tras el anuncio de la OMS

Rosa Almirall: "La lucha 'trans' de hoy es comparable con la de los gais de los 70"

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Beatriz Pérez

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Desde octubre del 2012, Trànsit, la unidad de atención a la salud de las personas 'trans' (término que incluye a transexuales, travestis y el resto de personas que viven en un género distinto del asignado al nacer), ha atendido a unos 1.700 pacientes en Catalunya. 630 de ellos solo en el último año. Al frente, en el Centre d'Atenció Primària (CAP) Numància de Barcelona, se encuentra la ginecóloga Rosa Almirall (Olot, 1956), que es además la directora del área de Atenció a la Salut Sexual i Reproductiva (ASSIR) Esquerra. Almirall valora con cautela el reciente anuncio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha dejado de considerar la transexualidad una enfermedad mental.

¿No es un gran paso?

Ha sido un paso. Pequeño, pero un paso. La OMS ha dejado de considerar la transexualidad una disforia de género, término claramente patologizante porque da por hecho que cuando una persona siente una identidad de género no normativa siente, a su vez, malestar, y el malestar requiere de acompañamiento psicológico. La OMS pasa ahora a considerarla una incongruencia de género, nomenclatura que, ojo, tampoco satisface a los activistas 'trans' porque ellos no se sienten incongruentes con su género: sienten que tienen un género no normativo dentro del esquema binario hombre-mujer.

¿Qué significa identidad de género no normativa?

Una persona con una identidad de género no normativa es aquella que no se siente identificada con el género que la sociedad le ha otorgado al nacer. Por ejemplo: una mujer 'trans' es aquella a la que la sociedad, al nacer, atribuyó un género masculino por haber nacido con genitales de hombre.

A lo largo de su carrera, ¿ha sido testigo de actos discriminatorios a pacientes 'trans'?

Sí, y tanto. Por ejemplo, he visto a un ginecólogo decirle a una mujer 'trans' que se había puesto una neovagina: "Yo no atiendo a hombres con vagina". Además, yo vengo del feminismo, de la lucha por el aborto, y pensé que tenía que hacer algo por el colectivo 'trans'.

"He visto a un ginecólogo decirle a una mujer 'trans' que se había operado: 'Yo no atiendo a hombres con vagina'"

Y por eso creó Trànsit.

Exacto. Fue en octubre del 2012 y comenzó como una iniciativa mía, medio de voluntariado, aunque estaba -sigue estando- dentro del Institut Català de la Salut (ICS). No estaba en la cartera de servicios, pero ha ido creciendo. Del CAP Manso, donde estuvo Trànsit en sus inicios, hemos pasado al de Numància, aumentado consultas y profesionales.

En Catalunya existe un modelo de atención de la salud de personas 'trans', pionero en España y Europa.

Sí. El 'exconseller' Antoni Comín lo anunció en el 2016, pero se publicó en la web de la 'conselleria' en octubre del 2017. Este protocolo establece que Trànsit es la puerta de entrada de los 'trans' a los servicios de salud. Pero no solo eso, sino que además elimina el diagnóstico psiquiátrico a la hora de acceder a los tratamientos hormonales o intervenciones quirúrgicas. Este protocolo ha supuesto un gran cambio de paradigma en la atención de la salud del colectivo y fue fruto del consenso entre activistas, Trànsit y la Unitat d’Identitat de Gènere del Hospital Clínic de Barcelona. No fue fácil y no todo el mundo está de acuerdo en todos los puntos.

¿Qué supone dejar de pedirles un diagnóstico psiquiátrico?

Sobre todo, darles voz. La única experta en su identidad de género es la persona 'trans'. No hay ninguna prueba médica que pueda confirmar esta identidad, de la misma manera que no existen tests para saber si somos homosexuales, heterosexuales o bisexuales. Los servicios de salud deben tener profesionales 'transpositivos' que asesoren sobre los tratamientos para que las personas decidan libremente cuáles quieren. Piensa que quienes llegan a Trànsit llevan tiempo dando vueltas, buscando quiénes son... Los 'trans' suelen venir con miedo de que se les niegue su identidad, porque los servicios de salud tienen el poder de admitir o no. El nuevo modelo de Salut establece que toda persona, esté confusa o no, puede venir a Trànsit a hablar, incluso a expresar sus posibles confusiones, porque en ningún caso negaremos lo que siente. Entendemos que el miedo al rechazo social puede hacer que sea difícil identificar quién eres.

"El nuevo protocolo de Salut supone un gran cambio de paradigma porque elimina el diagnóstico psiquiátrico para acceder a tratamientos hormonales u operaciones"

¿Este protocolo ya está en marcha?

Hay aún muchos puntos por desplegar como, por ejemplo, el de las intervenciones quirúrgicas. Establece la ampliación de hospitales y servicios de cirugía plástica, así como el aumento de la cartera de servicios de cirugía. Cuenta con una comisión de seguimiento para su implantación y la verdad es que en los últimos seis meses se ha trabajado poco. Es un protocolo muy importante porque, por ejemplo, acepta las identidades de género no binarias, es decir, las de aquellas personas que no se consideran ni hombres ni mujeres [por ejemplo, intersexuales].

¿Por qué en los últimos años se habla más del colectivo 'trans'?

El activismo 'trans' existe desde hace mucho, pero sus condiciones sociales estaban muy invisibilizadas. Había -y hay- mucha transfobia social. Es similar a la homofobia que había en el franquismo. En el 2006, apareció un movimiento mundial para reivindicar la despatologización de las personas 'trans': Stop Trans Pathologization. La lucha se ha ido visibilizando. Me recuerda mucho, mucho, mucho, a la lucha de los gais a partir del 75. Otro gran fenómeno de los últimos años es el de los menores 'trans'. Se crearon asociaciones de padres de estos niños, como Chrysallis. La sociedad ha comenzado a dejar de ver a los 'trans' como pervertidos: en un niño de 3 años no puede haber malicia. Y también está habiendo una aceptación muy buena en el ámbito escolar.

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