LA GRAN CITA DEL CINE FANTÁSTICO DE CATALUNYA

'La forma del agua': el (fantástico) cuento de amor al cine de Guillermo del Toro

"Mi película es como ungüento para la época actual, en la que predomina el odio hacia el otro", afirma el director en la presentación en Sitges de su magistral cuento de monstruos

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zentauroepp40423458 sitges 05 10 2017 icult fotos de ambiente de p blico en171005203126 / ELISENDA PONS

Julián García / Sitges

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Para el joven Guillermo del Toro, festivales fantásticos como Avoriaz o Sitges eran lugares de leyenda. Devoraba revistas europeas y cómics de la Warren que llegaban a México, y en sus páginas se hablaba de esos festivales como espacios de ensueño donde lo normal eran el terror, los monstruos, los temas oscuros. En 1993, Del Toro cumplió el viejo sueño y visitó Sitges con su ópera prima, 'Cronos', que ganaría el premio al mejor guión. Tras una nutritiva relación de amistad mutua alimentada con los años, el maestro mexicano regresó este jueves a Sitges para ejercer de padrino y presentar, en la noche inaugural de la 50ª edición, una de sus cumbres creativas, la evocadora, poética y exuberante 'La forma del agua'. “Tengo 52 años, peso 135 kilos y he venido para acá sin haber comido. ¡Eso sí que es amor puro por Sitges!”, bromeó Del Toro en una apoteósica comparecencia ante la prensa.

El mexicano da rienda suelta a su desbordante creatividad en un relato que es, al mismo tiempo, película de monstruos, 'thriller' de espionaje, musical nostálgico y melodrama romántico. Hay en ella tanto de 'La bella y la bestia' como de 'King Kong', de 'Amélie' o de la totémica 'La mujer y el monstruo' de Jack Arnold'La mujer y el monstruo' , con esa criatura de la laguna negra, mitad pez mitad humano, portando en brazos a Julie Adams. Pero Del Toro tamiza todos esos referentes con delicadeza y los traslada a su inconfundible universo propio. Puede que sea, con permiso de 'El laberinto del fauno' (que abrió Sitges en el 2006), la obra maestra del cineasta de Jalisco, ganadora del León de Oro en el último Festival de Venecia.

"Una película política"

"Es una película enamorada del cine y enamorada del amor", apuntó Del Toro de forma inmejorable sobre esta fábula, cuento de hadas, historia de amor, llámenlo como prefieran, en torno a la relación que entablan una mujer muda (Sally Hawkins) y una criatura anfibia (Doug Jones) recluida y torturada en un oscuro laboratorio estadounidense en 1962, en plena guerra fría. "Esta es la primera película que hago realmente como adulto, no con los referentes de mi infancia. Tengo 52 años y queria hablar de sexualidad, de amor y de política". ¿De política? "¡Por supuesto! Quería presentar a seres invisibles: una mujer muda, una mujer negra [Octavia Spencer], un hombre gay [Richard Jenkins] y un monstruo maltratado por un cruel antagonista [Michael Shanon]. Mi película es como ungüento para la época actual, en la que predominan el odio y la crispación hacia el otro, hacia el diferente".

"Los sustos solo me interesan como productor. Pero como director, me aburre soberanamente la mecánica del cine de terror"

En efecto, la película está ambienta en 1962, pero el subtexto es la América de hoy, la América de Trump. Preguntado por si su noble propósito, la denuncia del odio, la crispación, podría aplicarse a la situación catalana y las imágenes de represión policial el 1-O, Del Toro declinó pronunciarse: "Fue muy doloroso verlo, pero como mexicano y desde la distancia sería banal lo que yo opinara. Lo que digo sobre relaciones humanas lo digo en mis películas".

La poesía de las imágenes

'La forma del agua' es la versión alternativa de esa 'La bella y la bestia' en acción real que nunca pudo rodar. "Quería que el monstruo no se convirtiera en príncipe, y que la bella no fuera una princesa de Disney, sino alguien terrenal. Alguien que por las mañanas al despertarse prepare huevos duros o se masturbe, como hace todo el mundo", dijo Del Toro entre risas. El director quiso reivindicar la poesía de las imágenes en el cine de género, la fascinación que le provocan los cuentos de hadas y la estética del terror. "Los sustos solo me interesan como productor. Pero como director, me aburre soberanamente la mecánica del cine de terror. Prefiero la poesía de algunos pasajes dantescos de Argento, o la imagen de Nosferatu en el dintel de la puerta".