispone sobre su amigo, justo cuando está siendo intervenido en los quirófanos del Hospital Joan XXIII de Tarragona.

DUELO

Viaje imprevisto de retorno, esta vez sin dormir, con Giorgia y Marco ansiosos por llegar al centro sanitario para saber el estado de Michelangelo. “Nos han tranquilizado los sanitarios de aquí porque por lo visto tiene una fractura de nariz y quizás algo más, pero no se teme por su vida”, asegura Joel, que también se ha desplazado desde Barcelona para acompañar a su amigo. Peor trance han tenido que pasar los 26 alumnos que viajaban en los autocares, ilesos o ya dados de alta, que han colaborado en las tareas de identificación de las 13 fallecidas.

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A la espera de esas identificaciones siguen familiares y amigos de las víctimas, como un joven mexicano que viajaba en uno de esos buses. Al llegar a Barcelona le han informado del siniestro, que ha afectado a dos amigas suyas: una estudiante de Biología y otra de Medicina. Se desespera porque este lunes debe regresar a su país de origen y aún desconoce el estado de salud de una de ellas. Impotente, ha buscado algo de alivio firmando en uno de los cuatro libros de duelos que la UB ha dispuesto en el vestíbulo del Edificio Histórico para mostrar condolencias por las víctimas. “No me esperaba esta forma de acabar la fiesta”, se desahoga.