El caballo de Troya de Jenji Kohan

'Orange is the new black' se hunde hasta el fondo en el tabú para resurgir con una bocanada de aire fresco difícil de encontrar en la televisión convencional

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IRINA CRUZ

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Jenji Kohan, conocida como la creadora de 'Weeds', es consciente de que nunca habría podido venderle a una cadena norteamericana una serie sobre una mujer latina, una señora mayor o una transexual. En un país que se autodefine como un crisol de razas resulta irónico lo difícil que es encontrar historias de ficción en que estos personajes dejen de ser estereotipos para ser humanizados. Y es esto precisamente lo que hace Kohan en 'Orange is the new black'.

La serie se nos presenta a partir de su protagonista, Piper Chapman, la perfectamente decente vecina-de-al-lado con la que el público general se siente identificado desde un primer momento, ya que es lo que está acostumbrado a ver en televisión. Kohan coloca deliberadamente a su protagonista fuera de su zona de tranquilidad, tal como hizo en 'Weeds'. Piper es, de nuevo, una mujer que debe sobrevivir como un pez fuera del agua a las consecuencias de sus malas decisiones. Pero conforme la serie avanza, la protagonista se convierte en una excusa para contar las historias de las mujeres con las que convive en prisión, historias humanizadoras de personajes secundarios que, en una primera impresión, captamos como estereotipos. Es el caso de Taystee, la mujer negra que cumple el papel de 'comic relief' a la vez que emociona y consigue la empatía del espectador, siendo un personaje complejo en vez de un concepto, con humanidad, defectos y dueño de sí mismo. Ni ella ni el resto de secundarias están en la serie para dar vida a la protagonista si no que se crecen con la suya propia, y esto es lo que diferencia la representación de las mujeres no caucásicas en 'Orange is the new black' de la mayoría de series que lo han intentado. La serie es una lección maestra de igualdad. Cuando a las personas se las aísla de su contexto social, su espacio y sus propiedades, queda al descubierto un núcleo inseguro que es igual en todas ellas. Kohan y el impresionante casting de la serie desnudan así capa a capa a estos estereotipos hasta dejarlos en carne viva, enseñando su fragilidad y consiguiendo la máxima empatía del espectador.

'Orange is the new black' se hunde hasta el fondo en el tabú para resurgir con una bocanada de aire fresco que sería difícil de encontrar en la televisión convencional (recordemos que es una serie de Netflix y no de ninguna de las networks). No tan sólo hinca el dedo en el tema racial si no que también trata abiertamente las complejidades de la sexualidad. “No te vuelves gay y ya está. Caes en algún punto de un espectro, como en la escala de Kinsey”, le explica Piper a su compañera. Lo más interesante de este aspecto de la serie es que no trata el sexo en binario como es convencional, si no que se esfuerza por representar diferentes puntos de dicho espectro, desafiando las concepciones tradicionales de la sexualidad y los lazos sentimentales. Por ejemplo, Sophia es un personaje transexual (interpretado por la también transexual Laverne Cox) casada con una mujer con la que tuvo un hijo. Morello (Yael Stone) habla emocionada de los preparativos de la boda con su prometido pero mantiene una relación con una compañera en prisión. La misma protagonista, Piper, se ve en la misma situación y lucha por comprenderse a sí misma. En el trato que se le da a la sexualidad se quiere huir de todo tipo de rigidez, mostrando incluso a aquellos que no comprenden dicha complejidad como ignorantes (el consejero de la cárcel, Mr. Healy, el primero).

Kohan ha conseguido colar dentro de su caballo de Troya una serie imprescindible, inconcebible en la televisión tradicional y, por encima de todo, entretenida como pocas. Con dosis del mejor humor (por encima de todo es una comedia) y personajes increíblemente emocionales y diferentes de los que las series nos acostumbran a ofrecer, provoca al espectador a abrirse a un amplio abanico de puntos de vista sobre la identidad personal y la sexualidad. Tan brillante es, que Netflix decidió renovarla para una segunda temporada incluso antes de estrenar el piloto, sin prever el éxito que tendría en Internet.

Este artículo se ha publicado en Serielizados.