PSICOLOGÍA

Me siento solo: 5 consejos para afrontar la soledad

El sentimiento de soledad para algunas personas se convierte en algo terrible con lo que no son capaces de vivir

zentauroepp36536445 puesta de sol playa   soledad   solteros   generico   colump170107172901

zentauroepp36536445 puesta de sol playa soledad solteros generico colump170107172901 / periodico

Ángel Rull

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La soledad tiene una base biológica de supervivencia: en grupo podemos afrontar todos los peligros. Sin embargo, algo tan necesario en la infancia, acaba convirtiéndose en un sentimiento negativo en la edad adulta si no sabemos cómo afrontarlo, gestionarlo y disfrutarlo.

Vivir solos o realizar planes por nuestra cuenta puede ser algo gratificante, que nos llene de emociones positivas, que nos permita escuchar nuestras necesidades y ganar energía. Pero para ello debemos aprender a manejar la soledad.

Supera la soledad

Para afrontar la soledad necesitamos cambiar la perspectiva y dejar de verlo como algo negativo. Realmente, el estar solo es un estado neutro, sin ningún tipo de connotación. Somos notros quienes le damos un valor u otro. Por eso, para algunas personas estar solos es algo beneficioso mientras que para otros es visto como un castigo.

Con estas 5 estrategias psicológicas podrás trabajar la aceptación de este estado, aumentar tu sensación de bienestar y ganar en autoestima.

1. Aumenta el ritmo

La soledad se siente como un estado pasivo, donde nos quedamos en casa viendo series, leyendo o simplemente navegando por Internet.

Este ritmo tan bajo genera un estado de ánimo de igual valor. Empiezan a aumentar las sensaciones negativas y tendemos a la tristeza. De hecho, muchas veces nuestra autoestima se debilita si estamos solos sin disfrutar de ello.

La soledad debe encararse de forma activa. Planes fuera de casa, que impliquen un contacto indirecto con otras personas nos ayudarán a subir la energía. Un concierto, ir al cine o caminar por la ciudad son varios ejemplos de todo aquello que se puede hacer sin necesidad de compañía.

2. Busca la raíz

Etiquetamos las vivencias como negativas o positivas en función de la experiencia acumulada, el aprendizaje y nuestra educación. Por eso, si la soledad nos produce tristeza debe tener un origen donde nos vimos privados del contacto o tuvimos miedo al abandono.

Entender de dónde vienen nuestros miedos o qué hecho del pasado nos sigue afectando nos ayudará a superar todo aquello a lo que nos mantenemos atados.

3. Invierte en salud

Nuestro físico y nuestra mente se encuentran directamente unidos. Aunque la soledad es un estado cognitivo, podemos influir en esa emoción a través del cuerpo. Por eso el deporte, tanto si es en el gimnasio como al aire libre, nos ayudará a segregar endorfinas, una hormona que activa el bienestar y la felicidad. De esta forma, no solo nos estaremos cuidando, sino que estaremos generando sensaciones beneficiosas sobre nuestra soledad.

4. Genera gratitud

La gratitud es una de las fortalezas personales más sanas. No solo por su poder para elevar el estado de ánimo y la energía, sino que también actúa como protector contra el estrés o la depresión.

Ser conscientes de todo lo bueno que nos rodea o de los pasos acertados que nos han traído hasta aquí tendrá un impacto sobre la mejora en la relación con la soledad. Para ello es tan fácil como escribir cada día varias cosas por las que estamos agradecidos. Incluso puede ayudarnos invertir la gratitud y dedicarnos de forma activa a hacer algo por los demás, como con un voluntariado.

5. No te aísles

Disfrutar de la soledad no implica renunciar a la vida social. De hecho, es totalmente compatible. El hacer planes con amigos puede compaginarse con ir al museo sin compañía. Por eso, escucha tus necesidades y acude a los planes que verdaderamente te apetezcan. El resto puedes dedicarlo por completo a ti.

A diario vemos cómo hay momentos en los que la soledad nos parece impuesta. Es vista como un castigo que nos impide ser felices. Sin embargo, si aprendemos a gestionarla y valorarla podremos sacarle partido y utilizarla para desarrollarnos y encontrar nuevas formas de disfrute.

Ángel Rull, psicólogo.