El videojuego que llegó del frío

El Tetris, para muchos aficionados el mejor juego informático de la historia, cumple 25 años con legiones millonarias de devotos

El videojuego 'Tetris'.

El videojuego 'Tetris'.

MARCELO BERNÁRDEZ
BARCELONA

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Hay gente que dice que la gloria de Alexey Pajitnov es milimétricamente proporcional a su desgracia. Aseguran que por cada noche que el ruso se va a la cama con una sonrisa en la boca, recordando para sí mismo que es nada más y nada menos que el creador del popular Tetris, hay otra noche que pasa en vela, despotricando contra el maldito videojuego. Tenía 29 años cuando puso en marcha la primera (y rudimentaria) versión, y nada, absolutamente nada de lo que ha hecho desde entonces se puede comparar. Pajitnov tocó el cielo muy pronto, y no importa que después haya inventado una decena larga de videojuegos: es y será siempre el hombre del Tetris. Esa es su desgracia, entremezclada siempre con la fama. Y más ahora, cuando el juguete cumple 25 años.

¿Una prueba de esta ambigüedad? La visita del programador ruso a la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), en enero del 2008. Pajitnov era el invitado estrella de unas jornadas sobre videojuegos, y no hubo nada que pudiera hacer para hablar de algo que no fuera el Tetris. Lo intentó, pero no le dejaron. En su charla habló de otros juegos que había creado, pero nadie le prestó atención. Llegó el turno de preguntas y todas fueron por el mismo cauce. Luego lo sentaron en una sala, y lo rodearon de periodistas, y todos preguntaron por el Tetris. Y entonces soltó esta frase:"Este juego me persigue. Por más que lo intento no dejo de hablar de él".

La génesis del invento

En el auditorio de la UAB había recordado, puede que por milmillonésima vez, de qué manera y en qué escenario y con qué objetivos había engendrado el juego. En aquel entonces --junio de 1984-- era un joven programador al servicio de la Academia de las Ciencias de Moscú, y se dedicaba al desarrollo de sistemas de reconocimiento de voz. Pero en sus ratos libres creaba juegos. El que lo haría famoso lo inventó inspirado en el pentaminó, un puzle de origen árabe hecho con pequeñas piezas de madera, del que suele llevar un ejemplar en el bolsillo. La pantalla de un Elektronica-60 alumbró (literalmente) la primera versión, tan primitiva que las piezas que llovían del cielo estaban hechas con caracteres de texto. Pajitnov lo recuerda con ternura.

En cierto modo, la suerte estaba de su lado. La creación del Tetris casi coincidía con la llegada al poder de Mijail Gorbachov y el comienzo de la apertura soviética, de manera que el juego pudo atravesar fronteras. Para 1987 ya arrasaba en EEUU, y dos años más tarde, la decisión de Nintendo de incorporarlo a la consola Game Boy le dio el pasaporte para convertirse en fenómeno. La mitad de las 70 millones de copias vendidas en el mundo son de esa versión.

Lo que en cambio no pudo impedir la perestroika es que Pajitnov tuviera que esperar más de una década para empezar a enriquecerse. Pues aun mientras estaba en manos de Gorbachov, la Unión Soviética tenía reglas estrictas en lo referente a los derechos de autor: simplemente, estos no existían. El Tetris pertenecía al colectivo, y durante 10 años fue el colectivo el que reclamó los frutos. Cuando empezó a cobrar por su invento genial, Pajitnov ya estaba instalado en EEUU y preparado para gestionar lo que era suyo: con su Tetris Company recuperó los derechos y se hizo millonario.

Adictos al videojuego

Aquel elemental videojuego que vio la luz el 6 de junio de 1984 atrae cada mes a 1,5 millones de personas en internet. Es el más conocido y el más versionado, y uno, sin duda, de los más simples. Más de 50 compañías aéreas lo han incorporado a sus consolas de entretenimiento a bordo, está presente en multitud de teléfonos móviles y a menudo es votado como el mejor videojuego de la historia. Pero la clase de detalles que hablan mejor del fenómeno son los de la adicción: el efecto Tetris, por ejemplo, que convierte a los jugadores en maniáticos; gente que sueña con las piezas, que está todo el día buscando soluciones, que llega al extremo de acomodar los objetos según los principios del juego. Hay personas así.