Noemí y Jaume: 'Reset' en la montaña

Ella trabajaba en una agencia de viajes. Él, en la empresa de su padre. Hace cinco años dejaron atrás el estrés. Apostaron por la naturaleza y ahora están al frente de una casa rural en el Montseny.

MÒNICA TUDELA / Arbúcies

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Unos 20 minutos de conducción cuidadosa por una carretera de tierra son necesarios para llegar al lugar donde Noemí Ricós y Jaume Colomé viven y trabajan desde hace cinco años. Ese sitio es una casa rural llamada El Buxaus en la vertiente del Montseny más cercana a Arbúcies. Al llegar allí, los primeros que dan la bienvenida son tres perros, que enseguida se tumban a descansar tras el esfuerzo de ladrar para avisar a Noemí y Jaume de que tienen visita. Pero también les acompañan ocas, gatos y tres burros (uno de los cuales, Valent, aparece en la foto).

«Mi idea de hacer turismo siempre ha sido esta: estar en la naturaleza», comenta Noemí, de 35 años. «Un amigo nos dijo que esta casa se traspasaba, negociamos y nos metimos de lleno en el negocio», añade Jaume, de 37. «No es que nos fuera mal antes. Simplemente fue un cambio de chip, un cambio de vida», añade.

Ambos vivían en Cardedéu. Ella trabajaba en Barcelona, en una agencia de viajes. Él, en la empresa familiar de su padre desde hacía 17 años. «Hacía unos horarios muy intensos. Tenía insomnio y un estrés brutal», dice ella. «Sí, mientras dormías decías: 'Hola, buenos días, Halcón Viajes, ¿en qué puedo ayudarle?'», añade Jaume. «Sí, sí, es cierto que por la noche hablaba», concede ella, que asegura que necesitaba cambiar: «Fue llegar aquí y dormir del tirón». Con la mundanza a la montaña él también pudo apartar la ansiedad que le provocaba el trabajo. «Y ahora me llevo mejor con mi padre», cuenta Jaume.

Aseguran que les va bien en la casa rural y que quieren quedarse muchos años. Que han aprendido muchísimo de la vida en el campo y, quizá igual de importante, que han aprendido a vivir los dos solos en la montaña. «Al principio lo hacíamos todo juntos: limpieza, cocina, pero al final nos hemos dividido las tareas y nos vemos para desayunar o comer», cuenta Jaume. «Una vez nos quedamos aislados por una nevada más de una semana. Si hemos superado eso, ¡lo podemos superar todo!», cuenta. La pareja lleva junta desde hace 12 años.

¿Qué más han aprendido ahí arriba? «Me hacía mucha ilusión tener un huerto y tener animales y cuidarlos. No paras de aprender», dice Noemí. «Yo no tenía ni idea de bosque y ahora sé cortar leña, desbrozar, usar maquinaria, hacer vallas», dice él.

«Al principio nadie daba un duro por nosotros. Todos pensaban que duraríamos un año, o cinco meses. Entre los amigos de Cardedéu habían apuestas para ver cuándo lo dejábamos correr», comenta Jaume. «La familia nos decía: 'pero ¿dónde cojones habéis ido, tan lejos?'. Pero ahora vienen y son los mejores comerciales que tenemos. Van arriba y abajo con las tarjetas de El Buxaus (mira a Noemí). Incluso tu abuela de 96 años. Hacen publicidad por todas partes», dice Jaume.

Pero las reservas eran solo de la familia y los amigos. Ellos estaban tranquilos desde el principio y sabían que iban a salir adelante. Ahora no echan de menos la ciudad. «Voy a Barcelona cuatro o cinco veces al año», dice ella. «Yo una, y obligado», bromea él. «Me gusta ir. Veo el ambiente, todo lo que la ciudad te ofrece, pero te empiezan a venir necesidades y al final te das cuenta de que, en realidad, no necesitas nada. Aquí tenemos lo básico y necesario», explica Noemí.

Ambos aseguran rotundos que han cerrado la puerta a volver a una ciudad. «Cada vez lo vemos más. Los clientes que vienen nos lo dicen. La gente cada vez está más estresada en la ciudad y quieren cambiar», cuenta Jaume. «No me veo viviendo otra vez en un piso. Lo que he dejado, lo he dejado del todo. No volvería atrás», zanja Noemí.