Récord mundial

Mascaró: 10 generaciones de médicos en un solo apellido

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Beatriz Pérez

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"Tanto los Saramago como los Mascaró os habéis dedicado a curar la ceguera, aunque de diferentes formas". Hace unos años Pilar del Río, la viuda de José Saramago, escribió estas líneas al oftalmólogo Fernando Mascaró (Barcelona, 1945). Él había contactado con ella tras descubrir que un antepasado suyo, también oftalmólogo, aparecía mencionado en 'El año de la muerte de Ricardo Reis'. Aniceto Mascaró, nacido en 1843, abrió en Lisboa el Instituto Mascaró, donde atendió a la familia del ganador del Premio Nobel. Aniceto fue, además, el inventor de un sistema de escritura para ciegos anterior al Brayle y de un método de lectura musical para invidentes.

Esta es solo una de las muchas historias que se esconden tras el apellido Mascaró, que aglutina 10 generaciones en la rama de Barcelona y nueve en la de Girona dedicadas por entero a la medicina. La especialidad que más ha predominado en la familia es la ginecología, pero el azar quiso que tanto Aniceto como Fernando, con más de un siglo de distancia, fueran oftalmólogos. Fernando Mascaró, actualmente jubilado pero quien durante años estuvo al frente del servicio de oftalmología del Hospital de Sant Rafael (Barcelona), escribió un libro al respecto de su genealogía: 'Diez generaciones médicas de una familia catalana' (Trialba). Él pertenece a la octava generación y el 'Guinness World Records' solo tiene registro de una familia valenciana (los Barcia) que se ha dedicado a la medicina durante siete generaciones. La saga de la familia Mascaró, que forma parte de la historia contemporánea de la Medicina Catalana, las supera y es por tanto la más grande dedicada a esta ciencia aquí y allende el Ebro.

Fernando Mascaró fue uno de los pocos oftalmólogos de España que en los 70 operaban el glaucoma congénito en bebés

Fernando Mascaró, además, no es un oftalmólogo cualquiera. En los 70 fue uno de los poquísimos médicos en toda España que operaban el glaucoma congénito en bebés. "Es una enfermedad que aumenta la presión de los ojos. En aquella época operé a más de 30 niños, gran parte de fuera de Catalunya, en el Hospital de Bellvitge, que eran muchos porque es una enfermedad muy rara", relata. También fue pionero en la ecografía ocular y durante 34 años impartió un curso sobre esta práctica en la Sociedad Española de Oftalmología. El quirófano lo dejó hace una década y en la actualidad realiza algunas "visitas simbólicas" en el Centro Médico Teknon.

Desde el siglo XVIII

El primer Mascaró médico del que se tiene constancia, Salvi, murió en 1712. Se desconoce su fecha de nacimiento, pero con él empezó la genealogía que Fernando Mascaró se ha afanado en estudiar. Este oftalmólogo guarda, por ejemplo, el título que su tatarabuelo, Josep Mascaró i Cros, hubo de prometer en 1826 para poder ejercer como ginecólogo. Y con él prestó juramento de "no haber pertenecido ni pertenecer a las sociedades secretas reprobadas por las leyes, ni reconocer el absurdo principio de que el pueblo es árbitro de cambiar la forma de gobierno establecido".

El bisabuelo, abuelo y padre de Fernando Mascaró fueron ginecólogos. El bisabuelo, Josep Mascaró i Capella, fue además regidor de Sanidad del Ayuntamiento de Barcelona y, en el barrio del Guinardó, la calle de Mascaró fue bautizada así en su honor. "Nunca me planteé estudiar otra cosa que no fuera Medicina –puntualiza Fernando Mascaró-. Me decidí por la oftalmología porque quería algo que fuera quirúrgico y médico a la vez". Se da la casualidad, además, de que casi todos los miembros de la familia Mascaró se han casado con médicos. Por ejemplo, la mujer del propio Fernando Mascaró, Mercè Zamora, es también oftalmóloga. Como lo es el hijo de ambos, Ferran Mascaró. Y, actualmente, tres sobrinos nietos suyos están estudiando Medicina. La saga continúa.

El bisabuelo Josep Mascaró i Capella, ginecólogo, fue regidor de Sanidad en BCN y tiene una calle dedicada en el Guinardó

La larga carrera profesional de Fernando Mascaró atesora diferentes anécdotas. Recuerda cómo, siendo jefe de servicio del Hospital de San Rafael, operó a un coronel del ejército con anestesia general. Las cirugías que hoy en día se realizan con unas simples gotas de anestesia entonces requerían dormir al paciente por completo. "La anestesia general, en una persona mayor, a veces trastoca un poco. Este coronel se trastocó bastante: pedía que le trajeran una pistola para matar a la monja de la sala", rememora entre risas el oftalmólogo. Las alucinaciones fueron tales, que tuvo que tratarlo el psiquiatra hasta que, a los dos o tres días, el coronel mejoró. "Una tarde, a punto ya de darle el alta, el coronel me dice: '¡Doctor, hemos tomado el Congreso!'. Entonces miro a la enfermera y le digo: 'Vaya, vuelve a estar mal'. 'No, no, doctor, lo han tomado de verdad', me responde ella". Era 23 de febrero de 1981 y se estaba produciendo el intento de golpe de estado en España.

Fernando Mascaró habla con entusiasmo de la profesión a la que dedicó toda su vida. La misma ilusión la ha puesto para mantener viva la memoria de su peculiar saga familiar. Por eso este oftalmólogo sintió que aquel fragmento de 'El año de la muerte de Ricardo Reis' representaba el "epílogo" de su libro, 'Diez generaciones médicas de una familia catalana'. Y por eso quizás Mascaró cierra su libro dándole las gracias a Saramago.

El diálogo entre Saramago y los Mascaró

Escribe Saramago en 'El año de la muerte de Ricardo Reis': "Sube Ricardo Reis por la Rúa do Alecrimy (…) tuvo que detenerse ante un vestigio de otras eras (…) embutida en un murete que da hacia la Rúa Nova do Carvalho, diciendo en letra de adorno Clínica de enfermedades de los Ojos y Quirúrgicas, y más sobriamente, Fundada por Aniceto Mascaró en 1870 (…) Murió el tal Mascaró (…) quizás por algún lado vivan aún los descendientes ocupados en otros oficios (…) si no fueran las familias lo que son, fútiles, inconstantes, esta vendría aquí a recordar al antepasado curador de ojos y otras cirugías… (…)". Y le responde Mascaró en 'Diez generaciones médicas': "Agradecemos a Saramago el recuerdo de nuestro antepasado y le decimos que siempre que hemos estado en Lisboa hemos ido a ver la placa; la última vez, en el 2013 y se conservaba en perfecto estado".