INVESTIGACIÓN DE LA UNIVERSITAT DE VIC

Pederastia en el vestuario

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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A veces el niño calla por miedo, por miedo a que el entrenador tome represalias y él deje de ser la estrella del equipo. O a que no le alinee en el siguiente partido. Otras, porque el menor siente por el adulto incluso un cierto enamoramiento. "Es tan guapo, está tan cachas y es tan enrollado...”, puede que piense. En ocasiones, simplemente no habla porque lo que se dice y se hace en el gimnasio no debe salir del gimnasio, porque es demasiado joven e inexperto para comprender que hay cosas que sí deben ser explicadas fuera del espacio deportivo. “Es difícil saber en qué porcentaje se están produciendo, pero hay evidencias de que en el deporte se están dando casos de acoso y de abusos sexuales con menores como víctimas”, advierte la socióloga Montse Martín, del Grup de Recerca de l’Esport i l’Activitat Física de la Universitat de Vic (UVic-UCC).

Martín es autora de una de las pocas investigaciones que se han hecho en España sobre acoso sexual en el ámbito deportivo. Su estudio, encargado por el Consell Català de l’Esport, auspiciado por el Consejo Superior de Deportes y presentado en distintos foros internacionales, arroja resultados preocupantes: en torno a un 35% de las jóvenes que practican deporte federado en Catalunya han sufrido algún tipo de acoso o abuso sexual por parte de sus instructores. Un 6% de los casos han sido abusos severos. “Es una cifra no muy alejada de la que ofrecen otros países, como Noruega, que ha estudiado más este asunto y que lo cifra en un 28%, o el Reino Unido, donde el porcentaje es del 21%. En la República Checa, asciende al 45%”, detalla Martín.

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VIOLENCIA SEXUAL

En términos generales, el Consejo de Europa estima que la violencia sexual infantil afecta en la actualidad a un 20% de menores. “Sobre el 23% de niñas y alrededor del 15% de niños”, precisa la profesora de la UVic. El del deporte, admite la investigadora, es un ámbito especialmente difícil de explorar. “De entrada, porque las federaciones plantean reticencias cuando les propones realizar una encuesta entre los deportistas sobre este asunto”, explica. Ella lo resolvió entrevistando a chicas estudiantes del grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de tres universidades catalanas.

La dificultad aumenta por el hecho de que “el propio concepto de acoso y abuso sexual plantea discrepancias, ya que cada persona percibe las cosas de un modo distinto”, agrega. “A las estudiantes participantes se les plantearon 24 situaciones distintas, de menor a mayor grado de gravedad, y se les pidió que dijeran si ellas se habían encontrado, a lo largo de su carrera deportiva, en alguna de esas circunstancias y si lo habían percibido como acoso sexual”. Así, por ejemplo, un 16,4% de las encuestadas valoraron como una “atención sexual no deseada” un beso recibido en la mejilla por parte de un instructor. Un 2,3% dijeron haberse sentido violentadas porque un entrenador les hizo un masaje en la espalda sin su consentimiento expreso y un 1% confesaron haber recibido propuestas de relaciones sexuales a cambio de privilegios. Muy pocas consideraron como acoso el hecho de recibir un abrazo cuando se gana o de ser tocadas en el hombro cuando se reciben instrucciones, ambas situaciones muy habituales en la relación deportista-entrenador.

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FIGURA CON AUTORIDAD

La estructura jerarquizada del deporte, en que el entrenador es una figura con gran autoridad sobre el deportista (no tan distinta, si se mira bien, de la que tiene la Iglesia, donde por fin se va rompiendo la ley del silencio sobre los abusos sexuales), es un obstáculo para poner fin a estas prácticas. “Demasiadas veces los clubs deportivos han resuelto las denuncias invitando a los entrenadores sospechosos a marcharse, dejando el asunto como un tema privado, sin comunicárselo a nadie”, indica Martín. Con esta medida lo único que se consigue es “trasladar el problema de un club a otro”.

¿Qué se está haciendo para erradicar la violencia contra los jóvenes deportistas? Lo primero es, explica la profesora de la UVic, estudiar con información más amplia cuál es la incidencia real del problema. “Desde 1994, no se ha hecho ningún estudio al respecto en España”. A continuación, prosigue Martín, “habría que introducir este tema en la formación de los jóvenes entrenadores, para que sean ellos los primeros en prevenirdetectar y actuar si algún compañero comete abusos con sus pupilas”. Y, por último, las administraciones y los propios clubs deberían de fijar códigos de conducta en las relaciones entre entrenadores y deportistas, como se hace ya en otros países. “Aquí apenas hay regulación. Tendrían que existir limitaciones en el acceso del entrenador a los vestuarios de las deportistas e indicaciones sobre cómo se realizan los desplazamientos o viajes”, propone la investigadora. 

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"La reforma del C\u00f3digo Civil aparta de la docencia a los condenados","text":"La\u00a0nueva normativa\u00a0afecta a todo el personal docente, a quienes presten servicios de transporte y asistencia en el comedor escolar, a los monitores que atienden a los menores en los centros docentes fuera del horario lectivo y a quienes realizan actividades extraescolares. En este \u00faltimo caso, quedan incluidos por lo tanto los entrenadores deportivos. \u201cTodas las personas que pretendan ejercer o est\u00e9n ejerciendo ya actualmente estas profesiones o actividades deber\u00e1n de aportar a la Administraci\u00f3n educativa, antes del inicio de su relaci\u00f3n laboral, una\u00a0certificaci\u00f3n negativa\u00a0del Registro Central de delincuentes sexuales. Si son de origen extranjero o tuvieran otra nacionalidad, adem\u00e1s deber\u00e1n aportar un certificado negativo de antecedentes penales de su pa\u00eds de origen\u201d, establece la ley."}}